La carpintería – Cuentos de Cuaresma
Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y, además, se pasaba el tiempo golpeando.
El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. Ante el ataque, el tornillo aceptó también su culpa, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con todos los demás.
Y la lija estuvo de acuerdo: “Me voy, pero siempre y cuando sea echado fuera la cinta métrica, pues siempre se la pasa midiendo a todos los demás según su medida, como si fuera el único perfecto”.
Otros acusaban al serrucho por lastimarles tanto. En fin, que en la carpintería era un caos. Todos se acusaban de diversos “defectos” al notarse tan diferentes unos de otros.
En eso entró el carpintero y todos se callaron. El buen hombre se puso el delantal e inició su trabajo. Primero tomó la cinta métrica y comenzó a medir unos tablones de madera y a marcarlos con un lápiz. Utilizó el serrucho para hacer las tablas precisas. Luego las unió con tornillos y se ayudó del martillo. Por último les dio un acabado perfecto y liso con la lija. Así fue que la tosca madera inicial se había convertido en una linda y útil mesa para comer. El carpintero entonces se fue a su casa con su familia.
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo: «Señores, óiganme todos. Ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades, no con nuestros defectos. Eso es lo que nos hace muy valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos».
La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas, el serrucho permitía moldear la madera y observaron que el metro era preciso y exacto.
Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.
– ¿Qué te ha parecido esta historia?
– ¿Qué utensilio te gustaría ser tú?
– ¿Cuál te parece el mas necesario de todos ellos?
– ¿Crees que la unidad es la que hace la fuerza? ¿Por qué?
– ¿Quién es el que hace posible esa unión?