Juan Pablo II será beato en el 2011, tal vez ya antes del verano. En las pasadas semanas, la consulta médica de la Congregación para las Causas de los Santos se expresó favorablemente sobre el milagro atribuido a la intercesión del Papa Wojtyla — la curación del Parkinson de una religiosa francesa — y la documentación, en los días pasados, pasó también el análisis de los teólogos. Antes que llegue al escritorio de Benedicto XVI, falta ahora solamente el vía libre de los cardenales y obispos miembros de la Congregación, que han recibido el dossier sobre el milagro. Se reunirán para examinarlo colegialmente y para expresar su voto hacia mediados de enero.
Como se recordará, el decreto sobre las virtudes heroicas de Karol Wojtyla, que de hecho marca el fin del proceso, fue promulgado por el Papa Ratzinger el 19 de diciembre de 2009, después del voto unánimemente favorable de los cardenales y obispos. El postulador de la causa de beatificación, monseñor Slawomir Oder, había presentado a la Congregación un presunto milagro, uno de los muchos informes de gracias recibidas por la intercesión de Juan Pablo II, recogidos después de su muerte.
Se trata, como se sabe, de la curación de sor Marie Simon-Pierre, una religiosa francesa de 44 años, afectada por una forma agresiva del mal de Parkinson. La enfermedad que la había obligado a abandonar su servicio en la sala de maternidad de un hospital de Arles, desapareció de forma instantánea e inexplicable después de que las otras religiosas, en junio de 2005, se dirigieron a Wojtyla, recientemente fallecido, pidiendo el milagro de la curación. Durante meses, sin embargo, la consulta médica presidida por el profesor Patrizio Polisca, médico personal de Benedicto XVI — llamada a discutir el caso y a pronunciarse sobre la efectiva imposibilidad de explicar la curación desde el punto de vista científico -, no fue convocada. Uno de los especialistas involucrados había manifestado perplejidades sobre el diagnóstico inicial de los colegas franceses y había querido verificar que realmente la religiosa sanada hubiese estado afectada por el Parkinson. La Congregación confió también una tercera pericia de especialistas para profundizar mejor el caso y eliminar toda duda. En caso contrario, habría tomado en examen otro presunto milagro. Ahora, después de las investigaciones que han tomado todo el tiempo necesario, el parecer de la consulta médica ha sido favorable.
Alguno había leído la demora de los pasados meses como una voluntad «política» de frenar el proceso de la beatificación; evidentemente, esto no era cierto. En todo caso, ninguno manifestó nunca, en las discusiones y en las votaciones que acompañaron el proceso, dudas sobre la santidad personal de Juan Pablo II.
La reunión de los médicos y la de los teólogos que dieron vía libre ocurrieron antes del final del 2010, en la más estricta reserva. Después del voto favorable sobre las virtudes heroicas, que asignó a Wojtyla el título de «venerable», y ahora el de la consulta médica sobre el milagro (Positio super miro), se puede prever que también la última reunión de los cardenales y obispos apruebe la decisión en los próximos días. Si esto ocurre, significa que el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Angelo Amato, podrá dirigirse al Papa para someter a él la aprobación del milagro.
Desde ese momento, la beatificación de Juan Pablo II será sólo una cuestión de fecha. Teóricamente todavía es posible la del sexto aniversario de la muerte, el 2 de abril de 2011, o bien una fecha de mayo. O en octubre, en el aniversario de la elección al pontificado. La beatificación de Wojtyla será una ceremonia con notables problemas organizativos, dada la cantidad de personas que podrían ir ese día a Roma. Y, por lo tanto, también esto será tenido en cuenta al momento de elegirlo.
Durante el funeral del Papa polaco, celebrado por el entonces cardenal decano Joseph Ratzinger, se habían desplegado en plaza San Pedro banderas con las palabras «santo subito». Una petición para abrir el proceso fue firmada por los cardenales en el período del cónclave, y estuvo también quien planteó la hipótesis de proceder inmediatamente con la canonización, proclamando realmente a Wojtyla «santo subito» en lugar de beato. Benedicto XVI, después de haber valorado cada propuesta, decidió, en junio de 2005, hacer iniciar inmediatamente el proceso — sin esperar los cinco años previstos que deben transcurrir desde la muerte del candidato a los altares — pero sin atajos.