Torreciudad (Huesca), 22.- El domingo posterior a la solemnidad de la Asunción de la Virgen se celebra la festividad de la Virgen de Torreciudad, en la que revive una de las tradiciones más entrañables de esta devoción mariana altoaragonesa: el pesaje y presentación de recién nacidos a Nuestra Señora. Desde que los vecinos de esta zona alzaron y custodiaron la ermita en honor a la Virgen e irradiaban su devoción por los alrededores, el protagonismo de las familias cristianas a lo largo de nueve siglos de historia ha caracterizado a Torreciudad desde su origen.
En esta ocasión acudieron a la cita familias procedentes de diversas regiones españolas: Barcelona, Madrid, Zaragoza, Bilbao, Pamplona, Valencia, Cartagena… El Altoaragón estuvo representado con 2 bebés de Barbastro y 1 de Artasona. En total 17 bebés, 11 niños y 6 niñas, cuya edad oscilaba entre las 5 semanas de vida de Jorge, de Barbastro, hasta los 12 meses de Gonzalo, de Barcelona. Un bullicioso público formado por familiares, veraneantes de la zona y habitantes de las poblaciones próximas al santuario acompañaron a los padres en los distintos actos.
La jornada comenzó con una Eucaristía celebrada por el rector, D. Javier de Mora-Figueroa. “Venís a ofrecer a la Virgen la vida y el futuro de vuestros hijos”, dijo al dar la bienvenida a las familias que llenaban la iglesia. En la homilía recordó la peregrinación en acción de gracias a la antigua ermita de Torreciudad de los padres de San Josemaría Escrivá por la curación de su hijo, y destacó que “alabar a una madre es muy humano, por eso a Dios le gusta mucho que alabemos también a su Madre, que es Madre nuestra”.
Los participantes se encaminaron después en romería hacia la ermita por el sendero de los Dolores y Gozos de San José, trasladando la imagen peregrina de la Virgen sobre unas andas de madera, y llevando varios de ellos vistosos trajes regionales aragoneses. Al llegar tuvo lugar el tradicional Canto de los Gozos de la Virgen de Torreciudad y el rector leyó la oración de ofrecimiento de los niños a la Virgen en solicitud de amparo y protección.
Bajo uno de los arcos del porche ya estaba preparada una antigua balanza forjada en hierro en la que son colocados los niños para realizar la ofrenda de las familias a Nuestra Señora. Los padres introducen a sus hijos dentro de un canasto de mimbre, colocado en uno de los brazos de la balanza, mientras en el otro igualan el peso de la criatura poniendo trigo y aceite, según la costumbre, o productos de sus lugares de origen, como optaron por hacer la gran mayoría: aceite de oliva, vino del Somontano, fruta variada, paletas de jamón, tomate rosa de Barbastro, legumbres, cebolla, harina, azúcar, arroz, queso… Lo que antes se destinaba como ayuda a la manutención del santero o la santera y su familia, en la actualidad se entrega a distintas entidades benéficas de los alrededores. Tras al pesaje de los bebés, se entregó a los padres un recordatorio impreso con la fecha del ofrecimiento y una medalla de la Virgen de Torreciudad.
Para muchas familias fue su primera experiencia, pero hubo varias que eran veteranas en eso de pesar a sus bebés, sobre todo las familias Valdecantos Pardo, de Madrid, y Bayo Martínez, de Bilbao, que lo hacían por 6ª vez. La familia Mbongo Habimana, residente en Pamplona y originaria del Congo, presentó a su hijo Joseph de 4 meses.
Los actos concluyeron con otra antigua costumbre muy valorada por los asistentes: el reparto de “La Caridad”, raciones de torta y vino para celebrar la fiesta, que fueron acompañadas por varias jotas aragonesas entonadas por niños y abuelos.
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