En esta ocasión, familias procedentes de ciudades españolas como Barcelona, Madrid, Valencia, Bilbao, Valladolid, Pamplona o Lleida e incluso una familia brasileña de visita por España acudieron al encuentro festivo. La representación altoaragonesa corrió a cargo de Huesca, Barbastro, Monzón, Artasona y Ubiergo. En total 20 bebés, 11 niñas y 9 niños, cuya edad oscilaba entre los doce días de vida de Loreto, de Barbastro, hasta el año de Lucas, de Pamplona. Veraneantes de la zona, familiares y vecinos de las poblaciones próximas al santuario acompañaron a los padres durante los distintos actos formando un público bullicioso y alegre que disfrutó de una excelente climatología.
La jornada comenzó a las 11:00 h. de la mañana con una misa celebrada por el rector del santuario, D. Javier de Mora-Figueroa. En sus palabras de bienvenida a las familias asistentes, el rector recordó la peregrinación en acción de gracias a la antigua ermita de Torreciudad que los padres de san Josemaría Escrivá hicieron por la curación de su hijo cuando tenía dos años de edad. Durante la homilía recogió varias ideas que el Papa Francisco expresó en el santuario de Aparecida (Brasil) durante la última Jornada Mundial de la Juventud: “Al hablar de la alegría, el Papa dijo: ‘El cristiano es alegre, nunca triste, Dios nos acompaña, tenemos una Madre que intercede siempre por la vida de sus hijos. Si estamos enamorados de Cristo y sentimos cuánto nos ama, nuestro corazón se inflamará de tanta alegría que contagiará a cuantos vivan a nuestro alrededor’”.
Después los participantes comenzaron una romería en dirección a la antigua ermita por el sendero de los Dolores y Gozos de San José. En el recorrido rezaron el Rosario llevando sobre unas andas de madera adornadas con flores la imagen peregrina de la Virgen de Torreciudad. Algunas niñas y sus padres llevaban vistosos trajes regionales de Aragón. Al llegar tuvo lugar el tradicional Canto de los Gozos de la Virgen de Torreciudad y una ofrenda de productos del campo. El rector leyó después la oración de ofrecimiento de los niños a Santa María en solicitud de amparo y protección para todas las familias.
Forjada en hierro y colocada bajo uno de los arcos del porche se encontraba una antigua balanza en la que fueron colocados los niños para realizar la ofrenda de las familias a Nuestra Señora. Según la costumbre, los padres introducen a sus hijos en una canasta de mimbre colocada en uno de los brazos de la balanza, mientras que en el otro igualan el peso de la criatura poniendo productos de sus lugares de origen. Este año la báscula pesó arroz valenciano, patatas y cebollas de la huerta de Zaragoza, tomate rosa de Barbastro, aceitunas del valle del Cinca, aceite y vino del Somontano, jamón de Teruel, una sandía de 8 kg., cava del Penedès, embutidos navarros y un surtido de productos castellanos. En otras épocas, estos alimentos servían para la manutención de la familia del santero o la santera que custodiaba la ermita, actualmente se distribuye entre familias necesitadas de la zona. Después del pesaje de los bebés, se entregó a los padres un recordatorio impreso con la fecha del ofrecimiento y una medalla de la Virgen de Torreciudad, y se les pidió un correo electrónico para enviarles las fotografías del acto.
Para muchas familias fue su primera experiencia, como los Tronchoni Aznar, de Valencia, que ofrecieron a Cristóbal, su primer hijo. “Es una experiencia muy bonita –dijo Belén, su madre-, y le pedimos a la Virgen que nos lo cuide mucho”. También la familia Maza Millán venía por primera vez: “Somos de Monzón –explica Jesús-, y nos casamos aquí en Torreciudad, nos hace muchísima ilusión venir a ofrecer a Loreto”. Estela, su mujer, muestra los productos de su ofrenda, aceite, uva y albahaca de Huesca: “Esto es una gozada, hay muchas familias con niños, están los abuelos…, es una fiesta familiar muy alegre”.
Los aplausos arrecieron cuando fue presentada la pequeña barbastrense Loreto Marco Durán, con doce días de existencia, el bebé más pequeño del grupo y probablemente de toda la historia de esta tradición: “Le pedimos a la Virgen que le dé mucha salud –dicen sus padres- y que le ayude mucho en la vida”. Otra familia muy conocida en la zona, los Armisén Lacau, ofrecieron a Carlota: “Es muy bonito –dice con una amplia sonrisa Blanca, la mamá de la pequeña-, da gusto ver todo lleno de niños”.
Desde Brasil vino la familia Leidemer García para presentar al pequeño Francisco Augusto. “Se llama como el Papa –recuerda su madre, Maise- y estamos haciendo con los abuelos la Ruta Mariana El Pilar-Torreciudad-Lourdes. Es la primera vez que venimos y el ambiente es extraordinario”.
“Cada año es diferente –comenta Mari Paz, una veterana zaragozana que lleva en brazos a Miguel, el sexto hijo que ofrecen aquí a la Virgen-, conoces caras nuevas, llevas cosas distintas en el corazón…”. Manuel también tiene mucha experiencia, porque es el séptimo hijo que presenta a la Virgen de Torreciudad, Íñigo: “Sí, me parece que hoy somos los que más veces hemos venido…”.
“Juan Pablo es el primer hijo que pesamos –explica Luis, de Madrid- y todo ha sido precioso: preciosa la misa y la homilía, nos ha emocionado mucho la procesión… Lo que queremos es que la Virgen de Torreciudad proteja mucho a Juan Pablo y a toda la familia”.
Jose María viene de Bilbao: “Presentamos a nuestro quinto hijo Ignacio, que tiene siete meses. Y hemos venido a pedirle a la Virgen que nos mantenga siempre unidos, que nos cuide y que nos proteja, y que ayude a todas las familias que lo están pasando mal en la actual situación de crisis”. Marta, de Barcelona, también tiene una intención muy especial este día: “Es nuestro sexto pesaje de bebés, hoy le toca Javier, y mi marido y yo le pedimos a Santa María por las vocaciones de nuestros hijos, y que un día estemos todos juntos en el Cielo con Ella”.
La jornada concluyó con otra costumbre tradicional muy valorada por el público, el reparto de “La Caridad”, raciones de torta elaborada en el horno de Secastilla, y vino para celebrar la fiesta ofrecido por Bodegas Obergo, ubicada en la cercana localidad de Ubiergo. Los actos terminaron con el canto de varias jotas aragonesas y canciones dedicadas a la Virgen entonadas con buen ánimo por los asistentes.