Escrito por Mons. Felipe Arizmendi Esquivel
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Nos quejamos de que los jóvenes de hoy son muy inestables, que cambian decisiones a cada rato, que no asumen compromisos de por vida, que temen definirse por una profesión, un matrimonio u otro estilo de vida, que siguen siendo dependientes del dinero de sus padres, cuando les conviene, y prolongan su adolescencia hasta los 25 y 30 años, o más; que son esclavos de modas en ropa, peinados, bailes, diversiones, formas de hablar y de relacionarse, redes sociales, celulares; que son presa del relativismo moral y tienen resistencias ante la Iglesia, más que ante Dios.
En las diócesis de Chiapas, como parte del proceso de la pastoral juvenil, desde hace muchos años se celebra el sacramento de la Confirmación a partir de los 14 años. Aunque a nivel universal se hace una revisión de la edad propia para este sacramento, nuestra experiencia pastoral, sin desconocer razones teológicas e históricas en otro sentido, nos alienta a continuar esta práctica, por los buenos frutos que vemos en los jóvenes. Uno de ellos, al terminar la celebración y dar su testimonio sobre las catequesis que recibieron, dijo frente a la comunidad: “Como jóvenes, tenemos inquietudes… No estábamos muy estables en nuestra fe, desorientados por las cosas que nos atacan en nuestra adolescencia, pero en las pláticas tuvimos oportunidad de darnos cuenta de las diversas situaciones que hay en la actualidad… Poco a poco nos acercamos más a Dios, aprendimos sobre la vida de Jesús, de la Virgen María, del Espíritu Santo y sus dones; conocimos más sobre la Biblia y el valor de cada sacramento, de nuestra madre naturaleza… Estamos dispuestos a ponerlo en práctica, ir a Misa no por obligación, sino por amor a Dios. Llevaremos a Dios en nuestro corazón ayudando a nuestro prójimo, logrando un cambio de vida. Dentro del grupo hay jóvenes que desean ser catequistas, por lo que se seguirán preparando para servir a Dios”. Esta es otra clase de jóvenes, que navegan contracorriente y son una esperanza para la sociedad y la Iglesia.
Se acerca la Jornada Mundial de la Juventud, del 16 al 21 de agosto, en Madrid. Participará el Papa Benedicto XVI, precisamente para alentar otra juventud, cimentada en Cristo, que en El encuentre sentido a su vida y sea constructora de otro mundo.
JUZGAR
Hace un año, anunciando esta Jornada, escribió el Papa a los jóvenes: “Jesús recuerda al joven rico los diez mandamientos, como condiciones necesarias para tener en herencia la vida eterna. Estos son puntos de referencia esenciales para vivir en el amor, para distinguir claramente el bien del mal y construir un proyecto de vida sólido y duradero. También a vosotros, Jesús os pregunta si conocéis los mandamientos, si os preocupáis por formar vuestra conciencia según la ley divina y si los ponéis en práctica.
Ciertamente, se trata de preguntas contracorriente respecto a la mentalidad actual… Dios nos da los mandamientos porque nos quiere educar en la verdadera libertad, porque quiere construir con nosotros un Reino de amor, de justicia y de paz. Escucharlos y ponerlos en práctica no significa alienarse, sino encontrar el camino de la libertad y del amor auténticos, porque los mandamientos no limitan la felicidad, sino indican cómo encontrarla” (15-III-2010).
En la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia, Alemania, les dijo: “La felicidad que buscáis, la felicidad que tenéis derecho de saborear, tiene un nombre, un rostro: ¡el de Jesús de Nazaret, oculto en la Eucaristía!
ACTUAR
¿Queremos que haya otra juventud? No lo lograremos si en la familia, en la escuela, en la universidad, en los medios de comunicación, en la publicidad, sólo se les incita al libertinaje, al placer sin moral, al éxito sin sacrificio, so pretexto de libertad y de que tienen derecho a “gozar la vida”, sin restricciones. ¡Son catastróficos los resultados!
Necesitamos educar jóvenes contracorriente, que sean capaces de asumir valores distintos y contrarios a los de la mayoría. Si se dejan llevar por la corriente, se acorrientan, van para abajo, se vulgarizan, pues ninguna corriente de los ríos va hacia arriba. ¡Cristo es su único camino!
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas