A las 18:58 horas del sábado 16 de abril de 2016, la tierra pareció estallar en Ecuador. Los temblores son algo frecuente en Ecuador, pero este no era un temblor más, sino un terrible terremoto de 7,8 grados de magnitud que hizo estremecer todas las provincias de la costa ecuatoriana y afectó también las instalaciones del Colegio que las Siervas del Hogar de la Madre tenemos en Playa Prieta, en la provincia de Manabí. En esos momentos, se encontraban dentro de la casa cuatro hermanas profesas y siete postulantes. Estaban en el segundo piso, donde estaba la vivienda de la comunidad. De ellas, sobrevivieron tres hermanas y dos postulantes, mientras que una hermana, la hna. Clare Crockett (33 años, Irlanda), y cinco postulantes: Jazmina, Mayra, María Augusta, Valeria y Catalina, fueron encontradas muertas bajo los escombros, varias horas más tarde.
Las hermanas fueron inmediatamente conscientes de lo que pasaba y trataron de protegerse apresuradamente. La hna. Estela Morales, superiora de la comunidad (40 años, España), reaccionó a toda velocidad. Creo poder decir con verdad que su amor y su fe en Jesús Eucaristía superaron en esos momentos al instinto natural de supervivencia. Mientras todo se estremecía a su alrededor entró en la capilla, abrió el Sagrario y extrajo de su interior el pequeño copón que custodiaba el Santísimo Sacramento. En ese momento, vio cómo las cuatro paredes de la capilla se desplomaban sobre ella. No podía ni siquiera defenderse de los golpes, porque con todo su cuerpo protegía al Señor, mientras sus manos aferraban con fuerza el vaso sagrado. Fue arrastrada en medio de los escombros que caían golpeándola por todas partes hasta aterrizar violentamente en la planta baja, sepultada bajo los cascotes. Con sus solas fuerzas, era imposible liberarse de las ruinas que la atrapaban. Tuvo que esperar la llegada de algunos vecinos de la zona que, al darse cuenta de lo sucedido, comenzaron apresuradamente a escarbar entre los escombros.
El improvisado equipo de rescate trabajaba con herramientas insuficientes pero avanzaban guiados por las voces de las hermanas que aún estaban vivas. Así consiguieron liberar en primer lugar a la hna. Therésè Ryan (36 años, Irlanda), con un tobillo fracturado y diversas contusiones. Poco después, consiguieron llegar hasta la hna. Estela, que seguía abrazando el Santísimo Sacramento. Mientras era trasladada a una casa cercana para ser inmovilizada, en espera de que pudiera recibir atención médica, los voluntarios que la habían rescatado – vecinos y conocidos – se hicieron cargo del Santísimo. Estamos convencidas de que la hna. Estela vive por un auténtico milagro del Señor. Y estamos convencidas de que su acto de amor ha sido un consuelo enorme para el Corazón de Jesús. Como el acto de fe de estos hombres, sencillos pero heroicos, que tras arriesgar sus propias vidas para rescatar a las hermanas, custodiaron estremecidos la Eucaristía hasta poder confiarla en manos de las hermanas que llegarían horas después desde Guayaquil.
Un rato después consiguieron liberar la hna. Merly Alcybar (34 años, Ecuador) y a dos jóvenes postulantes, Mercedes y Guadalupe.
Mientras tanto, la comunidad de hermanas que tenemos en Guayaquil, se organizaba apresuradamente para llegar hasta Playa Prieta lo antes posible y colaborar en todo lo posible en las tareas de rescate. En medio de la noche y conscientes de los riesgos, sacudidas por las constantes réplicas, hicieron en coche las tres horas de camino hasta llegar al lugar del siniestro. Cuando llegaron, antes incluso de poder ver cómo estaban las hermanas heridas, uno de los voluntarios se adelantó respetuosamente para entregarles el Santísimo Sacramento. Las hermanas se emocionaron. El primer rescatado en el terremoto de Ecuador, había sido el Señor.
Pero no era el primer rescate de la Eucaristía que tenía lugar esa semana. Las Siervas del Hogar de la Madre tenemos como primera misión “la defensa de la Eucaristía”. Hemos recibido la misión de defender la Eucaristía como el tesoro de amor de nuestro Esposo Jesucristo. Y por esta razón, además de nuestros votos de pobreza, castidad y obediencia, nos ligamos con voto de defenderla en y con nuestra vida, si llega el caso. Y, como digo, esa semana se dieron no una, sino dos ocasiones – al menos- de defender la Eucaristía de forma “heroica”. Me explico.
Días antes del terremoto, el martes 12 de abril nos llegó un preocupante e-mail de nuestras hermanas de la comunidad de Chone, también en la provincia de Manabí (Ecuador). Nos avisaban de que las hermanas de Playa Prieta estaban inundadas: “¡Queridas hermanas! Os escribo de parte de las hermanas de Playa Prieta para deciros que recéis. Está todo inundado. Ha llovido toda la noche y una palizada ha bloqueado el Puente de Pinpiguasí, desbordándose el Río Chico. (Los pueblos) Calderón, Alajuela y Pinpiguasí están inundados. La carretera de Calderón-Pichincha está cortada por deslaves. Es desolador, todo cubierto de agua”.
Más adelante, el mismo e-mail refería: “Se han subido el Santísimo de la Parroquia a casa. El agua les llega por encima de la cintura”. Solo dos sencillas frases. Pero basta ver la fotografía que acompaña este artículo y que venía como adjunto en el e-mail, para entender. En ella se ve a la hna. Estela, vestida con nuestro hábito azul de trabajo, avanzando dificultosamente con el agua – efectivamente- por encima de la cintura. Es agua enlodada, en la que se han mezclado aguas fecales y en la que proliferan culebras y todo tipo de insectos. Sin poder ver dónde se ponen los pies. En esas condiciones salieron de casa las hermanas: hna. Estela, hna. Clare, hna. Merly y hna. Therésè, para rescatar al Señor de la Parroquia anegada por el agua. Yo solo puedo darle gracias al Señor por ellas y por su ejemplo de fe y de amor a la Eucaristía.
Hay otra foto que quiero incluir en este artículo. Es de nuevo la hna. Estela, antes del terremoto. Está en una sencillísima casa, de paredes de ladrillo sin revocar, dando la comunión a una anciana enferma. Que su mirada de fe, con la que supo descubrir la presencia real de Cristo en la Eucaristía, nos guíe a todos nosotros a un crecimiento en la fe y el amor a Cristo Eucaristía.
Hna. Beatriz Liaño, SHM