Jesús el viviente
En la última página del Nuevo Testamento resuenan estas palabras solemnes de Jesús: “Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin” (Ap 22,13). Y a esta suprema manifestación responde la fe de la Iglesia confesando: “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre” (Heb 13,8).
Hemos ido profundizando, conociendo y celebrando el Misterio Pascual de Jesús en estos días. Pero Jesús no es para nosotros un simple pasado, sino el presente decisivo de nuestra vida y el futuro absoluto de toda la humanidad.
“La Iglesia cree que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre luz y fuerzas por su Espíritu, para que pueda responder a su máxima vocación; y que no ha sido dado a los hombres bajo el cielo ningún otro nombre en el que haya que salvarse. Igualmente, cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se encuentra en su Señor y Maestro. Afirma además la Iglesia que, en todos los cambios, subsisten muchas cosas que no cambian y que tienen su último fundamento en Cristo, que es el mismo ayer, hoy y siempre” (GS 10).
«Estaré con ustedes…»:
Dice el Evangelio según San Marcos: “Después de hablarles, el Señor Jesús fue elevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios” (Mc 16,19). Pero, ¿quiere esto decir que nos ha abandonado?
Y el Evangelio según San Mateo termina a su vez con estas palabras del mismo Jesús: “Y sepan que yo estaré con ustedes todos los días hasta el final del mundo” (Mt 28,20).
En este momento, pues, Jesús, además de estar junto al Padre, está también con nosotros. ¿Cómo está presente Jesús en nuestra vida?