Primavera, bienvenida, te esperaba,
con tus fases de altura y bajada,
ruta de renacimiento, pues empieza el despertar,
multitud de prados verdes,
campos de flores, aroma suave y agradable,
allá vamos en busca de horizontes,
y buscados, precavidos, con paso firme,
acecha el perturbador de sueños,
y perturbados, invisible a nuestros ojos,
presencia que perciben nuestros oídos,
meticulosos y prudentes humanidad debemos ser,
y siéndolos, gracias por ser bosques creciendo todos juntos,
granos de arena, unos más pequeños,
otros más grandes, lucha trompeteada
y vitoreada, carros veloces y en ellos,
inédita apariencia se defiende,
y aprende con su nueva imagen,
el destino incierto que augura,
y augurado, comprende el hoy, su importancia,
llagas de dolor por el tiempo en letargo,
y en ese letargo, sed de justicia,
de amor por el que no está,
de hambre cuyos labios no pueden hablar,
sed de esperanza cargada con expresión
de alivio a lo vivido,
pompas de agua de lluvia dejadas
corriendo a su caudal, y llegadas,
travesías desiertas con su magnetismo de energía,
atrayendo poco a poco, paso a paso,
vientos anunciando volver a la vida,
y vueltos el día y la noche, zig-zag de valores
y principios deben ser prioridad en el ser humano,
y siéndolos, arcilla dándole forma creando
el paisaje con cada mano a suturar,
y en esa suturacion,
oportunidad de avanzar sin mirar atrás,
sembrando la flamante vida, el fresco planeta azul,
La Tierra con su diversidad de razas, de culturas,
de países, de fé, de especies,
y entre ellas, el molde humano.
María Luisa Yeste López