El caso del padre Gastón Garatea
Hace menos de un mes salió una noticia al público, la supuesta suspensión del padre Gastón Garatea, miembro de los Sagrados Corazones, por parte del Cardenal peruano y Arzobispo de Lima, Juan Luís Cipriani.
No pasó desapercibida la noticia y, como suele pasar con ciertas noticias en nuestro medio, atrajo la atención de muchas personas y generó no pocas opiniones. Fueron bastantes las personas que escribieron y el diálogo se abrió con esta pregunta ¿Está bien o mal que hayan suspendido al padre Garatea?
Ante todo ¿Qué es lo que sucedió?
Todo sacerdote de la Iglesia Católica, además de ser ordenado por medio del sacramento, necesita tener, para ejercer sus funciones ministeriales, las llamadas licencias, es decir un permiso. Éstas las da el llamado Ordinario, quien está a la cabeza de una diócesis o la que se le equipare (por ejemplo en una orden religiosa y solo para el interior de esta orden, las puede dar el superior general de la orden que sea clérigo).
Es importante recordar que la Iglesia divide los territorios en los que se encuentra sirviendo, en diócesis, arquidiócesis y algunas otras formas (que no viene al caso explicar ahora) a ?n de servir de una manera más organizada y personalizada a los ?eles. A la cabeza de estas jurisdicciones está normalmente el Obispo que es, después del Santo Padre, la autoridad máxima de este territorio.
Es él quien da estas licencias, para lo cual debe personalmente o mediante sus colaboradores directos, verificar la idoneidad del sacerdote. Estas licencias o permisos para celebrar sacramentos, enseñar o transmitir la doctrina cristiana en público se dan porque el sacerdote al ser ordenado ya no se representa a sí mismo sino a la Iglesia, especialmente en actos públicos.
Se le pide al sacerdote que sea fiel al Magisterio de la Iglesia Católica y por ende a Jesucristo. El sacerdote se compromete a todo esto libre y solemnemente, sin ser coaccionado por nadie y acepta, por decirlo así, las condiciones. Como si se tratase de un compromiso laboral (que ciertamente no lo es) acepta seguir fielmente aquello que además se supone cree firmemente, y que es lo que lo motivó a seguir a Jesucristo.
Estas licencias se dan de modo temporal (salvo, algunas veces, uno tenga un oficio eclesiástico, como por ejemplo sea párroco) y deben ser renovadas, como uno renueva su brevete, DNI y otros documentos, buscando que con esa renovación se vea que la persona sigue siendo idónea para determinada función, en este caso para su ejercicio sacerdotal. Nadie nunca reclama por esto ya que es, por decirlo así, lo común en la Iglesia.
Al padre Garatea se le terminó el tiempo de sus licencias (caducaron) y lo que hizo su Obispo, es decir, a quien le debe obediencia y compromiso (en este caso es el Arzobispo de Lima, el Cardenal Cipriani) es no renovarle esta licencia; no suspenderlo como erróneamente han dicho algunos. No se le ha expulsado, suspendido, callado, marginado y demás, solamente se le dijo, me imagino cuando fue en privado a renovar su licencia, que no se la renovarían, como cuando uno va a sacar una visa y se la niegan.
Ahora bien ¿Por qué no se la renovaron? Por faltas graves contra la doctrina de la Iglesia tanto en su modo de vida como en su hablar público. Es importante decir que frente a estas faltas otra persona podría haber sido merecidamente y de manera pública corregida, censurada y sancionada (como lo hace una autoridad cuando uno de sus subordinados hace mal en público), pero esto no sucedió; todo fue en privado y de modo muy decoroso.
Pero ¿Acaso no se hizo un escándalo público de este caso?
Sí, pero no la Iglesia. El Arzobispo de Lima en un gesto de caridad y prudencia le indicó vía el mecanismo oficial que no le renovaría licencias. El que salió a ventilar esto y a conversar con la prensa no una, sino varias veces, fue el padre Garatea que le fue a contar a un periodista amigo suyo (ex alumno de la Recoleta y la Católica), Luis Jaime Cisneros (no sabemos con qué fines), cosas que debió guardar en privado.
Al final ha terminado siendo para su mal, pues esta situación que se podría haber mantenido en privado y arreglado en privado fue expuesta a un circo mediático que a quien perjudica sobremanera es a él.
¿Por qué lo perjudica?
Porque él y algunos periodistas han puesto en público el por qué de esta negativa a sus licencias. Han puesto en boca de todos las faltas del padre Garatea.
Pero entonces ¿Cuál es el motivo de esta no renovación de sus licencias?
La desobediencia del padre Garatea a la Iglesia y por ello a Jesucristo al tener una conducta inadecuada y una prédica errada como sacerdote y católico.
¿Y cuál es esa conducta inadecuada y esa prédica errada?
Las que no son propias de un sacerdote. Como dijimos, nadie obliga a uno a ser sacerdote; uno, descubriendo que Dios lo llama y que su interior se experimenta feliz siguiendo a Dios, se acerca a la Iglesia por la predicación sobre el sacerdocio y por el testimonio de la altísima mayoría de sacerdotes dice «esta es mi vocación», seguir a Jesús en la Iglesia.
Eso implica vivir unas normas y reglas que él acepta libremente y a las cuales promete obedecer no ciegamente, sino habiendo descubierto que en ellas encuentra el camino para seguir a Dios y ser feliz, y a la vez el camino para ayudar de verdad a los demás.
En concreto el padre Garatea erró en los siguientes puntos:
1.- Su ejemplo como sacerdote fue en varios momentos equivocado pues en vez de mostrar a Cristo como es, se dedicó a mostrar otra cosa: no obedeció en mostrarse públicamente como sacerdote con su vestidura propia y que los sacerdotes estamos obligados a llevar; su supuesta labor pastoral con pobres fue en muchos casos un aliento a la lucha, el conflicto y la venganza propia de las teorías condenadas por la Iglesia que él siguió, como la teología de la liberación marxista que, en síntesis afirma que Jesucristo no es la medida para ver la realidad ni la respuesta, sino solo una ayuda, y que más bien la razón para ver las cosas, analizarlas y darles respuesta es el marxismo (como lo afirmaba desde sus primeras publicaciones el padre de esta teoría, Gustavo Gutiérrez, diciendo que la respuesta a la pobreza es la lucha de clases, la misma que llevó a tener tantas víctimas con el terrorismo).
También fue negativa la participación de Garatea en política de modo solapado, convirtiéndolo en un abanderado de ciertos grupos políticos anticlericales. Un ejemplo concreto es su labor hace años en una zona pobre y abandonada del Perú, me refiero a Ayaviri, en Puno. Allí él y otros que siguieron la doctrina de la liberación, so pretexto de ayudar a los pobres, se despreocuparon de darle la importancia debida a las cosas sagradas y los sacramentos para preferir la prédica conflictiva social y la enemistad con las personas; curiosamente cual ONG, se dedicaron mucho tiempo a tener reuniones entre ellos, convenciones, encuentros y demás para hablar de los pobres pero sin dejar una auténtica plataforma de trabajo social como postas, colegios y demás asistencias concretas para las personas necesitadas.
2. En el aspecto doctrinal tuvo una prédica en varios momentos no solo cuestionable sino errada y con posibles consecuencias nefastas. Así, afirmó estar de acuerdo en dejar el celibato sacerdotal en algunos casos, avaló la unión civil de homosexuales y otras cosas más (publicadas en algunos medios peruanos como la revista Caretas). Finalmente desautorizó al Cardenal varias veces, pero en especial con el apoyo que dio a la abortiva píldora del día siguiente (en algunas entrevistas televisivas y en periódicos). No vamos a discutir el por qué estas teorías son equivocadas pues éste no es el tema, sino la obediencia que el padre Garatea debía tener con la Iglesia, su Iglesia, y los principios que él creyó y juró solemnemente defender y difundir.
El padre Garatea al desobedecer a la Iglesia lo hace a Dios y con ello defrauda a las personas que confiaron en él, ya que la gente no busca como respuesta a un hombre, a Garatea, sino mediante él a Dios, y si yo como sacerdote los engaño y no los llevo a Dios sino a unas teorías mías, estoy defraudando a quien creyó que yo era camino hacia Dios. Como un médico que en vez de recetarme lo que la ciencia ya descubrió como respuesta a determinado mal, quiere conmigo experimentar una teoría rara que él tiene y con la cual termina haciéndome daño. Este doctor se hace un profesional no fiable.
Entiendo el caso. Pero esta situación ¿No muestra que el Arzobispo es malo y la Iglesia intolerante?
No. El Arzobispo le llamó la atención, como lo haría cualquier persona que está a cargo de una empresa o gobierno, a su súbdito; no el día anterior, sino desde hacía 6 años. El padre Garatea no solamente no hizo caso en esos 6 años, sino que una y otra vez desafió la autoridad públicamente cual si fuera burla.
Muchas otras personas de Iglesia pensaban más bien por qué antes no se le había censurado públicamente por el daño que hacía a los fieles, pero el Arzobispo en un gesto de bondad y paciencia, creyó que el padre Garatea se corregiría, mientras éste no lo hizo. El porqué no lo hizo no lo sabemos, pero se mostró siempre desobediente, soberbio, desafiante y malcriado.
La Iglesia ¿Es intolerante al corregir a sus miembros? ¿No debería propagar la libertad? Justamente lo que la Iglesia busca es orientar la libertad de las personas hacia la verdad y el bien que Dios revela, como lo hace un padre y una madre con su hijo. No es el caso de este escrito entrar al debate de la verdad, sino solo decir que si uno pertenece a una institución por decisión propia y libre es porque está convencido de ella y su verdad.
Nadie obligó al señor Garatea a querer ser sacerdote y convertirse por ello en el padre Garatea, pero si lo hizo sabía que debía obedecer y respetar las normas y verdades. La Iglesia al pedirle que cumpla este compromiso no es intolerante sino que por un lado defiende lo que cree (es decir la verdad venida directamente de Dios) y le exige a su miembro que cumpla su palabra y compromiso; su contrato.
Pero si es así ¿Cómo entender la opinión mayoritaria de las personas que encuestadas han manifestado su respaldo al padre Garatea y su rechazo al Arzobispo de Lima?
Se han hecho, desde que sucedió el hecho, dos encuestas. La primera decía que solo el 26% de personas encuestadas se había enterado del hecho, no que aprobaran o no, solo que escucharon el problema. La segunda fue hecha por un diario comunista y liberal, La República, que afirmó en su portada que el 71% de personas defendía a Garatea y desaprobaba al
Arzobispo de Lima.
Pero resulta curioso que la misma encuestadora, cuando personas de la Iglesia sorprendidas por esta cifra los buscaron, éstos dijeron lo siguiente: el diario pagó por esta encuesta; se realizó con un muestreo de 1400 personas (500 en Lima y 900 a nivel nacional) de las cuales sólo el 48 por ciento (240 personas) en Lima y el 39 por ciento (351 personas) a nivel nacional dijeron saber del tema; de las que sabían del tema en Lima (240 personas), el 71 por ciento (es decir 170 personas), desaprueban la medida, en suma, de las 1400 personas encuestadas el 71% que refiere el titular del diario corresponden a 170 personas en Lima, casi nada.
Si bien las cosas verdaderas o falsas no se miden por encuestas, en este caso es evidente que la información ha sido manipulada a propósito por este diario ya acostumbrado a mentir a su favor y en contra de la Iglesia.
Y ¿Por qué procede así este diario?
Porque hay interés en que Garatea sea bien visto y el Cardenal no. Éstos responden a intereses más de fondo que solo un problema eclesial, y es que un diario pro aborto, anticlerical, liberal, comunista y con una agenda clara le resulta conveniente hacer quedar mal a la autoridad máxima de la Iglesia en Lima que defiende la doctrina católica contraria a la suya, y enarbolar a quien supuestamente desde la Iglesia debería defender la doctrina católica pero en realidad defiende puntos que este diario y otras personas propagan, convirtiéndose en un abanderado de este tipo de pensamiento, contrario a la fe.
Entonces ¿Cómo entender la defensa que del padre Garatea han hecho tantos periodistas?
Desde esa misma línea, es decir desde la conveniencia. Para nuestra, ejemplos. Repasemos.
Han defendido a Garatea las siguientes personas e instituciones: Diarios anticatólicos y liberales como la República, la Primera y Diario 16, cuyas agendas son abortistas, liberales y conflictivas.
Personas como Augusto Álvarez Rodrich (judío anticatólico, promotor del liberalismo y enemigo de Cipriani); Patricia del Río (frecuente en sus ataques contra la Iglesia Católica); Ernesto de la Jara (?locomunista y liberal); Rocío Santiesteban (cercana a grupos extremistas de izquierda y que defiende públicamente al exsacerdote Marco Arana ahora promotor de conflictos sociales violentos, diciendo que es otro perseguido de Cipriani); Ronald Gamarra (abogado de terroristas); Diego García Sayán (comunista y defensor de los terroristas que tomaron la embajada de Japón en el Perú en 1997, además de conocido anticatólico, promotor de la homosexualidad y el aborto desde la mal llamada y comunista Corte Interamericana de Derechos Humanos); Salomón Lerner Ghitis (judío ?locomunista y primer premier en el gobierno de Ollanta); Pedro Salinas (periodista de poco éxito que profesa un odio y ataque consecutivo a la Iglesia Católica y defiende la homosexualidad y el aborto); Pablo Quintanilla (filósofo promotor de corrientes liberales y siempre cuestionador de la Iglesia y su autoridad); Rosa María Palacio (supuesta católica pero vinculada a la izquierda y siempre dispuesta a criticar a la Iglesia, el Cardenal y defender posturas no conformes siempre al Magisterio); Católicas por el derecho a decidir (movimiento laical que se dice católico y promueve el aborto abiertamente); IDL (institución ?locomunista y liberal que promueve agendas contrarias a la Iglesia); Fernando de Szyszlo (agnóstico contrario a la Iglesia); Alfredo Bryce Echenique (también agnóstico); Javier Diez Canseco (parlamentario comunista, promotor del aborto, la homosexualidad y enemigo confeso de la Iglesia); Marcial Rubio (polémico rector de la Universidad Católica que bajo su mando está en flagrante desobediencia al Santo Padre desde hace tiempo); Magaly Solier (actriz defensora del aborto); Julio Cotler y Francisco Soberón (militantes comunistas metidos en política y constantes en sus ataques a la Iglesia); Susana Villarán (polémica alcaldesa de Lima, promotora de la homosexualidad y el aborto); Monseñor Bambarén (conocido ya por su cercanía a la teología de la liberación marxista y su permanente deseo de salir en los medios para hablar de lo que sea, muchas veces incluso generando conflicto).
Otros son personajes con ideas similares y poca monta intelectual: Guillermo Giacosa (un hombre muy superficial que se llama anti clerical y que reconoce además conocer poco a Garatea, pero del que habla maravillas), Alberto Ísola, entre otros.
Una palabra para la mal llamada Universidad Católica, y es que ésta, en clara represalia al Cardenal, ha decidido condecorar a Garatea, cual premio, por este hecho. Actitud desafiante, malcriada y, digámoslo, poco inteligente y prudente en este contexto peligroso en el que se está moviendo desobedeciendo a la Iglesia desde hace tiempo.
Lo curioso es que casi todas estas personas o instituciones no solamente no profesan la fe católica, sino que son enemigos de ella y, para sorna, no pisan una Iglesia ni una Misa, la cual dicen defender en el caso de Garatea. Ante lo cual uno se pregunta ¿Defienden la vida de fe y sacramental de Garatea? ¿Les da pena que Garatea no les celebre a ellos los sacramentos a los cuales no asisten e incluso en los cuales no creen? ¿O defienden otra cosa en Garatea? ¿Será que Garatea con esta desobediencia a la Iglesia les cae como anillo al dedo para justificar sus posturas?
Cuando uno ve el postulado general para defender a Garatea, casi todos los argumentos van en líneas horizontales, humanas, de trabajo social y poco o nada en cuestión de fe y espiritualidad ¿Será acaso que Garatea ha mostrado mucho de ello y poco de lo otro?
Hay un dicho antiguo que dice: «Dime con quién andas, y te diré quién eres».
Sin embargo hay también gente de Iglesia que lo defiende, incluso sacerdotes
Sí, lo cual no quiere decir, lamentablemente, que estén en lo correcto. Y es que ser sacerdote no convierte a uno necesariamente en buena persona, lo cual va vinculado solo a la fidelidad a Cristo, a la Iglesia y la propia vocación. Por ejemplo, un sacerdote que en vez de celebrar los sacramentos que los fieles le piden porque necesitan confesarse, recibir a Cristo en la Misa, casarse, bautizarse o morir en paz, se dedica a cosas propias de laicos o cuestiones políticas y conflictivas, o sabe Dios a qué ¿Cómo puede ser un sacerdote feliz si no es fiel a Cristo que lo envió sobre todo a eso, o a la Iglesia que le pide sirva sobre todo en ello y especialmente a las personas que solo en él encuentran los sacramentos? ¿Acaso con esa actitud no los defrauda?
Los que han salido a defender a Garatea son:
1. Un obispo, Bambarén, del cual ya hablamos. Los demás obispos que se han pronunciado lo han hecho en contra de Garatea.
2. Unas cuantas religiosas vinculadas a la llamada CONFER y que son seguidoras de la ideología marxista también ya descrita, que propagó Gustavo Gutiérrez en los 70. Éstas son pocas en número, decepcionantes algunas en trato, cercanas a los 70 años y con nulas vocaciones en sus conventos.
3. Ningún sacerdote de la diócesis a la cual pertenece Garatea, es decir Lima.
4. Salió un comunicado hace pocos días, curiosamente en La República, de un grupo de sacerdotes (dicen llegar a 50, pero sus nombres llegaban a menos de 30) que respaldaban a Garatea y criticaban a Cipriani. Éstos ¿Quiénes son? Sacerdotes casi todos mayores de 70 años, seguidores también de las teorías marxistas que los han llevado a no poca amargura y a predicar el conflicto; han dejado los hábitos para dedicarse a labores ajenas al sacerdocio; muchos de ellos son extranjeros y andan vestidos cual turistas desaliñados o mochileros después de varias semanas de viaje.
Muchos de ellos han abandonado a sus fieles especialmente en la predicación del Evangelio y en los sacramentos. Finalmente, no pertenecen a la diócesis de Lima, a la que pertenece Garatea. Yo conozco personalmente a varios de estos sacerdotes firmantes y, siendo honesto, da lástima su situación.
Ok. Pero como resumen ¿No queda el sabor que en la Iglesia no hay democracia?
No hay que ver, en primer lugar, la democracia como una bondad por sí misma, pues si ésta es que el parecer de la mayoría debe ser el que prime ¿Qué pasaría si el parecer de la mayoría es errado? Si la mayoría de un trabajo quiere que me despidan a mí porque no les caigo bien o quieren echarme de la escuela porque me saco más nota que los demás
¿Es democráticamente justo?
La democracia sin una verdad primera corre el riesgo de volverse arbitraria, caprichosa y relativa, y las consecuencias de ello son terribles, como el supuesto derecho democrático que argumentan los promotores del aborto para matar a un niño inocente porque unos mayores así creen que debe ser.
En la algunos aspectos la Iglesia, especialmente en la fe y la moral (en lo revelado por Dios), no puede aceptar la democracia como el deseo de cambiar las cosas cuando una supuesta mayoría (porque siempre son supuestas) diga que debe ser así, acusando además a la Iglesia de ser cerrada e intolerante o poco moderna, y queriendo imponer una costumbre nueva y yendo contra la verdad revelada de Dios. Como a ninguna persona se le ocurre decir que meter la mano al fuego es bueno, así hay cosas que por naturaleza son buenas o son malas y ello no lo cambiará la opinión favorable o no de algunos, incluso de la mayoría.
Que la Iglesia defienda algunas causas que otros ataquen no es porque la Iglesia gana algo con ello, sino por amor a Dios, a la verdad y también al ser humano al cual quiere proteger.
Hay cosas que la Iglesia no es dueña sino servidora, y como tal sabe su papel, el de ser fiel a Cristo.
Esto no se contradice en absoluto con la razón y el avance de las ciencias que la Iglesia ha promovido desde su inicio; quien diga lo contrario es un verdadero ignorante y mejor sería que calle para no ser aplastado por la avalancha de testimonios a favor de la Iglesia como pionera del avance intelectual en la historia.
Hay que recordar que como en todo, tenemos derecho a pensar, opinar, discutir y buscar la verdad, pero nunca propagar la mentira y el mal, sobre todo cuando somos personas a las cuales se nos ha confiado la educación y formación de otras, ya que llevarlas al error por seguir soberbiamente nuestras opiniones y no la verdad que decimos profesar, es un mal terrible.
Lo curioso de todo esto es que ser fiel a la Iglesia lo lleva a quien lo hace a ser catalogado por estos grupos como malo, anticuado, carente de derechos humanos y retrógrado, intolerante y poco libre; mientras que oponerse a la Iglesia es sinónimo de bondad, apertura, tolerancia, cuidado al necesitado y demás.
No olvidemos pues que ante lo que nos enfrentamos es la dictadura del relativismo; sí, aquellos que hablan de libertad y tolerancia son el fondo los verdaderos promotores de la esclavitud y los menos tolerantes, pues quieren hacernos esclavos de sus postulados y cuando uno se le opone y discute, lo tachan y agravian. Esto es lo que ha pasado con el caso Garatea.
Algunos dicen que la Iglesia se ha molestado con un sacerdote que defiende a los pobres
En risible esta afirmación ya que la Iglesia es la institución que en este mundo más ayuda a los pobres y necesitados; el 25% de los trabajos de asistencia a pobres en todo sentido a nivel mundial los realiza la Iglesia como institución. Ningún gobierno o coalición se acerca si quiera a esta cifra. Si la Iglesia mañana dijese «ya no sirvo más a los pobres» y deja su trabajo social, el mundo colapsa. Así de simple.
Entonces afirmar que Garatea es el hombre de los pobres y la Iglesia quiere callarlo es, desde una perspectiva solo intelectual, un comentario carente de razón. Garatea no es ni por lejos el abanderado de la dedicación a los pobres; por presidir desde un escritorio una mesa contra la pobreza que nadie sabe para qué sirve, asistir a reuniones políticas, declarar a la prensa, viajar a ver cosas pobres y firmas declaraciones, o haber elaborado el cuestionadísimo informe de la mal llamada comisión de la verdad y reconciliación, no lo hacen ser conocedor de los pobres y menos su defensor.
Entonces ¿Esta reacción de varios medios y personajes públicos es exagerada?
No, es orquestada. Como dice el título de este ensayo, no hay aquí ignorancia en los periodistas y medios que publican estas noticias (sí de repente en las personas que han recibido estas informaciones), sino intereses. Interés en que Garatea no deje de hablar las cosas que ellos predican; interés en cuestionar a la Iglesia y la verdad que predica; interés en descalificar a las autoridades de la Iglesia. Interés en oponerse a quien para ellos es su mayor enemigo, la Iglesia Católica.
¿Qué hacer entonces?
Nada. Seguir la vida y defender y proclamar la verdad del Evangelio que la Iglesia fue llamada a custodiar. Sin asustarse ni sorprenderse, sabiendo que siempre habrán enemigos que buscarán con distintas excusas, argumentos, programas y oportunidades atacar a la Iglesia, el mayor freno en este mundo a la maldad y los postulados anti humanos.
Finalmente ¿Cómo queda el padre Garatea con todo esto?
Esperemos que con más conciencia de quién es y de su papel; ojalá con la conciencia más clara de lo que la gente espera ver en él, a otro Cristo y no a un funcionario gubernamental, a un sindicalista, a un conflictivo, a un agitador de masas o a alguien que diciendo servir y predicar a Cristo, a veces hace y dice lo contrario defraudando al que lo llamó y a la gente que espera algo de él.
P. Jean Pierre Teullet
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