Humildad para acoger la misericordia – Divina Misericordia

Humildad para acoger la misericordia – Divina Misericordia

ORACIÓN DE SANTA FAUSTINA

“Oh Jesús, escondido en el Santísimo Sacramento, mi único Amor y Misericordia, te encomiendo todas las necesidades de mi alma y de mi cuerpo. Tú puedes ayudarme porque eres la Misericordia misma; en ti pongo toda mi esperanza”.

CITA

“A Dios en cierto sentido le gustan las carencias en tanto que le dan a Él la ocasión de mostrar su misericordia y a nosotros la de volvernos humildes y entender y compartir las carencias del prójimo”.

San Francisco de Sales

REFLEXIÓN

¡Qué necesaria es la humildad! Es un requisito indispensable para la salvación.

Debemos entender que no son nuestros méritos los que nos alcanzarán el cielo, sino la misericordia divina.

Absolutamente todas las cosas buenas que podamos hacer, decir o pensar, son obra del Espíritu Santo que por pura gracia de Dios habita en nuestra alma.

Se nos pide “ser perfectos como el Padre es perfecto” pero no para alimentar nuestra vanidad o para merecernos un premio, sino porque al centro de esa perfección está el amor, de manera que lo que se nos pide es amar, ser “misericordiosos como el Padre”.

Cuando descubrimos que este camino no es fácil, que somos pequeños, que resbalamos y caemos con frecuencia, entonces aprendemos a ser dóciles y a esperar todo de Dios.

Nuestra fragilidad es el punto de encuentro con la omnipotencia misericordiosa del Señor.

Padre mío, permíteme recordar siempre que es en mi debilidad “donde se manifiesta tu fuerza” (2Cor 12,19).

Contágiame tu amor para que, al ser consciente de mis carencias, me sea más fácil aceptar y entender las carencias de mis hermanos, y pueda salir a su encuentro para brindarles un mensaje de esperanza basada en tu misericordia.

PROPÓSITO

Cuando surja en mí la idea de quejarme o criticar las carencias de otros, haré un alto y en su lugar, pensaré en algún atributo que tengan y de ser posible, se los haré saber.

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