Guión eucaristía Presentación del Señor en el templo
PREPARACIÓN:
Antes de la salida del celebrante
Hoy, en la Fiesta de la Presentación del Señor, nos reunimos para celebrar a Cristo como luz que alumbra el corazón de todos. Hoy la iglesia reunida, no sólo se deja iluminar por el Señor, sino que, teniéndolo a Él por la fe en el corazón, se convierte en luz que ilumina el camino de todos los pueblos.
AMBIENTACIÓN:
Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial
Vemos a Jesús, indefenso y abandonado en los brazos de sus padres, que lo llevan a presentar al templo para cumplir la Ley de Moisés, siendo luz que alumbra a las naciones y la gloria del pueblo de Israel. La salvación que trae es universal, es para todos los tiempos y lugares.
Y al igual que Cristo, nosotros, en brazos de nuestra madre la Iglesia, somos presentados ante el Señor para consagrarnos a Él y convertirnos en una oblación cada vez más pura y perfecta hasta lograr la misma madurez de Cristo, dando nuestra vida por nuestro prójimo manifestándole el mismo amor que el Señor nos ha tenido a nosotros.
1ª. LECTURA: (Ml 3, 1-4)
Este texto del Antiguo nos habla de la purificación que es necesaria para poder ofrecer la propia vida como un sacrificio agradable a Dios.
SALMO RESP.: (23, 7-10)
R. El Rey de la gloria es el Señor de los ejércitos.
2ª. LECTURA: (He 2, 14-18)
San Pablo nos hace entender cuál es el proyecto de hombre perfecto en la mente divina: el que es fiel a su voluntad hasta el final y deja a un lado sus rebeldías.
EVANGELIO: (Lc 2, 22-40 )
En el Evangelio se nos muestra la presentación de Jesús en el Templo, y en el prodigioso relato de Lucas escuchamos las profecías de Simeón y de Ana sobre el futuro del Niño.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Y ahora hermanos, con la confianza que el Padre nos escucha, con toda humildad presentémosle las necesidades de la Iglesia, del mundo, de los hombres y nuestras propias necesidades.
GUÍA: A cada una de las peticiones responderemos orando:
«POR CRISTO, LUZ DEL MUNDO, ESCÚCHANOS SEÑOR»
v Padre, te pedimos por la Iglesia y el Papa Francisco, para que esta celebración de tu Hijo como Luz que alumbra el corazón de todos, fortalezca ese anuncio y todos los hombres escuchemos en él a tu Hijo, oremos…
v Te pedimos por nuestro Obispo y por nuestros sacerdotes, haz que con sus ejemplos todos abramos el corazón para hospedar a Dios, oremos…
v Te pedimos que todos, reconociéndonos como verdaderos hermanos entre nosotros, podamos construir una patria en la que reine la justicia, la fraternidad y la solidaridad, oremos…
v Te pedimos que en esta fiesta, la presencia de la Virgen Madre, acompañe y enriquezca a los que están solos, a los que sufren, a los que están necesitados de pan y de amor, oremos…
v Te pedimos que en nuestra comunidad, sepamos manifestar que Cristo está en nosotros y desde nosotros hacer brillar su amor, su alegría, su paz, su misericordia, su perdón y su ayuda para quienes lo necesitan, oremos…
CELEBRANTE:
Señor concédenos, por intercesión de la Santísima Virgen María, que así como ayudó a Jesús a crecer en edad, fortaleza, sabiduría y gracia delante de Ti y de los hombres, nos ayude para que también nosotros vayamos día a día manifestando, con una vida llena de amor, que en verdad tu Hijo vive en nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Junto con los dones del pan y del vino, presentemos al Padre nuestro sincero compromiso de ser como el leño que se enciende y se consume para dar luz, calor, seguridad en su camino a los demás.
Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea
DIÁLOGO DEL PREFACIO:
Al iniciarse el Prefacio (antes de «El Señor esté con vosotros»)
Demos gracias a nuestro Padre del Cielo, porque en Cristo nos ha descubierto el misterio oculto desde siglos: que estamos llamados no a morir sino a vivir eternamente con Él.
COMUNIÓN:
La Eucaristía que ahora vamos a compartir, no sólo nos lleva a adorar al Señor sino, especialmente, a hacerlo parte de nuestra vida ya que entramos en comunión con Él.
DESPEDIDA:
Esta Eucaristía debe ser un verdadero compromiso a ser, cada uno de nosotros, luz de las naciones porque el rostro resplandeciente de Cristo brilla en su Iglesia.