Guión eucaristía Domingo DOMINGO 6 DE JULIO DE 2014
DOMINGO 14º DURANTE EL AÑO
PREPARACIÓN:
Antes de la salida del celebrante
Nos encontramos aquí reunidos, en este domingo décimo cuarto del tiempo ordinario, para celebrar con fe y esperanza la acción de Jesucristo en nosotros, quien en el Evangelio de hoy nos dirá: «Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré», ya que todos necesitamos de este encuentro con Cristo, que nos trae paz y sosiego, y con su gracia alivia las exigencias del Evangelio.
AMBIENTACIÓN:
Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial
El Señor, por boca del profeta Zacarías, nos presenta al Mesías como un rey; pero un rey manso, humilde y mensajero de paz. Y Jesús hace suya esta profecía, advirtiéndonos que sólo quien tenga un alma sencilla y humilde, podrá ser sus discípulos. Y en el encuentro y la unión con Él, experimentamos el alivio de su gracia sobre nuestra cruz y nuestros deberes.
1ª. LECTURA: (Zac 9, 9.19) (Ver texto)
En esta página del Antiguo Testamento, el Profeta nos habla de la humildad del Mesías y de la paz que traerá con Él, invitándonos a exultar de alegría ante su llegada.
SALMO RESP.: (144, 1-2. 8-11. 13c-14) (Ver texto)
R. Bendeciré tu nombre eternamente.
2ª. LECTURA: (Rm 8, 9. 11-13) (Ver texto)
El Apóstol nos exhorta a que vivamos como verdaderos cristianos, de acuerdo con el Espíritu de Cristo.
EVANGELIO:
(Mt 11, 25-30) (Ver texto)
Jesús nos manifiesta su divinidad y su igualdad con el Padre eterno, y nos invita a entrar en su escuela, la escuela de Cristo, si se quiere conocer al Padre y al Hijo.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Queridos hermanos, acudamos a nuestro Padre del Cielo, poniendo en sus manos, con toda humildad y confianza, nuestras necesidades y las de todos los hombres, nuestros hermanos.
GUÍA: A cada una de las peticiones responderemos orando:
«PADRE, ESCÚCHANOS Y HAZNOS HUMILDES DE CORAZÓN»
v Padre, te pedimos por la Iglesia y el Papa Francisco, para que en su magisterio se siga manifestando tu Hijo, y así podamos conocer tu designio de amor, oremos…
v Padre, te pedimos por nuestro Obispo y nuestros sacerdotes, concédeles la sabiduría necesaria para que siempre recibamos por su ministerio, tu Palabra que enseña, que guía, que alivia, que da ánimo, oremos…
v Padre, te pedimos por nuestra patria, para que ilumines los corazones de quienes la habitamos, y así podamos unirnos de verdad para construir una auténtica patria de hermanos, oremos…
v Padre, te pedimos por los que sufren, los que se encuentran solos y abandonados, para que encuentren en tu Hijo el alivio y la fortaleza que tanto necesitan, oremos…
v Padre, te pedimos por toda nuestra comunidad, para que acogiendo en nuestro corazón las enseñanzas de Jesús, encontremos la paz y el sosiego que nos da su gracia y que alivia la carga de nuestros deberes, oremos…
CELEBRANTE:
Padre bueno, escucha favorablemente estas súplicas que hemos puesto en tu presencia, y concédenos la sencillez y humildad que nos pide tu Hijo, para que realmente podamos descubrir en sus enseñanzas, el camino que conduce a tu Reino. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Al presentar las ofrendas, presentémonos nosotros mismos a Dios, con un sincero y humilde deseo de hacernos pequeños para poder aceptar su misterio y su designio de amor.
Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea
DIÁLOGO DEL PREFACIO:
Al iniciarse el Prefacio (antes de «El Señor esté con vosotros»)
Una vez más, como cada domingo, demos gracias al Padre, porque nos ha abierto un camino de vida, dándonos a su Hijo para que sea nuestra fortaleza en él, y nuestro alivio en las exigencias del Evangelio.
COMUNIÓN:
Nos ha dicho el Señor: «Vengan a mí… y así encontrarán alivio». Al comulgar con su Cuerpo, pidamos que él sea nuestra fuerza y sepamos acoger en nuestro corazón, sus enseñanzas de vida eterna.
DESPEDIDA:
Al despedirnos llevemos a nuestros hogares esta Palabra que hemos escuchado, y tratemos que ella se encarne realmente en nuestras vidas, así esta Eucaristía habrá renovado realmente nuestro corazón.