Guión Domingo Sexto de Pascua
Palabra de Dios de cada domingo – DOMINGO VI DE PASCUA/CICLO B
LA ALEGRÍA CRISTIANA NACE DE LA UNIÓN CON CRISTO
Las primeras generaciones cristianas cuidaban mucho la alegría. Les parecía imposible vivir de otra manera. Pablo de Tarso repetía una y otra vez la invitación a «estar alegres en el Señor». Jesús decía: «… que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea plena».
La alegría no es algo secundario en la vida de un cristiano, es una manera de estar en la vida: la única manera de seguir y de vivir a Jesús. No podemos «practicar» la religión cristiana, sin experimentar que Cristo es fuente de alegría vital que no es fruto de un temperamento optimista, ni el resultado de un bienestar tranquilo, ni llevar una vida sin problemas o conflictos.
La alegría cristiana nace de la unión íntima con Jesucristo. Por eso no se manifiesta de ordinario en la euforia o el optimismo a todo trance, sino que se esconde humildemente en el fondo del alma creyente. Es una alegría que está en la raíz misma de nuestra vida, sostenida por la fe en Jesús.
Esta alegría no se vive de espaldas al sufrimiento que hay en el mundo, pues es la alegría del mismo Jesús dentro de nosotros. Al contrario, se convierte en principio de acción contra la tristeza. Pocas cosas haremos más grandes y evangélicas que aliviar el sufrimiento de las personas y contagiar alegría realista y esperanzada.
LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA
1ª LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 10,25-26. 34-35. 44-48
Aconteció que cuando iba a entrar Pedro, Cornelio salió a su encuentro y se echó a sus pies. Pero Pedro lo levantó diciendo:
Levántate, que soy un hombre como tú. Y, tomando de nuevo la palabra, Pedro añadió:
Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras. Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles. Pedro añadió:
¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros? Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Le rogaron que se quedara unos días con ellos.
Palabra de Dios
COMENTARIO A LA 1ª LECTURA
Para Dios todos somos iguales y a todos nos ha salvado. El Espíritu Santo vino sobre todos los oyentes: judíos y paganos, y por tanto, confirma que Dios no hace distinción. Desde el principio la Iglesia abrió sus puertas a personas de toda raza, cultura y condición. La única condición es creer en Jesús y bautizarse.
SALMO Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4
R. El Señor revela a las naciones su justicia.
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R: El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R:
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad. R:
2ª LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 4,7-10
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación para nuestros pecados.
Palabra de Dios
COMENTARIO A LA 2ª LECTURA
Dios nos manifestó su amor, ante todo al enviarnos a su Hijo para que tengamos vida en Él. El amor de Dios consiste en que Él nos amo primero enviando a Jesús, su Hijo, que nos trajo la salvación.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 15,9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.
Palabra de Dios
PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL
AMAR AL ESTILO DE JESÚS
Jesús al despedirse de sus discípulos les dio un solo mandato: “que os améis unos a otros como yo os he amado». Jesús no quería que su estilo de amar se perdiera entre los suyos. Si un día lo olvidaban, nadie los podría reconocer como discípulos suyos.
Las primeras generaciones de creyentes en Jesús resumían así su vida: «Pasó por todas partes haciendo el bien». Jesús buscaba siempre el bien de las personas, ayudaba a vivir, su estilo de amar era inconfundible, era muy sensible al sufrimiento de la gente, no podía pasar de largo ante quien estaba sufriendo.
Quien ama como Jesús, vive aliviando el sufrimiento y secando lágrimas. Quien ama como Jesús, aprende a mirar los rostros de las personas con compasión, está atento a cualquier llamada, está dispuesto siempre a hacer lo que pueda. Los seguidores de Jesús, como Él, tenemos que estar junto a los más desvalidos, tenemos que hacer lo que podamos por curar sus dolencias, liberar sus conciencias o contagiar confianza en Dios, sabiendo que no podemos resolver todos los problemas, pero sí algunos.
Guión Domingo Sexto de Pascua
CREER EN LA RESURRECCIÓN DE JESÚS NOS LLEVA A CREER EN NUESTRA RESURRECCIÓN
En este tiempo de Pascua estamos celebrando la Resurrección de Jesús, el acontecimiento más importante de la historia para un creyente, la victoria de Cristo sobre la muerte, la victoria de la vida y del amor de Dios, más fuerte que el pecado y las limitaciones del hombre. También celebramos que los que creemos en Jesús resucitado también resucitaremos a la vida eterna.
Creer en la Resurrección es sobre todo una cuestión de confianza.
Confianza en Cristo, en sus palabras y en su promesa de que tendrían la vida eterna todos los que a lo largo de los siglos quisieran acogerle, confianza en los miles de testigos que a lo largo de la historia han creído y han dado su vida por esa fe y confianza también en el amor, en ese amor que sentimos y que, aunque muchas veces se nos muestra débil, también se nos muestra con necesidad de eternidad.
Confianza que nos da valor y fuerza para seguir caminando por la vida, para seguir luchando por un mundo más justo y solidario, para amar siempre, porque la resurrección del Señor Jesús nos dice que merece la pena el esfuerzo, que todos los gestos de amor y solidaridad son fecundos y transformados por Dios en vida verdadera.
LECTURAS DE LA EUCARISTÍA
1ª LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 15,1-2. 22-29
En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme a la tradición de Moisés, no podían salvarse.
Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia. Los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron entonces elegir algunos de ellos y mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé.
Eligieron a Judas Barsabá y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y les entregaron esta carta: «Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia convertidos del paganismo.
Nos hemos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alarmado e inquietado con sus palabras.
Hemos decidido, por unanimidad, elegir algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, que han dedicado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo.
En vista de esto, mandamos a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de la fornicación. Haréis bien en apartaros de todo esto. Salud.»
Palabra de Dios.
COMENTARIO A LA 1ª LECTURA
El texto de los Hechos de los Apóstoles nos habla de un problema que se presentó en las primeras comunidades cristianas que se iban formando y era que si los nuevos incorporados que venían del paganismo tenían que circuncidarse como los judíos.
SALMO
Salmo 66, 2-3. 5. 6 y 8
R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
2ª LECTURA
Lectura del libro del Apocalipsis 21,10-14. 22-23
El ángel me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios. Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido.
Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel.
A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a occidente tres puertas. La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero.
Santuario no vi ninguno, porque es su santuario el Señor Dios todopoderoso y el Cordero. La ciudad no necesita sol ni luna que la alumbre, porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero.
Palabra de Dios.
COMENTARIO A LA 2ª LECTURA
Un nuevo texto del Apocalipsis del apóstol Juan nos presenta la Jerusalén celestial que trae la gloria de Dios. Es la realidad del nuevo Reino que con sus luces y sus sombras, pero sin perder la paz y el sosiego tenemos que construir.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 14,23-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras.
Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.
La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde.
Me habéis oído decir: «Me voy y vuelvo a vuestro lado». Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.
Palabra de Dios
COMETARIO AL EVANGELIO
En el Evangelio de hoy, Jesús propone a los que quieran seguirle un mandamiento nuevo: “Amaos unos a otros como yo os he amado».
Es el único fundamento de su Evangelio salvador, es el único signo por el que se conocerá a sus discípulos y no hay otro. Su «bandera», enarbolada en la cruz, es amar a todos como él nos amó.
PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL
LOS SEGUIDORES DE JESÚS, EL SEÑOR, DEBEMOS SER SEMBRADORES DE PAZ
Los primeros cristianos se saludaban deseándose mutuamente la «paz». Para ellos tenía un significado profundo.
En una carta que el apóstol Pablo escribe a una comunidad cristiana de Asia Menor, les manifiesta su gran deseo: «Que la paz de Cristo reine en vuestros corazones». Esta paz no es una ausencia de conflictos y tensiones.
Tampoco una sensación de bienestar o una búsqueda de tranquilidad interior. Según el evangelio de Juan, la paz es el gran regalo de Jesús, es la herencia que ha querido dejar para siempre en sus seguidores: «Os dejo la paz, os doy mi paz».
Para humanizar la vida, lo primero es sembrar paz, no violencia; promover respeto, diálogo y escucha mutua, no imposición, enfrentamiento y dogmatismo.
El enfrentamiento y la agresión mutua es difícil de erradicar, conseguir la paz es tan complicado, porque el ser humano lo primero que tiene que hacer es buscar su paz interior.
Cualquiera no puede sembrar paz.
Con el corazón lleno de resentimiento e intolerancia no es posible aportar verdadera paz a la convivencia, no se ayuda a acercar posturas y a crear un clima amistoso de entendimiento, mutua aceptación y diálogo.
La persona que lleva en su interior la paz de Cristo busca siempre el bien de todos, no excluye a nadie, respeta las diferencias, no alimenta la agresión, fomenta lo que une, nunca lo que nos enfrenta.
Desde la Iglesia de Jesús tenemos que aportar concordia y reconciliación, llevando primero en nuestro corazón paz.
Compartimos la reflexión y el guión del Domingo Sexto de Pascua – Ciclo A
EL ARTE DE VIVIR DESDE EL ESPÍRITU DE DIOS
Nunca los cristianos debemos sentirnos huérfanos, porque el vacío dejado por la muerte de Jesús ha sido llenado por la presencia viva del Espíritu del Resucitado, el Espíritu de la verdad que vive con nosotros y está en nosotros.
El verdadero creyente busca la verdad con el corazón limpio, su vida no está programada por prohibiciones, sino que viene animada e impulsada positivamente por el Espíritu que le hace descubrir que ser cristiano no es un peso que oprime y atormenta la conciencia, sino que es vivir con una espontaneidad que nace del amor.
Esta vida nueva en el Espíritu genera en nosotros un estilo de vida nuevo, enfrentado al estilo de vida que brota de la mentira y el egoísmo. Vivimos en una sociedad donde a la mentira se le llama diplomacia; a la explotación, negocio; a la irresponsabilidad, tolerancia; a la injusticia, orden establecido; al sexo, amor; a la arbitrariedad, libertad; a la falta de respeto, sinceridad.
Difícilmente puede esta sociedad entender o aceptar una vida acuñada por el Espíritu que le hace caminar hacia la verdad, liberándolo de la mentira social, la farsa y la intolerancia de nuestros egoísmos.
LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA
1ª LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 8,5-8. 14-17
En aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaria y predicaba allí a Cristo.
El gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.
Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por los fieles, para que recibieran el Espíritu Santo; aún no había bajado sobre ninguno, estaban sólo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.
Palabra de Dios.
Sal 65, 1-3a. 4-5. 6-7a. 16 y 20
R. Aclama al Señor, tierra entera.
- tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria;
decid a Dios: «Qué temibles son tus obras». R: - que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. R: - a pie atravesaron el río.
Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna eternamente. R: - os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica,
ni me retiró su favor. R:
2ª LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 3,15-18
Hermanos:
Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere; pero con mansedumbre y respeto y en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados queden confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo; que mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal.
Porque también Cristo murió una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios. Murió en la carne, pero volvió a la vida por el Espíritu.
Palabra de Dios
COMENTARIO A LA 2ª LECTURA
El Apóstol Pedro decía a los seguidores de Jesús que dieran razón de su esperanza a todo el que se la pidiera.
Es una certeza incuestionable que quien no tiene la alegría y el gozo de ser cristiano, tampoco lo puede contagiar a los demás, ni siquiera transmitir.
La fe es algo que se ofrece gozosamente y no se impone por la fuerza, que se manifiesta alegremente y se acepta y recibe libremente.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 14,15-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad.
El mundo no puede recibirlo porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis porque vive con vosotros y está con vosotros.
No os dejaré desamparados, volveré.
Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis, y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros.
El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama, lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.
Palabra de Dios
COMENTARIO AL EVANGELIO
Jesús nos dice que solamente le ama quien guarda sus mandamientos. Jesús sabe que es difícil mantener fidelidad a sus mandamientos en un mundo que no es favorable al mensaje evangélico, por eso afirma y se compromete a ayudarnos en nuestra tarea de fidelidad a sus mandamientos por medio del Espíritu Santo que recibimos en su nombre.
PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL
VIVIR EN LA VERDAD DE JESÚS
Para muchos, Jesús habrá pasado por este mundo como si nada hubiera ocurrido; no dejará rastro alguno en sus vidas. Sólo quienes lo aman podrán experimentar que está vivo y hace vivir. Jesús es la única persona que merece ser amada de manera absoluta.
Quien ama a Jesús vive sus palabras, “guarda sus mandamientos”, se va “llenando” de Él.
Es el “Espíritu de la verdad”, es la fuerza y la luz que nos hace “vivir en la verdad”. Cualquiera que sea el punto en que nos encontremos en la vida, acoger en nosotros a Jesús nos lleva hacia la verdad. Jesús “vive con nosotros y está en nosotros”.
Lo escuchamos en nuestro interior y resplandece en la vida de quien sigue sus pasos de manera humilde, confiada y fiel.
Jesús seguirá siempre vivo en el mundo. Si lo acogemos en nuestra vida, no nos sentiremos huérfanos y desamparados.
Tal vez la conversión que más necesitamos hoy los cristianos es ir pasando de una adhesión verbal, rutinaria y poco real a Jesús, hacia la experiencia de vivir enraizados en su “Espíritu de la verdad”.