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GRAN Carta de un SACERDOTE a las OFENSAS a la VIRGEN del ROCÍO

OFENSAS a la VIRGEN del ROCÍO

OFENSAS a la VIRGEN del ROCÍO

INTERESANTÍSIMA Carta de un SACERDOTE de Guadix a las OFENSAS a la VIRGEN del ROCÍO

MADRE DE CATALANES Y ANDALUCES

Hace no mucho fui invitado por las universidades de Barcelona y el Monasterio de Monserrat, a dictar una conferencia a cerca de la piedad popular andaluza, en el Aula Magna del famoso cenobio. Tanto los monjes como los profesores, me trataron con la mayor y mejor cortesía del mundo y apreciaron las afirmaciones sobre la visión andaluza popular que fui capaz de verter en mis intervenciones. La hospitalidad benedictina y académica fue absoluta y total.

Valoro mucho la grandeza de la cultura catalana y, aún más si cabe, la del catolicismo de aquella bendita tierra: Jacinto Verdaguer es un egregio poeta, sacerdote y gloria de su lengua…, Gaudí está, con toda justicia, en proceso de beatificación por su vida y por su obra que, al cabo, son la misma cosa. En mi condición de Canónigo de la Catedral de Guadix, me siento sucesor de Urquinaona, que antes de ser el nombre de una gran plaza barcelonesa, es apellido de un capitular de Guadix que fue obispo de la Ciudad Condal, con gran predicamento en su época y magno reconocimiento posterior por parte de los historiadores de Cataluña… De modo más remoto, don Luis de Tena, también fue canónigo accitano y Obispo de Tortosa, amén de presidente de la Generalidad de Cataluña y siempre antepuso, como su primer título, el de “accitano”.

Siento una profunda veneración por la santidad catalana, y sus grandes seguidores de Cristo, cuya simple enumeración resulta interminable. Solo en Vic son multitud y de una densidad heroica verdaderamente envidiable. Sus advocaciones marianas, manifiestan la grandeza de alma de las gentes de aquella tierra.

No me considero ofendido por las manifestaciones ya muy antiguas, de racistas, supremacistas y xenófobos, contra la hermosura de Andalucía en todas sus grandezas, que, a todas luces, tampoco están mancas respecto de las catalanas, gallegas, vascas o castellanas, desde Valencia a Lisboa. Con todo, sí manifiesto mi deseo de un mayor respeto por la Virgen María: sencillez, humildad, esperanza, servicio, pureza de vida, desinterés, entrega, valentía, entereza… son caracteres comunes a la que es Madre de andaluces y catalanes. Muchos de sus hijos poseen, siquiera sea más parcialmente que María, estas virtudes que convierten en vida los valores. La Virgen es símbolo y testimonio de lo mejor de nosotros mismos. Pretender ofenderla, ya sea llamándole Rocío o Montserrat, es tan ridículo como absurdo… ofende sólo el que puede…

“Dios te salve María, Madre de catalanes y andaluces”. Enséñanos a devolver siempre bien por mal, sin odio racista, rencores supremacistas o venganzas que dividen y ensucian. Tú, Madre, eres demasiado hermosa para que te hieran las blasfemias.

Manuel Amezcua Morillas

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