El programa «Cambio de Agujas» de esta semana ofrece un testimonio del que podemos aprender mucho. Sube al tren de Cambio de Agujas Nikola Djukic, natural de Serbia. Nikola nos sorprende desde su primera intervención en el programa al afirmar: “Yo he recibido esta gracia: soy un exdrogadicto”. Es difícil no emocionarse cuando sigues escuchándole explicar: “Yo digo esa “gracia”, y digo que gracias a Dios fui un drogadicto, porque a través de esa cruz, Dios me ha permitido conocerlo”.
Nacido en un hogar en el que no le faltaba de nada, ni siquiera amor, el excesivo permisivismo de su familia le permitió introducirse en ambientes donde la única forma en que un adolescente de trece o catorce años pareciera un hombre, era camuflar sus miedos e inseguridades detrás de los efectos de un porro. Tras los porros llegaron las pastillas y antes de que pudiera darse cuenta estaba enganchado en drogas muy serias, hasta el punto de necesitar una media de ciento cincuenta euros diarios para satisfacer su adicción. Su análisis de por qué un joven, aún queriendo, no consigue salir del círculo de la droga es muy esclarecedor: “Hoy tengo muy claro por qué recaía una y otra vez: porque la droga no es el problema. La droga es el resultado de problemas que llevas dentro. Entonces, no se trata de quitarte solo de la droga, se trata de resolver los problemas que llevas dentro”.
Sin buscarlo ni quererlo, huyendo de la policía y de personas a las que debía dinero, terminó en la casa que la Comunidad El Cenáculo tiene en Medjugorje. Allí le esperaban el Señor y su Madre Santísima, de la mano de una comunidad a la que está profundamente agradecido.