Gastar la vida de Luis Espinal
Tú, Señor, dijiste:
“Quien quiera guardar su vida la perderá;
y quien la gaste y dé por mí, la recobrará”.
A pesar de todo, tenemos miedo
a gastar la vida y entregarla sin reservas.
Un terrible instinto de conservación nos lleva al egoísmo,
y nos atormenta cuando hemos de jugarnos la vida.
Pagamos seguros por todas partes para evitar los riesgos.
Y, además de todo eso, está la cobardía.
Señor, nos da miedo gastar la vida.
Sin embargo, Tú nos diste la vida para gastarla.
No podemos reservárnosla en un estéril egoísmo.
Gastar la vida es trabajar por los demás, aunque no nos paguen;
hacer un favor a quien nada puede darnos a cambio;
gastar la vida es arriesgarse incluso al inevitable fracaso,
sin falsas prudencias;
es quemas las naves en bien del prójimo.
Somos antorchas,
y sólo tenemos sentido cuando nos quemamos;
sólo entonces seremos luz.
Líbranos de la prudencia cobarde,
la que nos hace eludir el sacrificio y buscar seguridad.
Gastar la vida no es algo que se haga
con gestos extravagantes y falsa teatralidad.
La vida se entrega sencillamente, sin publicidad,
como el agua de la fuente,
como la madre que da el pecho a su hijito,
como el sudor humilde del sembrador.
Enséñanos, Señor, a lanzarnos a lo imposible,
porque detrás de lo imposible están tu gracia y tu presencia,
y no podemos caer en el vacío.
El futuro es un enigma, nuestro camino se pierde en la niebla;
con todo, queremos seguir dándonos,
porque Tú estás esperándonos en la noche
con mil ojos humanos que nos deshacen en lágrimas.