Fundamento del apostolado seglar
3. Los cristianos seglares obtienen el derecho y la obligación del apostolado por su
El apostolado se ejerce en la fe, en la esperanza y en la caridad, que derrama el
Espíritu Santo en los corazones de todos los miembros de la Iglesia. Más aún, el precepto de
la caridad, que es el máximo mandamiento del Señor, urge a todos los cristianos a procurar la
gloria de Dios por el advenimiento de su reino, y la vida eterna para todos los hombres: que
conozcan al único Dios verdadero y a su enviado Jesucristo (Cf. Jn., 17,3)’
Por consiguiente, se impone a todos los fieles cristianos la noble obligación de
trabajar para que el mensaje divino de la salvación sea conocido y aceptado por todos los
hombres de cualquier lugar de la tierra.
Para ejercer este apostolado, el Espíritu Santo, que produce la santificación del pueblo
de Dios por el ministerio y por los Sacramentos, concede también dones peculiares a los
fieles (Cf, 1 Cor., 12,7) «distribuyéndolos a cada uno según quiere» (1 Cor., 12,11), para que
«cada uno, según la gracia recibida, poniéndola al servicio de los otros», sean también ellos
«administradores de la multiforme gracia de Dios» (1 Pe., 4,10), para edificación de todo el
cuerpo en la caridad (Cf. Ef., 4,16).
De la recepción de estos carismas, incluso de los más sencillos, procede a cada uno de
los creyentes el derecho y la obligación de ejercitarlos para bien de los hombres y edificación
de la Iglesia, ya en la Iglesia misma., ya en el mundo, en la libertad del Espíritu Santo, que
«sopla donde quiere» (Jn., 3,8), y, al mismo tiempo, en unión con los hermanos en Cristo,
sobre todo con sus pastores, a quienes pertenece el juzgar su genuina naturaleza y su debida
aplicación, no por cierto para que apaguen el Espíritu, sino con el fin de que todo lo prueben
y retengan lo que es bueno (Cf. 1 Tes., 5,12; 19,21).