Feliz Wahtsapp nuevo
Familias enteras muy unidas… por el teléfono que como posesos cada cual tenía en la mano, sin hablar nadie con nadie
ENTRÉ la otra mañana a tomar café en un bar más bien de mala muerte de un barrio bastante chungaleta y el camarero, en vez de comentar los goles de Messi, como hasta ahora era lo mandado, le estaba diciendo al que parecía cliente asiduo de la casa, acodado en la barra y dando lidia y muerte a tremenda tostada de manteca con tropezones:
– Mira, pues si Explorer no te funciona, bájate Mozilla, que es el que uso yo y verás lo rápido que funciona, a mucha más velocidad.
Y el otro, mientras le chorreaba por la barbilla la pringue untosa de la manteca:
-¿Y cómo me instalo yo el Morcilla, o Mozilla, o como se llame ese navegador?
Y el camarero, desde el púlpito de su barra, pontifical:
– Eso entras en Google y tecleas «descargar Mozilla Firefox» y en un monumento te lo instalas. Verás cómo no volverás a tener problemas.
¿Quién nos iba a decir que no sólo íbamos a estar acomodados en las nuevas tecnologías como Perico en su casa, sino que los archiperres cibernéticos iban a ser el gran tema de conversación en cada reunión de las Pascuas? Paseando en estas fechas por las calles de compras y regalos, he oído multitud de retazos de conversaciones de los viandantes aproximadamente como la del camarero del Mozilla, qué merendilla:
-¿Has visto la foto de Vanesa en su muro de Facebook?
-Vamos a entrar en esta cafetería, que tienen Wifi, porque quiero actualizar una aplicación que me hace falta.
-¿Tú sabes algo de José Manuel? Le puse el otro día un SMS y no me ha contestado…
-Pues yo creo que Windows no ha vuelto a sacar nada que supere al XP, lo he puesto así en mi Twitter.
¿De qué hablaba la gente por la calle, qué comentaban las familias, antes que existieran los ordenadores y los teléfonos móviles inteligentes? Nos podemos llevar media hora hablando sobre una nueva aplicación para iPhone 5 o Android. Intensamente. ¿Unen o separan estos teléfonos móviles tan inteligentes que, menos café capuchino, te hacen de todo? Yo he visto en Nochebuena y en Nochevieja a familias enteras muy unidas… por el teléfono móvil que como posesos cada cual tenía en la mano, tecleando y mandando y recibiendo mensajes, pero sin hablar nadie con nadie ni una sola palabra. Y cuando ha habido conversación, ¿de qué se ha hablado? ¿De qué va a ser? De los que estaban a muchos kilómetros, pero que gracias a las nuevas tecnologías andaban mucho más cerca que prima Carmeli, que aunque estaba sentada a nuestro lado, se pasó la noche como ausente, sin hablar con nadie, embebida en la pantalla y en el teclado virtual de su Samsung. Las conversaciones familiares de estas fechas han sido de este tenor:
-¡Mira qué vídeo más divertido me ha mandado Manolo por WhatsApp!
Y allá que se ponían todos a mirar el gato con atiplada voz de pitufo que había mandado Manolo para desear Feliz Navidad:
-Pásamelo a mi teléfono, que se lo voy a rebotar a Rosario…
-No, espera, mira antes este SMS tan gracioso que me ha puesto mi cuñado.
-¿Pero no te mandó ya la imagen de Papá Noel toreando un reno?
-No, eso fue en Nochebuena. Ahora mira esto tan divertido de la crisis que me ha puesto…
¿De qué hablaban las familias antes de que cada uno fuera a las cenas de «las entrañables fiestas» armado con su Apple o su Samsung de reglamento, dispuesto a no hablar con nadie y a asetear a mensajes a medio mundo? Y el que avisa no es traidor: los Reyes vienen cargados de tabletas. No tabletas del chocolatillo del villancico, sino de Android o de Apple. Horror. Más incomunicación todavía con los más próximos.
Fuente: Antonio Burgos en www.abc.es