En la madrugada del lunes 28 de octubre, en México, donde se encontraba dirigiendo una tanda de ejercicios espirituales, ha fallecido el sacerdote y fraile capuchino español Ignacio Larrañaga, uno de los autores de libros de espiritualidad de mayor calidad y éxito de las últimas décadas, iniciador de los Encuentros de Experiencia de Dios y de los Talleres de Oración y Vida.
Tenía 85 años y era de origen vasco. La mayor parte de su vida discurrió en América Latina. El Padre Ignacio Larrañaga, sacerdote franciscano, capuchino de origen español. Nació en Loyola el 4 de mayo de 1928. Fue ordenado sacerdote en Pamplona y desarrolló por algunos años su ministerio sacerdotal en España.
Enviado a Chile, desde muy joven, ha desarrollado una obra pastoral inmensa, como predicador, escritor y organizador de conferencias, cursos, retiros.
En el año 1965 fundó, el Centro de Estudios Franciscanos y Pastorales para América Latina (CEFEPAL), desarrollando a lo largo de una década una intensa actividad animadora en la línea franciscana y en la renovación conciliar en diversos países de América Latina y España.
En 1974 en Brasil, inició un método de evangelización llamado “Encuentro de Experiencia de Dios“, de seis días de duración que llevó a cabo durante 23 años, en los que participaron decenas de miles de personas, delegando después esa tarea evangelizadora a matrimonios de distintos países, que hoy día prosigue.
Desde el año 1984 inició la obra, considerada más importante de su vida: los Talleres de Oración y Vida (TOV), a cuya fundación y consolidación dedicó aproximadamente diez años, escribiendo para su eficaz funcionamiento, dos libros fundamentales: el ‘Manual del Guía TOV’ y ‘Estilo y Vida de los Guías’ y grabando siete casetes con la misma finalidad.
El Padre Larrañaga es asimismo autor de 16 libros que han alcanzado numerosas ediciones y han sido traducidos a 10 idiomas. Entre sus escritos destacan “Muéstrame tu rostro”,
“El hermano de Asís”, “El pobre de Nazaret”, “Salmos para la vida”,
“El silencio de María”, “Del sufrimiento a la paz”, “El matrimonio feliz”.
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PLEGARIA DE LA NOCHE
Padre mío, ahora que las voces se silenciaron
y los clamores se apagaron,
aquí al pie de la cama
mi alma se eleva hasta a Ti para decirte:
Creo en Ti, espero en Ti,
te amo con todas mis fuerzas.
Gloria a Ti, Señor.
Deposito en tus manos
la fatiga y la lucha,
las alegrías y desencantos
de este día que quedó atrás.
Si los nervios me traicionaron
si los impulsos egoístas me dominaron,
si di entrada al rencor o a la tristeza,
¡perdón, Señor! Ten piedad de mí.
Si he sido infiel,
si pronuncié palabras vanas,
si me dejé llevar por la impaciencia,
si fui espina para alguien, ¡perdón, Señor!
No quiero esta noche entregarme al sueño
sin sentir sobre mi alma
la seguridad de tu misericordia,
tu dulce misericordia
enteramente gratuita, Señor.
Te doy gracias, Padre mío,
porque has sido la sombra fresca
que me ha cobijado
durante todo este día.
Te doy gracias porque
-invisible, cariñoso, envolvente-
me has cuidado como una madre,
a lo largo de estas horas.
Señor, a mi derredor
ya todo es silencio y calma.
Envía el ángel de la Paz a esta casa.
Relaja mis nervios, sosiega mi espíritu,
desata mis tensiones,
inunda mi ser de silencio y serenidad.
Vela sobre mí, Padre querido,
mientras me entrego confiado al sueño,
como un niño que duerme feliz en tus brazos.
En tu nombre, Señor,
descansaré tranquilo. Así sea.
P. Ignacio Larrañaga