Fallece el Padre Eduardo Hernández Rodríguez, conocido mundialmente como el sacerdote que celebraba misa con su marioneta.
PEQUEÑO HOMENAJE a EDUARDO HERNÁNDEZ
El párroco de la iglesia de San Pedro Apóstol en San Pedro de los Hernández, tenía un mejor amigo, Pecas una marioneta.
La Arquidiócesis de León realizaba el siguiente COMUNICADO sobre el FALLECIMIENTO DEL PBRO. EDUARDO HERNÁNDEZ RODRÍGUEZ
La Arquidiócesis de León comunicaba el fallecimiento del sacerdote D. Eduardo Hernández Rodríguez a la edad de 59 años.
El religioso nació el 12 de octubre de 1960 y su formación se llevó a cabo en el Seminario de la Arquidiócesis, recibió el Sagrado Orden de los Presbíteros en la Santa Iglesia Catedral de la Madre Santísima de la Luz de León el 2 de julio de 1986.
Ha dedicado 34 años de ministerio sacerdotal, como Vicario Parroquial sucesivamente en la Parroquia de San Juan Bautista de Ocampo, Prefecto de Disciplina del Seminario Menor Diocesano y Administrador parroquial de la parroquia de San Juan Bautista de Ocampo.
Ya en el año de 1990 estudió Licenciatura en Sociología Religiosa en la Pontifica Universidad Gregoriana en Roma, mientras que en 1992 estudió licenciatura en Teología Dogmática en la Universidad Pontificia de México.
Además, fue vicario parroquial en la Parroquia de la Sagrada Familia, administrador parroquial de San Bernardo Abad en 1995, mientras que al año siguiente recibió el nombramiento como Párroco de la misma San Bernardo Abad.
Ya más tarde, en el año 2001, fue nombrado párroco de la Parroquia San Juan Bautista. Fue, en 2004, decano de San Miguel Arcángel; párroco de la Parroquia de Santa María Guadalupe en el 2005; en el 2006 y hasta 2009 fue nombrado decano del Decanato Cristo Rey.
En el 2010 fue encargado de la Dimensión Diocesana de los Campesinos, y en el 2013 fue Director del Observatorio Social Diocesano; cuatro años más fuerte recibió el nombramiento de párroco de la Parroquia de San Pedro Apóstol.
Descanse en paz.
Por motivos de la Emergencia Sanitaria no será velado y tampoco se llevará a cabo la celebración de sus exequias para evitar posibles aglomeraciones que pudieran ser causa de alguna transmisión comunitaria del virus que azota nuestra sociedad.