Evangelio del Domingo XXI del Tiempo ordinario – Ciclo A
EL CRISTIANO NO PUEDE TENER ESCONDIDA SU FE
Las parábolas sobre el Reino de Dios, las del tesoro escondido en el campo y la de la perla de gran valor, nos dicen que el descubrimiento del Reino puede producirse improvisamente o después de una larga búsqueda, en ambos casos, lo importante es que tanto el tesoro como la perla valen más que todos los otros bienes y, por tanto, cuando se encuentran, se renuncia a todo lo demás para poder comprarlos.
Quien se encuentra con Jesús personalmente, quien llega a conocerlo de verdad, se da cuenta que ha encontrado el mejor tesoro que podía tener.
Cuántas personas, cuántos santos y santas, a través de la historia, leyendo con corazón abierto el Evangelio, se han sentido tan conmovidos por Jesús, que se han convertido a Él.
El Evangelio te hace conocer a Jesús verdadero, a Jesús vivo; te habla al corazón y te cambia la vida y, aunque sigas haciendo lo que hacías antes, sin embargo, tú eres otro, has renacido, has encontrado al que da sentido a tu vida, al que da luz a todo, tanto a las alegrías como a las penas y a los sufrimientos.
El seguidor de Jesús que lee el Evangelio con atención y con espíritu abierto encontrará el tesoro que Jesús llama “el Reino de Dios”, es decir, Dios que reina en nuestra vida. Leer el Evangelio es encontrar a Jesús, es tener esta alegría cristiana, que es un don del Espíritu Santo.
El cristiano no puede tener escondida su fe, porque la transluce en cada palabra, en cada gesto, incluso en los más simples y cotidianos: transluce el amor que Dios nos ha dado mediante Jesús.
LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA
1ª LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 22,19-23
Así dice el Señor a Sobna, mayordomo de palacio:
– Te echaré de tu puesto, te destituiré de tu cargo. Aquel día llamaré a mi siervo,
a Eliacín, hijo de Elcías: le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda, le daré tus poderes; será padre para los habitantes de Jerusalén, para el pueblo de Judá.
Colgaré de su hombro la llave del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá. Lo hincaré como un clavo en sitio firme, dará un trono glorioso a la casa paterna.
Palabra de Dios.
Sal 137, 1-2a. 2bc-3. 6 y 8bc
R. Señor, tu misericordia es eterna; no abandones la obra de tus manos.
-
delante de los ángeles tañeré para ti.
Me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre. R: -
porque tu promesa supera a tu fama.
Cuando te invoqué me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R: -
y de lejos conoce al soberbio.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R:
2ª LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11,33-36
¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento el de Dios!
¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos!
¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero para que él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Amén Principio del formulario
Palabra de Dios
COMENTARIO A LA 2ª LECTURA
El apóstol Pablo eleva un himno de acción de gracias a Dios como origen, guía y meta del Universo, cuyos designios son misteriosos y sus caminos irreconocibles al que hay que dar alabanza eternamente
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16,13-20
En aquel tiempo, llegó Jesús a la región de Cesarea de Felipe y preguntaba a sus discípulos:
– ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
Ellos contestaron:
– Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.
Él les preguntó:
– Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
– Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
Jesús le respondió:
– ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.
Y les mandó a los discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Palabra de Dios
COMENTARIO SOBRE EL EVANGELIO
Los discípulos de Jesús, por boca de Pedro, lo reconocen como “el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Bajo el influjo de la fe dan una respuesta acertada. También en este pasaje Jesús da la primacía a Pedro, entre todos sus discípulos, para edificar su Iglesia.
PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL
ENCONTRARNOS CON JESÚS
Los cristianos hemos olvidado con demasiada frecuencia que la fe no consiste en creer algo, sino en creer en Alguien. No se trata de adherirnos fielmente a un credo, y mucho menos de aceptar ciegamente “un conjunto extraño de doctrinas”, sino de encontrarnos con Alguien vivo que da sentido radical a nuestra existencia.
Lo verdaderamente decisivo es encontrarse con la persona de Jesucristo y descubrir, por experiencia personal, que es el único que puede responder de manera plena a nuestras preguntas más decisivas, nuestros anhelos más profundos y nuestras necesidades últimas.
Actualmente se hace cada vez más difícil creer en algo, porque las ideologías más firmes, las teorías más brillantes, se han ido tambaleando al mostrar sus limitaciones y profundas deficiencias.
Los hombres y mujeres de nuestro tiempo, escarmentados de dogmas e ideologías, quizá estemos dispuestos todavía a creer en personas que nos ayuden a vivir dando un sentido nuevo a nuestra existencia. Los que nos llamamos cristianos solo podremos decir que creemos en Jesús cuando hayamos vivido la experiencia auténtica de adhesión a su persona.
Produce tristeza observar la actitud de sectores católicos cuyo único empeño parece ser el de “conservar la fe” como “un depósito de doctrinas” que hay que defender contra el asalto de muchas ideologías y corrientes.
Creer es reavivar nuestra adhesión profunda a la persona de Jesucristo, viviendo “seducidos” por Él y trabajados por la fuerza regeneradora de su persona. De no ser así proclamaremos con los labios doctrinas sublimes, pero seguiremos viviendo una fe mediocre y poco convincente.
Evangelio del Domingo XXI del Tiempo ordinario – Ciclo C
LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA
1ª LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías 66,18-21
Esto dice el Señor:
– Yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua: vendrán para ver mi gloria, les daré una señal, y de entre ellos despacharé supervivientes a las naciones: a Tarsis, Etiopía, Libia, Masac, Tubal y Grecia; a las costas lejanas que nunca oyeron mi fama ni vieron mi gloria, y anunciarán mi gloria a las naciones.
Y de todos los países, como ofrenda al Señor, traerán a todos vuestros hermanos a caballo y en carros y en literas, en mulos y dromedarios, hasta mi Monte Santo de Jerusalén -dice el Señor-, como los israelitas, en vasijas puras, traen ofrendas al templo del Señor.
De entre ellos escogeré sacerdotes y levitas -dice el Señor-.
Palabra de Dios.
Sal 116, 1. 2
R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
-
aclamadlo, todos los pueblos. R: -
su fidelidad dura por siempre.
2ª LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 12,5-7.
11-13
Hermanos:
Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron: «Hijo mío, no rechaces
el castigo del Señor, no te enfades por su reprensión; porque el Señor reprende
a los que ama y castiga a sus hijos preferidos». Aceptad la corrección, porque
Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos?
Ningún castigo nos gusta cuando lo recibimos, sino que nos duele; pero después
de pasar por él, nos da como fruto una vida honrada y en paz. Por eso,
fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por
una senda llana: así el pie cojo, en vez de retorcerse, se curará. Palabra de Dios.
COMENTARIO A LA 2ª LECTURA
El autor de la Carta a los Hebreos quiere llamar nuestra atención para que entendamos que a veces cumplir la voluntad de Dios, manifestada,-incluso-, a través de contrariedades, no se puede considerar como un «castigo de Dios», sino como una prueba que se nos ofrece para corregir nuestros errores o defectos y una ocasión para lograr un mayor perfeccionamiento en nuestra vida.
EVANGELIO
Lectura del
santo evangelio según san Lucas 13,22-30
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia
Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.
Uno le preguntó:
– Señor, ¿serán pocos los que se salven?
Jesús les dijo:
– Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os
digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se
levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta
diciendo. «Señor, ábrenos» y él os replicará: «No sé quiénes sois». Entonces
comenzaréis a decir: «Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en
nuestras plazas». Pero él os replicará: «No sé quiénes sois. Alejaos de mí,
malvados».
Entonces será el llanto y el rechinar de
dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el
Reino de Dios y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de Oriente y
Occidente, del Norte y del Sur, y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros
que serán últimos. Palabra del Señor.
COMENTARIO AL EVANGELIO
Para Jesús la salvación está al alcance de todos, sin embargo no todos están dispuestos a recorrer el camino que lleva a ella que supone aceptar personalmente sus enseñanzas y estar dispuesto a ponerlas en práctica a pesar de las caídas que se puedan tener o las debilidades que no se logren superar. El camino de la salvación es un camino de trabajo, de esfuerzo, de coraje, recorrido (¡eso sí!) con alegría, gozo y entusiasmo.