Evangelio del día 7 de febrero – Que no me olvide, Jesús

Que no me olvide, Jesús

Que puedo curar, sin ser médico.
Que puedo aliviar, sin ser medicina.
Que puedo hacer sonreir,
sin tener el título de payaso.

Que no me olvide, Jesús.
Que el cariño que se da,
es salud para el que se encuentra enfermo.
Que la palabra con amor,
es inyección para el moribundo.
Que una visita, más pronto que tarde,
es bálsamo que disipa la soledad.

Que no me olvide, Jesús.
Que, si avanzo por tus caminos,
el sufrimiento humano
no ha de ser ajeno a mi sendero.
Que, si digo ser de los tuyos,
he de luchar contra la fiebre,
de aquel que se encuentra endiosado,
de aquellos otros que están perdidos,
de otros tantos que se encuentran
postrados en la cama de su aflicción,
soledad, abandono, miserias,
desprecios, humillaciones o enfermedades.

Que no me olvide, Jesús.
Que tu mensaje se mantiene vivo,
no sólo en el árbol de la palabrería,
sino en el fruto de las buenas obras.
Que tu mensaje se difunde con fuerza
cuando nuestras manos son alivio,
esperanza y fuerza moral,
para los que se sienten desarmados
y sin más horizonte que la muerte.

Que no me olvide, Jesús.
Que tus preocupaciones,
han de ser las mías.
Que tus desvelos,
han de contar con horas de mis horas.
Amén.

P. Javier Leoz

Evangelio del día 7 de febrero

Evangelio según San Marcos 6, 53-56

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