Evangelio del 12 de Septiembre – Nos acostumbramos

Evangelio del 12 de Septiembre – Nos acostumbramos | Sábado de la vigésimo tercera semana del Tiempo ordinario

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EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 6, 43-49

No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. 

Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. 

El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.

¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? 

Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. 

Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. 

Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa. 


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ORACIÓN del Ángelus por el Papa Francisco


Nos acostumbramos

Nos acostumbramos…
A vivir en nuestra casa y a no tener otra vista
que no sea las ventanas de alrededor.
Y como estamos acostumbrados a no tener vista,
luego nos acostumbramos a no mirar para afuera.
Y como no miramos para afuera luego
nos acostumbramos a no abrir del todo las cortinas.
Y porque no abrimos completamente las cortinas
luego nos acostumbramos a encender
más temprano la luz.
Y a medida que nos acostumbramos, olvidamos
el sol, olvidamos el aire, olvidamos la amplitud.

Nos acostumbramos…
A despertar sobresaltados porque se nos hizo tarde.
A tomar café corriendo porque estamos atrasados.
A comer un sándwich porque no da tiempo
para comer a gusto.
A salir del trabajo porque ya es la tarde.
A cenar rápido y dormir con el estómago pesado
sin haber vivido el día.

Nos acostumbramos…
A esperar el día entero y oír en el teléfono:
«hoy no puedo ir».
A sonreír para las personas sin recibir
una sonrisa de vuelta.
A ser ignorados cuando precisábamos
tanto ser vistos.
Si el trabajo está duro, nos consolamos
pensando en el fin de semana.

Y peor aún, hacemos pesado nuestro trabajo,
y a los demás, viviendo en las críticas destructivas
y en la siembra de la discordia hablando negatividad
y todavía sin argumento alguno.
Y si el fin de semana no hay mucho que hacer
vamos a dormir temprano y nos acostumbramos
a quedar satisfechos porque siempre
tenemos sueño atrasado.

Nos acostumbramos a ahorrar vida que,
de poco a poquito, igual se gasta y que
una vez gastada, por estar acostumbrados,
nos perdimos de vivir.

Alguien dijo: «La muerte está tan segura
de su victoria que nos da toda una vida de ventaja»

¡No nos acostumbremos y vivamos la vida
con intensidad, apropiándonos de todas las promesas
y bendiciones que DIOS tiene para nosotros!