ESTRASBURGO PROHIBE LAS CRUCES EN LUGARES PÚBLICOS Y LA HERMANDAD DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LOS AFLIGIDOS DEL CAÑAMELAR REGALA CRUCES A LOS FELIGRESES QUE ACUDEN A LA MISA DE SU TITULAR

(Desde El Cañamelar, José Ángel Crespo Flor).- La Hermandad del Santísimo Cristo de los Afligidos, aprovechando el segundo lunes y la Misa que siempre hace ese día a su Titular y patrono del Cañamelar, no tuvo mejor ocurrencia que repartir cruces a todos cuantos asistieron a Misa. Misa que presidió el obispo emérito de Holguín, Mons. Héctor Luis Peña que quiso así despedirse de una Imagen a la que siempre ha tenido mucho aprecio hasta el extremo de entregar, como recuerdo, su propio ‘solideo’.

La Hermandad con este detalle de entregar crucifijos quiso, en cierta manera. dar un paso al frente, tomar una postura y enfrentarse a esos ‘sabios’ de Estrasburgo que quieren derogar esta presencia de Cristo en los Colegios y Escuelas públicas.

La noticia, como era de suponer molestó y mucho al Vaticano que no tardó en reaccionar. Reacción que fue acogida por menos medios de los que acogieron la idea dictada desde el tribunal de Estrasburgo. Pero…así son las cosas de la Iglesia. Existen, para desgracia de los que somos católicos y practicantes, más medios que intentan zaherir que los que se preocupan porque se cumpla lo acordado en la legislación europea y que no es otra que Europa se cimienta y está sustentada por raíces claramente cristianas.

Entresaco a continuación lo que dijo el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, para atajar la ‘bola de nieve’ que se iba creando. Y lo quiero destacar porque considero que ahí está el ‘meollo’ de la cuestión y es ahí donde se ha basado la hermandad del Cristo de los Afligidos y el Grupo de oración ‘Santo Rosario del Cañamelar’ que ayer inició «los lunes del Rosario» para repartir esas cruces entre los que asistieron a Misa. Símbolo que quiere ser eso, un símbolo por el que los cristianos tienen que luchar, dar la cara y exigir el respeto que tienen otros para otras religiones y otras costumbres. Sin ir más lejos ahí está el Papa Noel que nos lo meten hasta en la sopa cuando en España lo que siempre ha prevalecido son los Reyes Magos y el Belén o ese Halloween que sale mucho más realzado que la Fiesta católica de Todos los Santos.

Según su portavoz, Federico Lombardi, la Santa Sede ha recibido con «estupor» y «amargura» la decisión del tribunal. «Es equivocado y miope querer excluir a la religión de la realidad educativa», ha afirmado. Y ha criticado que la Corte europea haya intervenido en una materia «tan profundamente ligada a la identidad histórica, cultural y espiritual del pueblo italiano». «No es por este camino», ha concluido, «como se ayuda a amar y compartir la idea de Europa». Además, la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) se ha aferrado al «reconocimiento de los principios del catolicismo como ‘parte del patrimonio histórico italiano’, recogido en el Concordato de 1984».

El secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y obispo auxiliar de Madrid, monseñor Juan Antonio Martínez Camino, calificó en su día de «injusta y discriminatoria» la sentencia del Tribunal de Estrasburgo que señala que la presencia del crucifijo en un colegio público va contra la libertad religiosa.

Durante la presentación del mensaje de la CEE con motivo del 50 aniversario de Manos Unidas, el prelado añadió que este fallo «es lamentable y poco constructivo para el futuro de Europa». «El crucifico es un símbolo de respeto a la dignidad de la persona desde su nacimiento hasta su muerte natural», agregó.

Asimismo, recalcó que es «triste» que se quiera recluir al ámbito privado. Sobre la posible repercusión de la sentencia de Estrasburgo en España, Camino apostó por que genere una reflexión positiva, al tiempo que recordó que la cruz es «un símbolo de libertad».

«Donde no hay crucifijo no hay distinción entre la Iglesia y el Estado. Si desaparece, perderemos los logros de la cultura europea: al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios», sentenció.
En este sentido, constató que si se retiran se generará un vacío y se preguntó sobre quien lo llenará, porque, en su opinión, «el ser humano no puede existir sin símbolos». «Es iluso pensar que en el ámbito público no puedan existir símbolos», agregó. Finalmente, pidió no caer en «soluciones peligrosas, sectarias» y que denotan «una concepción poco desarrollada de la sociedad».

Antonio Díaz Tortajada en su columna de EOS escribía no hace demasiado días un texto que viene que ni pintado de ahí que haya escogido algunos de sus argumentos para asentar porqué la Hermandad del Santísimo Cristo de los Afligidos, la que venera y honra al patrono del Cañamelar, aprovechando la Misa de los segundos lunes repartió crucifijos entre los asistentes. Antonio en aquel trabajo escribió entre otras cosas: «El crucifijo, además de ser un símbolo religioso, ha representado durante siglos un ejemplo de amor y de verdad, de verdad y de libertad; ha sido símbolo de una justicia elevada por la misericordia; ha sido consuelo de los pobres, los humildes, los sencillos y los perseguidos. Incluso, en la ciencia ficción, ha sido el único escudo decente contra los vampiros, brujas, demonios, y demás criaturas infernales o malditas».

También este sacerdote y periodista señaló que «El Crucifijo ha rasgado en dos el calendario, y ha dado la vuelta a la lógica humana como a un calcetín. “Stat Crux dum volvitur orbis”, se escribía en muchos conventos benedictinos: “mientras el mundo gira, la Cruz permanece en pie”. Ella es el centro del cosmos y de la historia. Es cierto que, si Cristo no hubiese resucitado, la Cruz no sería sino la constatación de la derrota más amarga. Pero, después de la Resurrección, los cristianos hemos venerado siempre a Jesucristo en la Cruz».

Antonio nos recordó en esta carta que, sobre el tema de Estrasburgo y los crucifijos, escribió a cualquier cofrade de nuestra Semana Santa Marinera de Valencia (SSMV) que «Allí –nos enseña la Iglesia–, en ese leño, es donde hemos sido redimidos, donde hemos sido amados, donde se ha manifestado ese Amor del que dice San Pablo: “me amó, y se entregó a Sí mismo por mí”

El párroco de Santa María del Mar puso un ejemplo muy fácil de interpretar. Este: «Pintar a un Resucitado es muy difícil, porque Cristo apenas se dejó ver tras su Resurrección, y, cuando lo hizo, tuvo la delicadeza de mover sus facciones para que la foto saliera corrida. Pero, en la Cruz, el Hijo de Dios posó durante tres eternas horas para todos los pintores y escultores de la historia. Fue allí donde, levantado sobre la tierra, quiso atraer a todos hacia Él».

D. Antonio recordó sus años mozos y lo hizo recordando a un artista que entonces ‘pegaba’ muy fuerte: Víctor Manuel. De él nos dijo que «En los años 80, el todavía famoso cantante Víctor Manuel perpetró una canción que decía: “Déjame en paz, que no me quiero salvar”. Si quieren saber por qué molesta el Crucifijo, y la Navidad, y la Ceniza, ahí tienen el motivo: porque los ciudadanos europeos no soportan que les digan, ni con un hombre clavado en una Cruz, que están perdidos y necesitan que alguien los salve, que están muertos y necesitan que alguien les devuelva la vida».

Finalmente y escribiendo para todos los que quisieron leerle -que cada vez son más- D. Antonio nos aseguró que «Sobre todo, no toleran que se les recuerde que no son Dios. Sé que, hasta en nuestras iglesias, hay cristianos que quisieren desembarazarse de la Cruz, e inventan un cristianismo sin Cruz, sin penitencia, sin pecado, sin infierno y sin demonio. Pero, qué quieres que te diga: Pasará Estrasburgo, pasará Zapatero, pasará Pellegrini, pasarás tu, pasaré yo, y pasarán tantos y tantos cristianos burgueses. Pero la Cruz, firme y doliente, amante y ensangrentada en triunfo, seguirá en pie. Stat Crux dum volvitur orbis ( mientras el mundo gira, la Cruz permanece en pie)”.

Fiel a sus principios la hermandad del Santísimo Cristo de los Afligidos con sede en la parroquia Nuestra Señora del Rosario, va a seguir regalando crucifijos al entender que es una forma de combatir lo que quiere Estrasburgo y una forma de hacernos notar. Somos muchos, aunque nunca suficientes, y entre todos tenemos que hacer valer lo que es nuestro y nos corresponde. Además — a nadie molesta un crucifijo de ahí que veamos fuera de lugar esta norma que ha dictado Estrasburgo fuera de cualquier contexto medianamente razonable.

Queremos destacar por último que el crucifijo es para los cristianos un signo de vida, de esperanza y de amor. Un símbolo que forma parte de la pasión pero es también un signo que nos lleva irremediablemente a la Resurrección. A la verdadera Pascua.