— Enrique Builelo Ndjoli (Malabo, 1981) es un escultor guineano que se dedica a modelar figuras para las fallas valencianas desde 1997. Ha participado en más de cien escenas falleras y algunas de sus creaciones han sido indultadas. Esculpió la talla de la Virgen de Bisila, Patrona de su país, que se entronizó a finales de mayo en el santuario de Torreciudad.
Torreciudad (Huesca), 30.- Su país se encuentra a 4.500 km. de España, pero las históricas relaciones que se mantienen con la antigua colonia facilitaron que Enrique se desplazara hace trece años a Valencia para estudiar en la Escuela de Artes y Oficios de la capital del Turia. Su habilidad no pasó desapercibida a las Comisiones Falleras, que le encargan regularmente el modelado de «ninots» y otras piezas de cada escena. Ha participado en más de cien fallas junto a un equipo formado por cinco personas. «Cada uno realiza una labor diferente: carpintería, estructura, pintura… Yo me encargo de las figuras, que se suelen elaborar con poliespán o cartón piedra».
Cree que en Valencia residen más de mil compatriotas que se organizan en varias asociaciones, «pero a mí no me queda tiempo para participar en sus actividades» Las fallas dan trabajo para todo el año, aunque resulta paradójico que esa labor se destruya en unas horas. «Comprendo el carácter de esta fiesta, pero no puedo ver cómo las llamas hacen desaparecer las figuras en unos minutos, es superior a mis fuerzas».
Enrique es católico y recuerda con emoción el viaje de Benedicto XVI a su continente en marzo de 2009, especialmente su visita a los enfermos de un hospital de Camerún. Ahora es la primera vez que viene a Aragón, «una región encantadora», subraya. Unos amigos le invitaron a conocer Torreciudad, el Somontano y la Ribagorza, aprovechando la Jornada para familias de Guinea Ecuatorial que se celebró a finales de mayo en el santuario. Los organizadores necesitaban una réplica de la Virgen de Bisila, Patrona de su país, para dejarla en la galería de advocaciones marianas, y le pidieron que la esculpiera él.
«Al principio no me atrevía, pero al final pudo más el cariño que le tengo, noté la inspiración, y la hice». Su modelo era una fotografía de la escultura de la Virgen de Bisila que se encuentra en el Pico Basilé, el más alto de Guinea Ecuatorial. Está hecha con un material resistente, escayola de dentista, y la ha policromado él mismo. «El rostro parece serio, pero en realidad es fruto de su espiritualidad, está contemplando. Quería que a mis paisanos les ayude a rezar». Enrique la llevó en sus brazos todo el trayecto en autobús porque temía que se estropease en el maletero.
La reacción de sus compatriotas fue muy positiva: «Veo que la talla nos representa a todos, y esta jornada ha sido una experiencia estupenda, he hecho varios amigos y he disfrutado mucho entonando las canciones típicas de mi tierra». Y es que los timbales, guitarras y coronas de cascabeles que sonaron durante la Eucaristía traían a la imaginación toda la alegría y esperanzas que despliega hoy el pueblo africano.