Uno de los pocos familiares del escritor y político peruano José de la Riva Agüero y Osma da sus apreciaciones a propósito del conflicto entre la PUCP y el Vaticano por los estatutos
Por: María Luisa Serra
Tiene 85 años. Es el sobrino de don José de la Riva Agüero y Osma, el principal benefactor de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Tras el enfrentamiento público entre esta casa de estudios y el Arzobispado de Lima, don José Fernando de la Riva Agüero Deacon siente que necesita decir lo que piensa. Pese a su edad, los recuerdos son muy lúcidos.
¿Cómo era don José de la Riva Agüero y Osma?
Bonachón, sencillo, cariñoso, jovial. Tenía creencias cristianas. Su fe era absoluta. Se declaraba cristiano, apostólico y romano y voy a insistir en lo de romano porque no es igual ser cristiano anglosajón, que acepta el divorcio por todos lados, a ser de la doctrina católica cristiana que no lo acepta.
¿Renunció a su cargo en el gobierno por defender la familia?
Él [José de la Riva Agüero]era premier de Benavides y renunció con motivo de la ley del divorcio que se promulgó por este presidente. Mi tío José fue ministro de Justicia y Culto y dejó el puesto porque dijo que con el divorcio se estaba abriendo las puertas a la disolución de la familia.
Pero, su tío no fue católico siempre…
Exactamente. En su juventud él fue al estilo de los libres pensadores. Pero siempre fue católico en su vida privada. En 1932 él publica un documento que se llama “Rectificación necesaria” para ratificar su religión y fe católica.
¿Qué cree usted que hizo que cambiara de pensamiento?
Fue la evolución de sus sentimientos y de sus estudios.
¿Fue después de esa conversión que decidió heredar a la PUCP?
Sí. Él quería fundar un centro que sea auténticamente cristiano, católico, apostólico y romano. Quería que hubiera un centro de primera categoría, intelectual, consagrado y dedicado.
Y en aquel tiempo la Universidad San Marcos, donde él estudió, no era nada de eso…
En esa época la universidad era gobernada por el Apra y el comunismo. Era una universidad, por definición, liberal.
¿Qué cree que esperaba de la universidad a la que le legó sus bienes?
Que mantuviera esa línea. Sin claudicaciones.
¿Cree que la Católica es ahora lo que su tío hubiera querido?
No. Rotundamente no. Se está tratando de convertirla en otra cosa. Seguramente habría cambiado de testamento. Creo que se arrepentiría [de haber dejado sus bienes a la PUCP ]. Claro, no tengo pruebas de que hubiera sido así de todas maneras, pero de acuerdo con la ideología de mi tío José, él era un hombre sumamente radical en sus ideas. Quería una universidad con respeto a la verdad, la justicia, a la religión católica, cristiana. Ahora me da la impresión de que no se está respetando eso. Es un centro de difusión de pensamientos ajenos a la voluntad católica, apostólica y romana de mi tío José. Hay demasiados caviares sueltos.
Ahora el conflicto es por los estatutos…
Esa es una terquedad de la Católica porque la obediencia al Papa debe ser absoluta.
También se discute la posesión de los bienes…
Yo creo que la universidad pertenece a la Iglesia Católica, la que maneja el Papa en Roma.
¿Cree que el principal problema de la PUCP es el cardenal Cipriani?
El cardenal es un hombre enérgico y tiene la virtud de serlo en un medio fofo como este. El rector [Marcial Rubio] se desliza por el lado equívoco, siendo su padre un hombre que daba cátedra de derecho constitucional.
* Publicado en el diario El Comercio, miércoles 31 de agosto de 2011
* Para mayor información visite el especial «El Legado de Riva Agüero» del Arzobispado de Lima