Las recientes ordenaciones sacerdotales y diaconales en la Arquidiócesis de Lima han sido una de las mejores noticias de este año para el Seminario Santo Toribio de Mogrovejo, que alberga actualmente a 49 seminaristas (5 de la Diócesis de Ica) y a seis diáconos.
En la presente entrevista, el Padre José Luis Méndez, rector del Seminario desde hace tres años, nos da detalles del trabajo que se realiza en esta Casa de Estudios y comparte con alegría las perspectivas de trabajo a futuro en la formación de los seminaristas y en la promoción vocacional en la arquidiócesis.
¿Qué significa para usted, como rector del Seminario que 7 diáconos y 6 seminaristas, hayan sido ordenados sacerdotes y diáconos coincidiendo con el año sacerdotal?
En primer lugar, me lleva a una acción de gracias a Dios, porque cada vocación es un milagro, un misterio de la gracia de Dios y de la libre respuesta del hombre. Supone una gran alegría, porque compruebas cómo ha ido madurando todo ello a lo largo de los años. Al mismo tiempo es fuente de gran esperanza y optimismo al comprobar como las palabras de Cristo se realizan al enviarnos nuevos operarios para su viña.
Como Seminario, ¿Qué iniciativas llevan a cabo con ocasión de este año sacerdotal en la promoción vocacional?
La promoción vocacional, digamos más orgánica, está a cargo de una Comisión de Pastoral que preside Monseñor Guillermo Abanto, Obispo Auxiliar de Lima. En el Seminario, en primer lugar, pedimos oraciones, particularmente a las comunidades de clausura, a través de un boletín que elaboramos en el Seminario. Además, como fruto de la labor apostólica de los seminaristas, vienen muchachos invitados a hacer deporte, a almorzar, a participar en la oración de las Vísperas; algunos se incorporan a las actividades más específicas con vistas a un discernimiento vocacional.
-¿Cómo procuran hacer una selección adecuada de los candidatos al Seminario?
En cuanto a los criterios para el discernimiento de la idoneidad y la formación, seguimos las indicaciones de los documentos sobre la formación sacerdotal para la Iglesia Universal (Pastores dabo vobis y la Ratio Institutionis sacerdotalis) con las adaptaciones de la Conferencia Episcopal Peruana. En su aplicación seguimos las mismas recomendaciones de estos documentos, desde un trato personal, en un clima de confianza, de libertad responsable, que busca que cada candidato se haga protagonista de su discernimiento y formación.
-¿De qué manera se organizan los formadores para poder atender adecuadamente la dirección espiritual de cada seminarista?
La dirección espiritual está a cargo de dos directores espirituales que viven en el Seminario, con la ayuda de otros tres externos, todos ellos nombrados por el Cardenal Juan Luis Cipriani. Para que los seminaristas vayan conociendo mejor los criterios que la Iglesia propone y los puedan incorporar a su vida, de tal modo que vayan adquiriendo el tenor de vida y el espíritu que la Iglesia expone en el Directorio para la vida y ministerio de los presbíteros. Los formadores tienen entrevistas personales con cada seminarista (la frecuencia depende de cada persona, del año de formación, etc.), charlas de formación cada semana, predicación de meditaciones dos días por semana, convivencias y retiros.
¿Qué perspectivas de futuro ve en el trabajo que se viene desarrollando entre usted, los formadores, los párrocos desde el Seminario?
El futuro es muy esperanzador. Tengo la esperanza –que se constata desde el Seminario- porque los sacerdotes jóvenes son particularmente sensibles en el apostolado vocacional y serán unos elementos muy activos en la búsqueda y orientaciones de los llamados que Dios no deja de dirigir a centenares de jóvenes en la Arquidiócesis de Lima.
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