En Pentecostés, España celebra el “Día de Acción Católica y del Apostolado Seglar”

En Pentecostés, España celebra el “Día de Acción Católica y del Apostolado Seglar”

Como una invitación a reflexionar sobre la profunda unión y complementariedad que existe entre el sacerdocio común y el sacerdocio ministerial, la Conferencia Episcopal Española (CEE), está invitando a los fieles de su país a celebrar el «Día de Acción Católica y del Apostolado Seglar» este día de Pentecostés.

Con el lema «No he venido a ser servido, sino a servir», la jornada es una oportunidad para que los cristianos profundicen sobre las exigencias de la vocación bautismal, puesto que los católicos, en virtud del sacramento del Bautismo, «han sido elegidos para formar parte de un sacerdocio santo», donde «los presbíteros, los religiosos y los cristianos laicos participan del triple oficio de Cristo, sacerdote, profeta y rey», explicó la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar de la CEE en un mensaje que dio a conocer con ocasión del «Día de Acción Católica».

En dicho mensaje, la Comisión Episcopal, también señaló que aunque entre el sacerdocio ordenado y el sacerdocio común de todos los que son bautizados hay una notable diferencia, ésta no puede entenderse como una separación, «sino como una complementariedad entre ambos sacerdocios, pues uno y otro proceden del único sacerdocio de Jesucristo. El sacerdocio ordenado está al servicio del sacerdocio común de todos los bautizados», que es precisamente una de las reflexiones principales que se pretenden realizar en esta jornada.

Al respecto -y haciendo referencia a San Agustín quien decía: «cuando me da miedo pensar lo que soy para vosotros, me llena de consuelo lo que soy con vosotros. Para vosotros soy obispo, con vosotros soy un cristiano, aquel es mi nombre de oficio, este es el nombre de la gracia; aquel es mi responsabilidad; este es mi salvación – la Comisión de la CEE dice, además, que el «Día de Acción Católica», también es un momento propicio para que sacerdotes y laicos sean consientes de la realidad que propuso San Agustín: «Tanto los presbíteros como los fieles laicos formamos parte de un mismo cuerpo, de la única Iglesia de Jesucristo».

PENTECOSTÉS – Ciclo B

¡VEN ESPÍRITU SANTO Y DANOS VIDA!

      Celebramos la fiesta de Pentecostés, la fiesta del Espíritu. Celebramos el recuerdo intenso de su Palabra, el aliento de su Presencia que fue transformando a sus discípulos hasta que se hizo en ellos fuerza incontenible y poderosa, y un día, por fin, salieron a la calle como testigos públicos de Jesús Resucitado. Así nació la Iglesia, con la acogida del Espíritu de Dios.

En ella hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; diferentes servicios, pero un mismo Espíritu; es constituida como comunidad y familia de todos formando un solo Cuerpo, animados por el mismo Espíritu. Desde aquel día la Iglesia, formada por los seguidores de Jesús, repartidos por todas las naciones de la tierra, se sabe alentada por el mismo Espíritu, se esfuerza por sobrepasar toda lengua, frontera y nación con el anuncio del Evangelio en sus acciones y palabras, y asume la misión a salir a la calle del mundo para anunciar la resurrección de aquél que fue crucificado. 

      La Iglesia necesita el Espíritu de Cristo:

Espíritu de vida que nos haga mujeres y hombres creativos y creadores, capaces de poner vida y aliento para no dormirnos en los laureles.

Espíritu de discernimiento para entender por donde sopla el Espíritu, para entender el mensaje del Espíritu con los “signos de los tiempos”  

Espíritu de amor que consigue que las luchas se apacigüen y crezca el deseo de paz: que el perdón venza al odio y la indulgencia a la venganza.

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA 

1ª LECTURA 
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 2,1-11

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.

Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban:
– ¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?

Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.

Palabra de Dios 

COMENTARIO A LA 1ª LECTURA

        Dios envía su Espíritu a los Apóstoles y los que estaban «encerrados y desconcertados» se lanzan a la calle para anunciar la salvación de Dios a las gentes venidas de todo el mundo. El mensaje evangélico sufre una acogida diversa: unos «oyen hablar de las maravillas de Dios» y otros piensan que «aquellos hombres están borrachos». El Espíritu, con su luz les empuja a testimoniar el amor de Dios a todos sin excepción y su perdón por la muerte y resurrección de Jesús. 

SALMO  

Sal 103, 1ab y 24ac. 29bc-30. 31 y 34
R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. 

  • Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!
    Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas. R:
  • Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo;
    envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. R:
  • Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras.
    Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor. R: 

2ª LECTURA
1ª carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12,3b-7. 12-13

Hermanos:
Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.

Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

Palabra de Dios 

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA  

   El apóstol Pablo da una serie de advertencias sobre los carismas que Dios concede a la Iglesia. Cada uno recibe su carisma especial, pero todos están ordenados a construir la unidad de la Iglesia. Los carismas se dan para el bien de la Comunidad y no para el bien personal exclusivamente. Todos ellos proceden del mismo Espíritu. No cabe, por tanto, que sean causa de divisiones en la Comunidad.  

EVANGELIO
 Lectura del santo evangelio según san Juan 20,19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
– Paz a vosotros.

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
– Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
– Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.

Palabra de Dios  

COMENTARIO AL EVANGELIO     Jesús transmite a sus discípulos un mensaje de paz, su sola presencia les transmite alegría y les quita el miedo. A partir de este momento los envía a todo el mundo para que lleven su mensaje y vivan como Él les ha enseñado. Les transmite su Espíritu para que sean fuertes y perdonen los pecados. 

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

¡VEN ESPÍRITU SANTO Y TRANSFORMANOS! 

Poco a poco vamos aprendiendo a no necesitar estar en contacto con lo mejor que hay dentro de nosotros, con nuestro más íntimo. No queremos exponernos a buscar la verdad. Ven Espíritu Santo y libéranos del vacío interior.

Hemos aprendido a dejarnos programar desde fuera, quizás no sabemos qué queremos ni hacia dónde vamos, nos sentimos más perdidos que nunca. Ven Espíritu Santo y libéranos de la desorientación.

Hemos aprendido a ser más escépticos, pero también comprendemos que somos más frágiles e inseguros, a veces no encontramos sosiego y paz y nos embarga la tristeza. Ven Espíritu Santo y libéranos de la oscuridad interior.

Queremos vivir más, vivir mejor, vivir más tiempo, sentirnos bien, sentirnos mejor, buscamos disfrutar intensamente de la vida, sacarle el máximo jugo, pero aún así no somos felices del todo. Ven Espíritu Santo y enséñanos a vivir.

Necesitamos sentirnos queridos y no sabemos crear contactos vivos y amistosos. Al sexo le llamamos «amor» y al placer «felicidad», pero ¿quién saciará nuestra sed? Ven Espíritu Santo y enséñanos a amar.

Muchas veces la presencia de Dios ha quedado reprimida o atrofiada dentro de nosotros. Llenos de ruidos por dentro, ya no podemos escuchar su voz. Volcados en mil deseos y sensaciones no acertamos a percibir su cercanía. Sabemos hablar con todos menos con Él. Hemos aprendido a vivir de espaldas al Misterio. Ven Espíritu Santo y enséñanos a creer.


Una reflexión de «Presbyterorum Ordinis»

La jornada se centrará, además, en una reflexión basada en el Decreto «Presbyterorum Ordinis» del Concilio Vaticano II, que habla sobre el ministerio y la vida de los presbíteros, centrando su atención en el punto que hace referencia al trato de los presbíteros con los seglares.

Parte del documento cita lo siguiente: «Los presbíteros, por tanto, deben presidir de forma que, buscando, no sus intereses, sino los de Jesucristo, trabajen juntamente con los fieles seglares y se porten entre ellos a imitación del Maestro, que entre los hombres «no vino a ser servido, sino a servir, y dar su vida en redención de muchos». Reconozcan y promuevan sinceramente los presbíteros la dignidad de los seglares y la suya propia, y el papel que desempeñan los seglares en la misión de la Iglesia».

Gaudium Press / Sonia Trujillo

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