“Los doctores le sugirieron que abortara al niño, le dijeron que era la mejor solución porque el niño podría nacer con cierta discapacidad. Pero la joven, valiente esposa, decidió no abortar y que el niño naciera. La señora era mi madre y el niño era yo”.
Esa breve pero impactante historia salió de la boca del tenor italiano más famoso del mundo a mitad de un concierto. Bocelli es un tenor que en el pasado no ha dudado en declarar la fe católica que le sostiene y que le ha animado a ir para adelante, pese a las adversidades del pasado. Historia conmovedora que invita a una reflexión ulterior sobre la deriva abortista que sigue queriéndose imponer en diversos países del mundo. Historia que clama a la conciencia pública ante el asesinato diario de millones de seres humanos en el vientre de sus madres. Historia que hace poner la mirada en la eliminación masiva de miles de niños por el solo hecho de padecer una enfermedad.
Converso del agnósticismo, Bocelli es ciego desde los doce años de edad. Las palabras finales durante el concierto son un aliento para quienes defendemos el derecho a la vida de todos los seres humanos, una “palmada” para aquellas mujeres que, como su madre, pasaron un momento de dificultad pero supieron tomar la decisión correcta: “Esa fue la elección justa. Y espero que con esta misma valentía muchas madres quieran por sí mismas, en diversas situaciones difíciles, en esos momentos de vida complicada quieran igual salvar la vida de sus hijos
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