Dado que el hombre es un ser de naturaleza caída, es decir, creado por Dios en estado de gracia pero venido a menos por el pecado original, como consecuencia de ello el sufrimiento ha entrado en el mundo. Y si miramos la vida del Salvador, que es Dios, que es la Inteligencia y Sabiduría infinitas, podemos comprender el tremendo valor que tiene el sufrimiento para redimir y redimirnos. Si Dios, con todo su saber, no eligió otro camino que el de la humillación y el sufrimiento, es porque éste es un camino regio por el cual debemos pasar si queremos alcanzar la salvación.
En este mundo tendremos que sufrir. Pero hay tres formas de sufrir que se quedaron plasmadas en las tres cruces del monte Calvario. Sufría Jesús, sufría el buen ladrón y sufría el otro ladrón. Jesús sufría como un santo y para salvar a muchos; el buen ladrón sufría como un penitente para salvarse él; pero el otro ladrón sufría inútilmente y para el infierno
Por eso debemos aprovechar el sufrimiento en este mundo para crecer en el amor a Dios y al prójimo, y recordar que en el Purgatorio se sufre mil veces más que en la tierra, por mucho más tiempo y sin mérito para el alma. Así que del sufrimiento no nos podemos escapar y, si no nos animamos a pedirlo como hacían los santos, por lo menos no nos rebelemos y aceptémoslo con resignación cuando nos llegue. Recordemos que más alto se sube al Cielo, cuanto más se ha sufrido en la tierra.