Reyes, escritores, políticos, músicos, científicos… recorren las páginas de 21 matrimonios que hicieron historia (ed. Rialp), de Gerardo Castillo. Son 21 reflejos distintos de amor humano en los que late lo divino, y todos ellos coinciden en haber permanecido unidos y felices, pese a las dificultades de la vida.
El matrimonio de los reyes Balduino y Fabiola es uno de ellos. Ofrecemos unos párrafos significativos:
ALFA Y OMEGA.
En 1960, el rey Balduino I de Bélgica estaba soltero y sin compromiso. Los esfuerzos de su madrastra por buscarle novia no dieron resultado. Monseñor Suenens, entonces obispo auxiliar de Bruselas, le aconsejó que pidiera la ayuda de la Virgen en el santuario de Lourdes. Le sorprendió la respuesta del monarca: acababa de pasar toda la noche en oración ante la gruta de las apariciones, confiándole a la Virgen la solución del problema de su matrimonio. El rey quería una esposa que compartiera su fe. Suenens le sugirió entonces que se pusiera en contacto con una mujer irlandesa a la que había conocido en Lourdes. Se llamaba Verónica O´Brien y era promotora de la Legión de María. Balduino, en una entrevista que duró cinco horas, le confió a Verónica su preocupación por acertar en la elección de su esposa. Ella le invitó a buscar la solución en la católica España.
Verónica partió en secreto para Madrid. Un amigo aconsejó a Verónica entrevistarse con la directora de una prestigiosa escuela femenina de la ciudad, que le acompañó a visitar a una de sus antiguas alumnas; su nombre era Fabiola de Mora y Aragón.
Estímulo para amar a Dios
Tras conocer la gestión realizada, el rey pidió a Verónica que invitara a Fabiola a pasar unos días en Bruselas. Por fin, accedió a realizar el viaje, y se encontró en secreto con Balduino en la casa de Verónica. Antes de iniciarse el noviazgo, Fabiola acudió a Lourdes para confiar a la Virgen su decisión última. Unas semanas después, regresaría al santuario acompañada de Balduino. El 6 de junio de 1960, se vieron en Lourdes a las siete de la tarde. El rey relataría más tarde: «Después de una rápida presentación, nos adentramos los dos por un camino solitario. Durante cerca de tres horas intercambiamos nuestras impresiones sobre la situación. En pocos minutos, la amistad creció con la ayuda de Nuestra Señora para que, antes de separarnos el día 10, pudiéramos decirnos un Sí el uno al otro».
Los días 7 y 8 volvieron a verse en la cripta, oyeron misa juntos y continuaron la conversación iniciada el primer día. Balduino confesará: «Lo que más me atrae de ella es su humildad, su confianza en la Santísima Virgen y su transparencia. Sé que será para mí un gran estímulo para amar a Dios cada día más». Finalmente, el 15 de septiembre contraen matrimonio en Bruselas.
Un corazón más libre
Entre 1961 y 1963, la reina sufre tres abortos. Ante 700 niños a los que recibe en el castillo de Laeken, Balduino afirma: «Nos hemos preguntado por el sentido de este sufrimiento; poco a poco hemos ido comprendiendo que nuestro corazón estaba así más libre para amar a todos los niños, absolutamente a todos».
En libro biográfico que escribió el cardenal Suenens, le pregunta a Balduino por el secreto de su matrimonio: «No hay que buscarlo lejos; reside en la profundidad de la vida espiritual. Dicho de otro modo, en la unión con Dios, vivida en cristiano, día a día, y traducida en gestos cotidianos de servicio a los demás».
Balduino renunció a sus funciones como Jefe de Estado, durante 44 horas, entre el 3 y el 5 de abril de 1990, al oponerse a la ley de despenalización del aborto, y evitar tener que sancionarla. Obró así porque esa ley atentaba contra el derecho a la vida y chocaba con sus creencias católicas. Corrió el riesgo de que el Parlamento no aprobase su regreso al poder.
Olvido de sí mismo
Balduino amaba a Fabiola no por amor de Dios, sino con el amor de Dios: «Casi todos los días veo en mi vida signos palpables del amor de Dios. Fabiola ha sido y sigue siendo uno de los más destacados. Algunas veces me he preguntado si todo esto no era demasiado maravilloso para ser verdad».
El 14 de diciembre de 1990, tras 30 años de matrimonio, la reina expresó sus sentimientos en un mensaje radiotelevisado: «Os diré simplemente que fueron años de felicidad, debidos por una parte a la amabilidad de mi marido, a sus atenciones, a un constante olvido de sí mismo que no faltó jamás. Ese olvido de sí a favor del otro es, de verdad, la clave de un matrimonio feliz. Pues amor y alegría es todo uno, lo cual no excluye el sufrimiento. El compartir las mismas pruebas consolida el amor».
!! SEÑOR SI TU QUIERES, YO QUIERO !!!