Durante los días previos a la elección del Papa Francisco, el Vaticano se convirtió en un hervidero de turistas, fieles y curiosos. Cada uno de ellos tenía una esperanza, una ilusión y un deseo por el nuevo Papa que iba a llegar
Durante los días previos a la elección del Papa Francisco, el Vaticano se convirtió en un hervidero de turistas, fieles y curiosos. Cada uno de ellos tenía una esperanza, una ilusión y un deseo por el nuevo Papa que iba a llegar