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EL PAPA LEON XIII ESCRIBIÓ EN SEPTIEMBRE NUEVE DE SUS ONCE ENCÍCLICAS SOBRE EL SANTO ROSARIO, SU PRACTICA Y SU DEVOCIÓN

( Desde El Cañamelar, José Ángel Crespo Flor).- Inmersos como estamos en la preparación de las Fiestas en honor a la Virgen del Rosario, Titular del Templo a la que da nombre y Señora y Patrona del Cañamelar (Valencia) y obligados, en cierta medida, a incentivar el uso del rezo del Santo Rosario, sobre todo en octubre, pretendemos con este articulo refrescar la memoria y homenajear a un papa (León XIII) que hizo mucho por la expansión de esta practica de piedad.

De vez en cuando conviene sacar a la luz publica estos personajes para hacer ver a quien corresponda la necesaria utilización del Santo Rosario como oración actual y permanente de la Iglesia. Por ello hemos pensado que hoy , 22 de septiembre, es un buen día para refrescar la memoria de León XIII un papa que hizo mucho por la Pastoral Obrera con su ‘Rerum Novarum’ pero hizo mas por la difusión del Santo Rosario, con sus once encíclicas sobre esta practica.

Tal día como hoy, 22 de septiembre, pero de 1891, hace por lo tanto 119 años, el papa León XIII firmaba la carta apostólica ‘Octobri Mense’, sobre el Rosario. Ello nos ha llevado a profundizar sobre otras cartas pastorales del mismo Papa León XIII que escribió durante el mes de septiembre, mes en el que estamos y mes que es la antesala al gran mes del Rosario, octubre. Vamos pues a recordar estas cartas pastorales que escribió León XIII durante septiembre. 9 en total. 9 de 11.

Un mes, septiembre, en el que León XIII trató de profundizar sobre el Santo Rosario y trató de hacer ver, con sus escritos, su importancia y actualidad.

Las nueve encíclicas que León XIII escribió en Septiembre sobre el Santo Rosario

‘Supremi Apostolatus’, sobre la devoción del Santo Rosario (1 de septiembre de 1883)

‘Octobri Mense’, sobre el Rosario (22 de septiembre de 1891)

‘Magnae Dei Matris’ , sobre el Santísimo Rosario (8 de septiembre de 1892)

‘Laetitiae Sanctae’, sobre el Santo Rosario (8 de septiembre de 1893)

‘Iucunda Semper’, sobre la devoción al Santísimo Rosario (8 de septiembre de 1894)

‘Fidentem Piumque’, sobre la Devoción del Rosario (20 de septiembre de 1896)

‘Augustissima Virginis’, sobre la devoción del Santísimo Rosario (12 de septiembre de 1897)

‘Diuturni Temporis’, sobre la devoción del Santísimo Rosario (5 de septiembre de 1898)

‘Parta Humano Generi’, sobre el Santo Rosario y la consagración de la Basilica del Rosario, en Lourdes (8 de septiembre de 1901)

León XIII, la devoción a María y el Año Internacional Mariano (2002-2003)

«A esta oración (el Rosario), escribe Juan Pablo II, le han atribuido gran importancia muchos de mis predecesores. Un mérito particular corresponde a León XIII que, el 1 de septiembre de 1883, promulgó la encíclica Supremi apostolatus officio, importante declaración con la cual inauguró otras muchas intervenciones sobre esta oración, indicándola como instrumento espiritual eficaz ante los males de la sociedad» (Rosarium Virginis Mariae, 2).

En efecto, el Papa Pecci dedicó al rosario 16 documentos: 11 encíclicas, tres cartas apostólicas, una Constitución apostólica y un quirógrafo enviado al Vicario de Roma. Si es verdad que la voz de los Papas ha resonado a través de los siglos, llena de amor y ferviente devoción a la Señora del cielo, no lo es menos que los papas de los dos últimos siglos han sobresalido por la expresión de su afecto y ternura hacia la Virgen santísima, por la exposición de la doctrina mariológica, y por la difusión de la piedad mariana, particularmente del rosario, entre el pueblo cristiano.

El Papa del Rosario consagra a esta devoción el mes de octubre, introduce en las letanías lauretanas la invocación «Reina del santísimo Rosario» y alaba a las Confraternidades del Rosario y sus manifestaciones públicas en honor de María. León XIII exalta en el rosario, oración fácil y a todos posible, la unión de la oración
vocal con la oración mental, las plegarias más bellas con la meditación de los misterios principales de la vida de Jesucristo.

Repitiendo sin cansancio la bellísima plegaria del avemaría, el cristiano fija la mente en los magníficos cuadros de los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos, verdadera escuela de fe y de virtud.

En el rezo del rosario nuestra fe halla fuerza, nuestra piedad se siente estimulada al fervor, nuestra voluntad impulsada a hacer el bien La devoción al rosario llena la mente de luz, el corazón de religioso amor, y la vida de virtudes. Ante los grandes males que azotaban la Iglesia y la sociedad de su tiempo, muestra las ventajas del rosario que ayuda a poner remedio a los tres principales males de la modernidad: la aversión a la vida humilde (misterios gozosos), la rebelión al dolor (misteriosos dolorosos) y el olvido de los bienes eternos (misterios gloriosos). En 1890, con la carta apostólica Quotquot religionis se alegra de que en el valle de Pompeya haya surgido un nuevo templo en honor de nuestra Señora del Rosario y que sea meta de numerosas peregrinaciones.

Con la encíclica Adiutricem populi (1895) recuerda a los cristianos que el rosario, difundido tanto en oriente como en occidente, es símbolo y auspicio del encuentro con las Iglesias orientales separadas de Roma. En los albores del siglo XX, la consagración de 15 altares, erigidos en el santuario de Lourdes en honor de la Virgen del Rosario, ofrece al papa la ocasión para recordar al mundo cristiano los frutos consoladores de la devoción a esta práctica de piedad, medio eficaz de preservación y de renovación de la fe cristiana (encíclica Parta humano generi, de 1901).

El último documento mariano de su pontificado, la carta Da molte parti (1903), enviado a los miembros de la comisión encargada de preparar el cincuenta aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de María, brinda a León XIII el momento propicio para encender en los fieles la piedad mariana y asegurar la protección de la Virgen santísima a quienes devotamente la invoquen, sobre todo con el rezo del santo rosario. Juan Pablo II, para dar mayor realce a la invitación «a contemplar el rostro de Cristo en compañía y a ejemplo de su santísima Madre», con ocasión del próximo 120 aniversario de la encíclica de León XIII, Supremi apostolatus officio, desea que se proponga y valore de manera particular el rosario en las diversas comunidades cristianas. «Por tanto, proclamo el año que va de este octubre a octubre de 2003 Año del Rosario» (RVM, 3).

Siguiendo las enseñanzas de León XIII y otros papas posteriores, Juan Pablo II escribe: «El Rosario, comprendido en su pleno significado, conduce al corazón mismo de la vida cristiana y ofrece una oportunidad ordinaria y fecunda, espiritual y pedagógica, para la contemplación personal, la formación del pueblo de Dios y la nueva evangelización » (RVM, 3).

Juan Pablo II pone fin a su Carta apostólica sobre el Rosario, colocándola en manos de María, «postrándome espiritualmente ante su imagen en su espléndido santuario edificado por el beato Bartolomé Longo, apóstol del rosario» (RVM, 43), es decir, el santuario de Pompeya, construido en tiempos de León XIII.

Luego el Papa actual hace suyas las conmovedoras palabras con las que termina la célebre Súplica a la Reina del Santo Rosario:

Oh Rosario bendito de María, dulce cadena que nos une a Dios,

vínculo de amor que nos une a los ángeles,

torre de salvación contra los asaltos del infierno,

puerto seguro en el común naufragio,

no te dejaremos jamás.

Tú serás nuestro consuelo en la hora de la agonía.

Para ti el último beso de la vida que se apaga.

Y el último susurro de nuestros labios será tu suave nombre,

oh Reino del Rosario de Pompeya,

oh Madre nuestra querida,

oh refugio de los pecadores,

oh Soberana consoladora de los tristes.

Que seas bendita por doquier,

hoy y siempre, en la tierra y en el cielo».

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