«La Iglesia se enorgullece de tantos hermanos que han dado su vida por permanecer fieles al Señor y su Evangelio»
Francisco recuerda a los «santos cotidianos» que cada día «siguen adelante con su vida, su trabajo, su fe»
Jesús Bastante, 14 de mayo de 2014 a las 10:44
(Jesús Bastante).- Sopla el viento en San Pedro. Tanto, que el Papa Francisco pierde su solideo. Mucha gente en la mañana fría aunque soleada de Roma, en la que Bergoglio ha dedicado su catequesis al don de la fortaleza, destacando a los «santos cotidianos», esos padres, madres, hermanos, «ciudadanos que cada día honran nuestro pueblo, nuestra Iglesia, porque son fuertes para llevar adelante su vida, su familia, su trabajo, su fe».
Arrancó Francisco recordando la parábola del sembrador, en la que éste «representa al Padre, que esparce abundamentemente su Palabra, pero se encuentra con la aridez de nuestro corazón, que en ocasiones está estéril».
«Con el don de la fortaleza, el Espíritu santo libera el terreno de nuestro corazón, de las dudas y temores que pueden frenarlo, de modo que la palabra del Señor venga de modo auténtico y gozoso», apuntó el Papa.
«Esto sucede: aun en momentos difíciles, en situaciones extremas, el don de la fortaleza se muestra de forma ejemplar. En distintas partes del mundo, dan testimonio de su fe, con convicción y serenidad, aun a costa de sus vidas. Esto sólo es posible por la acción del Espíritu Santo que infunde fortaleza y confianza». añadió Francisco.
Sin embargo, «no debemos pensar que este don es sólo para las circunstancias extraordinarias; también en nuestra vida de cada día el Espíritu Santo nos hace sentir la cercanía del Señor, nos sostiene y fortalece en las fatigas y pruebas de la vida, para que no nos dejemos llevar de la tentación del desaliento, y busquemos la santidad en nuestra vida ordinaria», para «afrontar experiencias duras y dolorosas, relacionados con la vida o la pobreza».
«La Iglesia se enorgullece del testimonio de tantos hermanos y hermanas que han dado su vida por permanecer fieles al señor y su evangelio -insistió Bergoglio-. Aunque hoy no faltan cristianos que en tantas partes del mundo continúan celebrando y testimoniando su fe con profunda convicción y generosidad, resistiendo pagar un precio muy alto».
«Todos conocemos gente que ha vivido situaciones difíciles, tanto dolor… Hombres y mujeres que llevan una vida difícil para llevar adelante la familia, educar a los hijos… pero tienen la fortaleza que les ayuda. ¿Cuántos hombres y mujeres, no sabemos su nombre, pero honran nuestro pueblo, nuestra Iglesia, porque son fuertes para llevar adelante su vida, su familia, su trabajo, su fe?», preguntó el Papa.
«Son santos cotidianos, que tuvieron el don de la fortaleza para llevar adelante su deber de padre, de madre, de hermano, de ciudadano… Tantos tenemos. Damos gracias al Señor por estos cristianos de una santidad manifiesta, con el espíritu delante», insistió ante una plaza de San Pedro que aplaudía a rabiar.
«Pidamos al Señor que nos dé el don de la fortaleza», concluyó Francisco, quien incidió en que dicho don «debe constituir una nota de fondo de nuestro ser cristiano, en nuestra vida cotidiana. En todos los días debemos ser fuertes, para seguir adelante con nuestra vida, nuestra familia y nuestra fe».
El apóstol Pablo dice una frase que nos hará bien escuchar: «Todo es posible en aquel que me da la fuerza». Francisco añadió que «en la vida normal, cuando vengan dificultades, recordemos esto: «Todo es posible». Señor, dame fuerza, siempre. Dios no nos pone prueba que no podamos superar. «Todo es posible en aquel que me da la fuerza»».
Texto completo del Papa en español:
Queridos hermanos:
En nuestra vida frecuentemente experimentamos nuestra fragilidad, nuestros límites y clausuras. Con el don de fortaleza, el Espíritu Santo nos ayuda a superar nuestra debilidad, para que seamos capaces de responder al amor del Señor. Hay momentos en que este don se manifiesta de modo extraordinario, como ocurre en el caso de tantos hermanos nuestros que no han dudado en entregar su vida por fidelidad al Señor y a su Evangelio.
También hoy sigue habiendo muchos cristianos que, en distintas partes del mundo, dan testimonio de su fe, con convicción y serenidad, aun a costa de sus vidas. Esto sólo es posible por la acción del Espíritu Santo que infunde fortaleza y confianza. Sin embargo, no debemos pensar que este don es sólo para las circunstancias extraordinarias; también en nuestra vida de cada día el Espíritu Santo nos hace sentir la cercanía del Señor, nos sostiene y fortalece en las fatigas y pruebas de la vida, para que no nos dejemos llevar de la tentación del desaliento, y busquemos la santidad en nuestra vida ordinaria. Pero para que todo esto sea realidad, es necesario que al don de fortaleza se le una la humildad del corazón.
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Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de España, México, Ecuador, Venezuela, Chile, Argentina y otros países latinoamericanos. Pidamos a la Virgen María que, por su intercesión, el Espíritu Santo nos conceda el don de fortaleza, para que sepamos seguir siempre a Jesús con alegría y perseverancia. Muchas gracias y que Dios los bendiga.
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“La Paz de Cristo en el Reino de Cristo”
Acción Católica de la Diócesis de Querétaro.
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Jose Luis Aboytes
Coordinador Internet