Aún recuerdo la incredulidad que había en la Plaza de San Pedro el día que se anunció que Joseph Ratzinger había sido seleccionado para ocupar el puesto dejado vacante por Juan Pablo II. Aquellos vecinos de Roma que lo conocían de años nos decían que esperáramos, que era una caja de sorpresas. Hoy, cinco años después, vamos viendo que, efectivamente, es una caja de sorpresas.
Una de esas sorpresas ha sido la publicación de un libro.
No debería extrañar que un experimentado teólogo lo haga. Como Papa no ha perdido la costumbre de escribir. Y de escribir claro y accesible. Además de los textos oficiales (encíclicas, discursos, homilías, etc. ) ha publicado una Vida de Jesús, Y en estos días acaba de salir a la venta su segundo libro: «Luz del Mundo.
El Papa, la Iglesia y los signos de los tiempos. Una conversación con Peter Seewald».
Benedicto XVI en esta breve obra -227 páginas en la edición castellana- mantiene un diálogo con un periodista en el cual hace un repaso a los temas que más preocupan a la Humanidad en el momento actual. Consta de tres partes y un anexo.
«Signos de los tiempos», la primera parte, es clara y sencilla.
Nos ofrece un aspecto del papa muchas veces olvidado: es un ser humano que siente y padece, que tiene sus limitaciones, que no tiene reparo en afirmar que se puede equivocar.
Es el hombre, no el Papa, quien habla. La crisis que ha afectado profundamente a la Iglesia está sirviendo para purificarla, hacerla más humilde y más cercana. Hace una revisión a su pontificado en la segunda parte. Es en esta sección, cuando analiza sus viajes, donde aparecen las polémicas declaraciones sobre el uso del preservativo. En respuesta a una pregunta del entrevistador acerca de sus declaraciones durante su viaje a África en 2009, hace una presentación esquemática sobre el valor de la sexualidad. En ese contexto afirma claramente que «la mera fijación en el preservativo significa una banalización de la sexualidad » «Significa esto que la Iglesia católica no está por principio en contra de la utilización de preservativos?» «Es obvio que ella no los ve como una solución real y moral.
No obstante, en uno u otro caso pueden ser, en la intención de reducir el peligro de contagio, un primer paso en el camino hacia una sexualidad vivida de forma diferente, hacia una sexualidad más humana» .
Desafortunadamente para muchos lectores estas últimas declaraciones son lo único importante del libro.En la última parte, ¿Hacia dónde vamos? responde a una serie de interrogantes y problemas presentes en la vida de la Iglesia y de la sociedad.
Desde el lugar de la Iglesia en la sociedad a los novísimos, dialogando sin reparos sobre la sexualidad, el sacerdocio, la ciencia y la cultura, y sobre su obra más querida, el «Jesús de Nazaret, cuya segunda parte se publicará a principios de 2011.
Concluye el libro con una serie de anexos de intervenciones en diversas ocasiones y un breve esquema biográfico.
La impresión que queda al concluir el libro es una de alegría, respeto y esperanza. Alegría de ver cómo Benedicto XVI-Joseph Ratzinger sigue vivo, sigue creando pensamiento. Podríamos afirmar que tenemos teólogo para rato. Y teólogo claro, legible. De Juan Pablo II se afirmaba que los peregrinos iban a Roma a ver al Papa.
De Benedicto XVI se dice que van a escucharlo. Juan Pablo II era un actor de teatro que llegó a Papa. Y los actores suelen representar guiones ya preparados. Benedicto es el autor de muchos de esos guiones.
Respeto ante una persona que no ha tenido reparo en enfrentarse a los retos más difíciles de la Iglesia, el reto de renovarla y hablar claro y alto sobre el pecado y las debilidades. El escuchar pedir perdón y afirmar que está dispuesto a renunciar en caso de que no se sienta con las fuerzas para cumplir su misión es algo no solo digno de respeto sino, sobre todo, de imitación por parte de muchas autoridades en la Iglesia.
Esperanza de que la Iglesia es dirigida en lo humano por un anciano con espíritu joven, por un frágil y anciano sacerdote al cual podemos llamar el Papa de Hierro, como su compatriota Bismark, el Canciller de Hierro. Esperanza de que el ir navegando mar adentro lo podemos hacer porque el que conduce la Barca tiene el auxilio del Espíritu .
P. Tomas del Valle-Reyes
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