Icono del sitio padrenuestro.net

EL CAMBIO RELIGIOSO COMO OPORTUNIDAD PARA EL DESPERTAR ESPIRITUAL

Extracto de la ponencia de Enrique Martínez Lozano en el Foro de Profesionales Cristianos de Madrid
FORO DE PROFESIONALES CRISTIANOS, pxmadrid@telefonica.net
MADRID.

ECLESALIA, 23/12/10.-
De la conferencia de Enrique Martínez Lozano sobre “El cambio religioso como oportunidad para el despertar espiritual”, en el Foro de Profesionales Cristianos de Madrid del 22 de noviembre de 2010. Más información en enriquemartinezlozano.com. La trascripción completa de charla en profesionalescristianos.com.

“Los místicos de todas las tradiciones y a lo largo de toda la historia han dicho siempre que “todo era Uno”. No se niegan las diferencias, pero todo es Uno. La física cuántica, observando y experimentado todos estos elementos y partículas subatómicas concluye, entre otras afirmaciones revolucionarias, que no hay nada separado de nada: tú tocas aquí y aquello otro se modifica. Y, finalmente, la psicología transpersonal experimenta que, en cuanto se pasa del estadio racional, la realidad se ve de un modo diferente, absolutamente interconectada e interrelacionado. (…)

En definitiva, lo característico del paradigma postmoderno es la convicción de que todo es una red, de que todo influye en todo, y de que la realidad tiene un modelo holográfico, que significa que en cada parte está el todo. Se abre paso la no-dualidad: junto con las diferencias de las formas, más allá de ellas, late una profunda Unidad de todo Lo que es.

Los cristianos tenemos una metáfora de Jesús que es inigualable y que pocas veces la sabemos leer. Jesús dice: “Yo soy la vid y vosotros los sarmientos”. La vid y los sarmientos ¿qué son, una cosa o dos? No-dos. La no dualidad es lo más revolucionario de la postmodernidad, y las personas religiosas haríamos bien en entrar por ahí porque sólo eso nos permitirá experimentar a Dios.

Dios no está ni lejos ni cerca, ni dentro ni fuera. Dios es el Misterio de Lo Que Es. Así se dice “lo que es” en hebreo, “Yhwh”. Aunque luego se lo haya entendido como un Dios de rayos y truenos, que te podía castigar hasta la séptima generación; cuando se piensa a Dios, se lo objetiva y se lo “individualiza”: todo dios pensado es un ídolo de nuestra mente. Dios no se puede pensar, porque en nuestra mente no cabe. Entonces, ¿qué se puede hacer con Dios? Vivirlo. A Dios lo podemos vivir pero no lo podemos pensar. ¿Cómo vivimos a Dios? Cuando hacemos lo que hizo Jesús. Jesús fue un hombre que vivió a Dios, por eso “pasó por la vida haciendo el bien”. Cuando entramos por aquí, trascendemos la religión y nos adentramos en la espiritualidad…

El camino más corto a la espiritualidad es el venir al aquí y ahora, es el venir al momento presente. Presente –con mayúscula- es sinónimo de Dios. Es la Shekiná, la Presencia. El presente está preñado de Dios, el presente es otro nombre de Dios, la Presencia. Es uno de mis nombres queridos. Por eso hablar de espiritualidad es hablar de no dualidad. Otro místico, Javier Melloni, repite esto: “No somos iguales, pero somos lo mismo”. Como las olas y el océano: no son iguales, pero son lo mismo…

¿En qué coinciden todas las cosas que son? En que son. El Ser es el núcleo de lo real. Pero para percibirlo, necesitamos acallar la mente. Y para eso necesitamos meditar… sólo la meditación nos permite entrar en este camino de la espiritualidad. El despertar espiritual consiste en descubrir ese Dinamismo de un darse que engendra la forma que somos en la no-separación. Caer en la cuenta de eso y experimentarlo: eso es la espiritualidad.

Todo el misterio de la Vida es un Darse. Ese Darse está engendrando permanentemente la forma que somos cada cual. ¿Qué es un océano? Un darse del agua que está generando olas de todos los tipos continuamente. Eso es la espiritualidad. Si lo queremos formular en lenguaje religioso, la experiencia original es ésta: estamos siendo creados continuamente desde la profundidad de Dios en la no-separación. Igual que la ola es forma donde el agua vive, Dios lo que busca es vivirse en nosotros. Como le gusta insistir a Willigis Jäger, Dios no quiere ser adorado, quiere ser vivido.

Inteligencia espiritual es la capacidad de trascender la mente y el yo, porque somos capaces de separar la conciencia de los pensamientos. Pensamientos tenemos, pero conciencia es lo que somos. Y cuando uno se identifica con los pensamientos, ¿qué pasa? Que sufre. La espiritualidad consiste en darse cuenta de la trampa que significa identificarse con nuestros pensamientos; porque los pensamientos son objetos, pero yo soy la Conciencia que observa esos objetos.

(…) La práctica de la meditación es, por tanto, un camino de libertad interior; y un camino de compasión. Sabemos si una persona medita porque se va haciendo más compasiva. Si alguien presume de meditar y no es más compasivo en la práctica, está haciendo narcisismo espiritual. Meditar no es nada complicado, pero le cuesta mucho a nuestro yo. Meditar es acallar, silenciar la mente, dejar de identificarse con ella. Porque no somos lo que podemos observar, sino la Conciencia que observa”. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

http://www.eclesalia.net

Salir de la versión móvil