El 23 de Diciembre hay que rezar por Sor Angela Autsch y por otro mártir, el valenciano Pablo Meléndez Gonzalo
(Desde El Cañamelar, José Ángel Crespo Flor)
Hoy, 23 de diciembre, hace años, murió en el campo de concentración de Auschwitz sor Angela Autsch, una religiosa trinitaria que pasó algunos años de su vida en Valencia que tras su detención acabó como tantos miles y miles de personas, en los campos de exterminio de la barbarie nazi.
Un día pues apropiado para rezar por esta mártir del Holocausto nazi que conoció la barbarie humana como también la conocieron Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), Maximiliano María Kolbe, Jacop Gapp o Tito Brandsma. Todos ellos mártires por la fe y mártires reconocidos por la Iglesia como tales.
Y … Ángela Autsch estamos convencidos también subirá a los altares. Cuando disponga la Iglesia pero subirá. De eso estamos seguros porque murió mártir y abrazando la cruz del sufrimiento y la palma del martirio.
Y hoy, 23 de diciembre, la Iglesia nos recuerda al beato valenciano, mártir también, Pablo Meléndez. Dos ejemplos pues de la grandeza de nuestra Iglesia más moderna.
UNOS DATOS DE LA BIOGRAFÍA DE SOR ANGELA AUTSCH
Ángela del Sagrado Corazón nació en Röllecken (Alemania) en 1900 e ingresó en el convento de las trinitarias de Mötz (Austria) en 1933.
La religiosa fue detenida por la Gestapo por «un comentario que hizo mientras hacía la compra para su convento en el que manifestó que ´Hitler es un azote para Europa´», según consta en la documentación incorporada a su causa.
Por esta razón, fue llevada al campo de concentración de Ravensbrück (Alemania) y después al de Auschwitz (Polonia), donde «por ser alemana y enfermera fue llevada al dispensario médico del recinto para atenderlo», indicaron las mismas fuentes.
Durante su estancia en el campo de concentración, Sor Ángela «engañaba a las SS para dar a escondidas más raciones de comida o jabón para las mujeres enfermas», según indicaron fuentes de la orden religiosa creada en Valencia en 1881.
Un día «salvó a una madre de 19 años que llevaban a las cámaras de gas escondiéndola en la enfermería durante tres días».
En una de sus cartas que escribió a su madre superiora «le hizo saber que llevaba mucho tiempo rechazando la oferta que le hacían de liberarla con la condición de que abandonara el convento», ya que «no estaba dispuesta a dejar a tantas compañeras desamparadas».
Ello, además, a pesar de que «por estar entre los enfermos se contagió de tifus y sufrió fuertes fiebres» y de que «por su osadía recibió malos tratos de los soldados», precisaron.
En 1944, la religiosa murió, el 23 de diciembre, tras ser alcanzada por un proyectil durante un bombardeo en el campo de concentración, mientras ayudaba a los enfermos a refugiarse. Supervivientes del campo de concentración testimoniaron que llamaban a sor Ángela ´El Ángel de Auschwitz´ y que «era como un rayo de luz y esperanza en medio de aquel infierno».
Otro superviviente aseguraba que «quería morir ante aquel horror, estaba desesperado, destrozado y ella con sus palabras y cuidados le devolvió la esperanza por vivir, por reencontrar a su familia».
En 1990 se abrió en Viena el proceso de beatificación de Ángela del Sagrado Corazón y desde 1996 se instruye en Roma su causa «por sus virtudes heroicas», resaltaron.
Precisamente desde Valencia se han editado unas estampas para que la gente conozca mejor y en profundidad a esta mártir de la sinrazón humana. Unas estampas que contienen esta oración:
Señor Dios Padre nuestro,
te damos gracias porque nos has dado
a Sor Ángela Autsch, religiosa trinitaria.
Su vida irradió luz a su paso por el mundo,
y especialmente en las tinieblas del
Campo de concentración de Auschwitz,
donde fue testigo de tu fortaleza.
Ella nos manifiesta la riqueza de tu amor
y misericordia; nos enseña
a vivir la cruz de cada día en tu presencia.
Concédenos Señor, la gracia que te pedimos
por su intercesión y si es tu voluntad,
permite que la Iglesia reconozca su santidad
para que así dé frutos abundantes en el mundo.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
Una oración que, precisamente hoy, 23 de diciembre, fecha en que hace años esta mártir de la fe, vio cara a cara la Gloria de Cristo Resucitado, sería muy oportuno que la hicieramos nuestra y que, desde luego, la rezásemos. Es corta y por lo tanto no nos llevará mucho tiempo hacerlo.
BEATO PABLO MELÉNDEZ GONZALO (23 diciembre)
Otro mártir, este valenciano, abogado y periodista, Pablo Meléndez Gonzalo ya tiene un sitio propio entre los beatos y es hoy, 23 de diciembre, cuando la Iglesia ha propuesto y dispuesto que recemos por él.
Los que nos dedicamos a este noble oficio que es el de contar y redactar cosas estamos de enhorabuena porque junto a nuestro patrón, san Francisco de sales, tenemos otros ‘apóstoles’ del periodismo que hicieron de este noble oficio algo importante en sus vidas y en sus métodos para evangelizar a las gentes.
Entre estos nombres propíos vamos a destacar a Lolo, ya beato y en espera muy pronto de alcanzar la gloria de la canonización; Maximiliano Kolbe; Santiago Alberione; Tito Brandsma y algún otro que ahora mismo no recurerdo. Pero — hoy toca hablar de Pablol Meléndez. ¡Y lo vamos a hacer!.
UNOS DATOIS DE SU BIOGRAFIA
Pablo Meléndez Gonzalo, padre de familia numerosa, diez hijos, abogado y periodista, había nacido en Valencia (España) el 7 de noviembre de 1876.
A los 14 años perdió a su padre. Desde ese momento, dedicó el tiempo disponible que le dejaba la escuela para ayudar a su madre y a otros 6 hermanos menores que él. Dios le concedió una vida espiritual intensa, profunda, sincera.
A los 15 años ingresó en las congregaciones marianas, y pronto pudo participar en los grupos de Adoración nocturna. Además, su amor a Dios le llevaba a amar a los demás, especialmente a los enfermos, a los que con frecuencia iba a visitar.
Todo lo hacía con la fuerza que le daba su continuo contacto con Jesús: iba a misa y recibía la comunión diariamente.
ESTUDIÓ DERECHO EN LA UNIVERSIDAD DE VALENCIA
Estudió derecho en la Universidad de Valencia y obtuvo excelentes notas. Pero ello no le apartó de sus convicciones: sus compañeros y profesores notaron en seguida la fe profunda y el compromiso que Pablo tenía con la Iglesia.
Por esa fe y esa convicción participó activamente en la Juventud Católica, de la que llegó a ser presidente para la zona de Valencia. Terminados los estudios, empezó a trabajar como abogado. También fue un buen periodista.
Con el tiempo, llegó a ser director del periódico “Las Provincias”. El 25 de enero de 1904 se casó con Dolores Boscá. Dios bendijo a los esposos con 10 hijos: Pablo, Antonio, Alberto, Rafael, Carlos, María Teresa, María de los Desamparados, María Luisa, Josefa y María Dolores. También participó en política, como miembro de la Liga católica, y ocupó algunos cargos públicos en su ciudad.
Por eso, era conocido su compromiso por defender la moralidad pública y la libertad religiosa de la Iglesia.
En la España de aquellos años este compromiso público podía ser muy peligroso, más en una Valencia en la que se notaba una especial hostilidad de algunos contra todo lo que “oliese a incienso”, como se decía despectivamente de la gente de la Iglesia.
1936 EL INICIO DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
Los hechos se precipitan a partir de 1931. La tensión política es muy alta en los años iniciales de la II República española. En 1934 se produce un primer intento, fracasado, de revolución izquierdista. Pero el ambiente sigue sumamente tenso, una tensión que culmina en julio de 1936 con el inicio de la guerra civil española.
Pablo Meléndez se encuentra, ese mes de julio, en un pueblo de la provincia, Paterna. La zona queda bajo gobierno de las autoridades republicanas y de los comités comunistas y revolucionarios, que no dudarán en poner en marcha una persecución sistemática contra muchos católicos.
Pablo sufre un primer registro como sospechoso, pero no es arrestado. Se traslada a la ciudad de Valencia. No le resulta posible buscar un escondite, pues tiene a uno de sus hijos, Carlos, gravemente enfermo.
Algunos le ofrecen ayuda para escapar, pues saben que su vida corre peligro, pero Pablo se niega: antes está el cuidado de su hijo.
Pasados algunos meses, el peligro se hace realidad. El 25 de octubre, hacia las 6 de la tarde, llegan a arrestarle.
“SOY CATÓLICO, APOSTÓLICO Y ROMANO”.
Se lo llevan con uno de sus hijos, Alberto. Uno de los que le detiene pregunta: “¿es usted católico?” Pablo Meléndez contesta con seguridad: “soy católico, apostólico y romano”. La orden de arresto viene del Gobierno civil de Valencia, a petición del Consejo provincial de Vigilancia popular antifascista, y con un motivo sumamente concreto: Pablo Meléndez era conocido como persona comprometida con su fe católica.
Pasa a la cárcel, y allí parece sentirse algo seguro, aunque todo puede cambiar en un instante. Un compañero de prisión le pregunta si cree que saldrán vivos. Pablo le responde: “si la Providencia nos destina para mártires nos fusilarán, y si no, quedaremos libres”.
Otro de los compañeros de prisión le escucha decir lo siguiente: “estamos aquí pues Dios lo ha permitido, en sus manos estamos. He ordenado a mi familia que no haga gestiones para conseguir mi libertad.
Sólo pido al Señor me dé su amor y gracia, y esto me basta”. Esa última frase le gusta mucho. La repite cuando le informan que su hijo Carlos acaba de fallecer. Se acerca la navidad de 1936.
Para todo cristiano, una fiesta grande. Pablo Meléndez no sabe, quizá, que va a celebrar esa fiesta en el cielo, acompañado por sus hijo Alberto y Carlos.
FUSILAN AL PADRE Y A UN HIJO
El día 24 de diciembre, en la madrugada, sacan de la cárcel a Pablo y a Alberto, y los fusilan con rapidez. A la familia le dicen que los han puesto en libertad.
Una de las hijas, sin embargo, sospecha lo que acaba de ocurrir. Va al cementerio, y encuentra los cadáveres de su padre y de su hermano, acribillados por las balas. “Estamos aquí porque Dios lo ha permitido”.
La vida y la muerte pertenecen a Dios, aunque a veces los hombres sienten que son ellos quienes deciden y escriben la historia. La historia terrena de Pablo Meléndez y de su hijo terminó así, en vísperas de la Navidad.
DECLARADO BEATO POR JUAN PABLO II
No resulta fácil comprender por qué Dios permitió su muerte, por qué privó a una familia numerosa de aquel padre que tanto amaba a los suyos. Desde la fe sabemos, sin embargo, que Pablo no dejó a los suyos: Dios lo acogió en su seno.
Desde el cielo, supo seguir cerca de la familia, cerca también de todos los que seguimos en camino hacia la Casa del Padre. La Iglesia ha sabido reconocer su fidelidad al amor y nos lo presenta como ejemplo para nuestra vida diaria.
Fue declarado beato por Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001.