Y si te afirmo que percibí algo intenso que anduvo revoloteando sobre nosotros aquella noche?
Te cuento:
Noche de música y oración. Noche de sentimientos compartidos. Noche de búsqueda en el interior de uno mismo.
Patio de silencio, clima de esperanza, palabras y sonidos que penetran por doquier en los oídos de nuestros semejantes. Arte contenido en lienzos que plasman radicalmente la idea de que otra Iglesia es posible, una Iglesia mucho mejor, más cercana, más viva, menos politizada, menos pasiva.
Y el sonido. Voces prodigiosas que engarzan palabras con melodías que suenan bien sólo por hablar de Ti.
Y ahí estabas TÚ, presente en todos y cada uno de nosotros. Esperando entrar y sin querer salir. En esa noche de julio donde expira el día que da paso a esa noche de cielo estrellado en donde la luna mengua. Esa luna que aún brilla poderosa en el cielo de Mollina, resurge de entre las paredes del lugar que un día fue de culto y oración, donde se reunían almas que ya se marcharon pero que nos dejaron el legado más preciado, verdaderos Evangelios Vivos que se proyectan sobre nosotros y que nos dan fuerza para caminar por el sendero de nuestra conciencia.
Oración, canto, sentimiento, arte, luz, amor, paz, compañía, sueño, libertad.
Noche soñada, noche esperada, noche compartida, noche sagrada. Talithakum.
Y sí, ahí estabas TÚ.
J. J. Peñafiel