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Domingo XVII del Tiempo ordinario

Domingo XVII del Tiempo Ordinario

Domingo XVII del Tiempo Ordinario

Domingo XVII del Tiempo ordinario – Ciclo B

COMPARTIR EL PAN

Aunque se ha insistido mucho en la dimensión sacrificial del “santo sacrificio de la misa”, sin embargo no podemos olvidar y tenemos que recuperar con más fuerza la Eucaristía como signo y vivencia de la comunión y la fraternidad que debemos buscar entre nosotros y que no alcanzará su verdadera plenitud sino en la consumación del Reino.

La Eucaristía tiene que ser para los creyentes una invitación constante a crear fraternidad y a vivir compartiendo lo nuestro, aunque sea poco. La Eucaristía nos obliga a plantearnos las relaciones entre aquellos que la celebramos como «signo de comunión fraterna».

La Eucaristía se convierte en burla cuando su celebración no nos ayuda a cuestionarnos si nuestras relaciones con los demás se basan en el amor y la justicia. A veces nos preocupamos de cuestiones muy secundarias de la “misa” mientras que a muy pocos les preocupa si la celebración de la Eucaristía es signo de verdadera fraternidad o al menos nos da fuerza e impulso para buscarla.

Cuando no hay justicia, cuando no se vive en solidaridad, cuando no se hace nada por cambiar las cosas, cuando no se ve esfuerzo por compartir los problemas de los abandonados, la celebración eucarística queda vacía de sentido.

No tenemos que esperar a que desaparezca la última injusticia para poder celebrar nuestras Eucaristías, pero tampoco podemos seguir celebrándolas sin que nos impulsen a comprometernos en la lucha contra toda injusticia.

El pan de la Eucaristía nos alimenta para el amor y no para el egoísmo, nos impulsa a ir creando una mayor comunicación y solidaridad, y no un mundo en el que nos desentendamos unos de otros.

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA

1ª LECTURA

Lectura del segundo libro de los Reyes 4,42-44

En aquellos días, vino un hombre de Bal-Salisá trayendo en la alforja el pan de las primicias -veinte panes de cebada- y grano reciente para el siervo del Señor. Eliseo dijo a su criado:
– Dáselos a la gente para que coman.
El criado le respondió:
– ¿Qué hago yo con esto para cien personas?
Eliseo insistió:
– Dáselos a la gente para que coman. Porque esto dice el Señor: «Comerán y sobrará». El criado se los sirvió a la gente; comieron y sobró, como había dicho el Señor.

Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 1ª LECTURA

La lectura nos presenta la narración del acontecimiento de unos panes que al ser compartidos se multiplican por la fuerza de la Palabra de Dios.

Un hombre creyente hace su ofrenda a Dios. Como hay muchos hombres necesitados esa ofrenda se multiplica para saciar el hambre de aquellas gentes.

Lo importante es que el Señor no encuentre resistencia egoísta en quien puede colaborar en la disminución de las necesidades existentes en los hombres.

SALMO

Sal 144, 10-11. 15-16. 17-18
R. Abres tú la mano, Señor, y sacias.

2ª LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4,1-6

Hermanos:
Yo, el prisionero por Cristo, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados.

Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos; sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en la vocación a la que habéis sido convocados.

Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.

Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

El apóstol Pablo desde la cárcel ofrece a los cristianos de la comunidad de Éfeso un mensaje de paz, de unidad y de concordia, tan necesario para aquella comunidad (y también para otras) como «el pan de cada día». Les invita a vivir en fraternidad y armonía; a ser comprensivos ante las dificultades que puedan surgir en la convivencia, ya que todos han recibido el mismo bautismo, han recibido la misma fe y tienen un mismo Señor, que es Padre de todos.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 6,1-15

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.

Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.

Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:
– ¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?
Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.

Felipe le contestó:
– Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo.
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:
– Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?

Jesús dijo:
– Decid a la gente que se siente en el suelo.
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:
– Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
– Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo.
Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

Palabra de Dios

COMETARIO AL EVANGELIO

 

Jesús con este signo del Reino de la multiplicación de los panes y los peces nos enseña a compartir lo que tengamos, aunque sea poco y ponerlo a disposición de los demás. Con los bienes de la Tierra hay para que nadie pase hambre, incluso pueden sobrar.

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

DADLES VOSOTROS DE COMER

Si levantamos los ojos como Jesús, si no tenemos miedo a tener los ojos abiertos y contemplar la realidad que nos rodea, nos llamará la atención, como a Él, la multitud, la muchedumbre que hay a nuestro lado que pasa hambre.

Ante toda esa realidad, también Jesús nos pregunta a nosotros: ¿Qué podemos hacer para dar de comer a esa gente? ¿Qué puedo hacer yo?

Nos sorprende esa pregunta de Jesús porque, como a los discípulos, el problema nos parece tan grande que supera todas nuestras posibilidades, porque

los medios de que disponemos son muy pequeños. Pero Jesús quiere que compartamos todo lo que tenemos; que lo pongamos al servicio de los demás con desprendimiento y generosidad.

Que el milagro de que todos tengan como mínimo lo necesario para llevar una vida digna depende de nosotros. No nos podemos limitar a lamentarnos de todos y de todo. Yo puedo poner algo de mi parte, aunque sea un poquito: mis cualidades y virtudes, mi tiempo, etc.. No puedo exigir que otros sean como yo no soy o hagan lo que yo no hago. Sólo el Señor puede cambiar nuestro corazón y darnos fuerzas…

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Guión Domingo XVII del Tiempo ordinario – Ciclo A

DOMINGO XVII DEL TIEMPO ORDINARIO/CICLO A

¿Es Dios el “aguafiestas” de nuestra felicidad?

         Cuántas veces, al ver la actitud resignada de los cristianos, la observancia rutinaria de sus “obligaciones religiosas”, el conformismo de sus vidas y la falta de alegría en sus celebraciones, uno se siente inclinado a pensar que los creyentes no sabemos disfrutar de la fe, no hemos reconocido todo lo bueno y saludable que encierra la Fe cristiana.

Se diría que la religión para nosotros se ha convertido en un peso, una costumbre, una rutina o una obligación. Dios no parece ser fuente de gozo y de alegría profunda para los creyentes, no vemos a Dios como al “amigo de la vida”, sino como al “aguafiestas” de toda felicidad.

     Jesús, con las parábolas sobre el Reino de Dios, nos dice claro una cosa: vivir la FE produce alegría, como si encontrara un tesoro. Es posible que para muchos cristianos la idea de Dios no vaya unida a experiencias gozosas y liberadoras, sino a vivencias amargas y negativas de miedos, conflictos o remordimientos que es mejor olvidar cuanto antes.

Difícilmente se despertará en nosotros la FE en Dios si no somos capaces de ahondar en lo más profundo de nuestro ser hasta descubrir “llenos de alegría” el tesoro escondido de Dios, la gran noticia de que Dios nos ama, nos quiere felices y nos salva.

¡Cuánto necesita nuestro tiempo presente de hombres y mujeres capaces de disfrutar, de celebrar y de gozar de su fe en Dios! Creyentes que, a pesar de sus crisis, sus dudas y luchas dolorosas puedan hablar y contagiar su experiencia gozosa de Dios.

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA

Lectura del primer libro de los Reyes 3,5. 7-12

En aquellos días, el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo:
– Pídeme lo que quieras.

Respondió Salomón:
– Tú trataste con misericordia a mi padre, tu siervo David, porque caminó en tu presencia con lealtad, justicia y rectitud de corazón; y fiel a esa misericordia, le diste un hijo que se sentase en su trono: es lo que sucede hoy.

Pues bien, Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable, innumerable.

Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues ¿quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan numeroso?

Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello y Dios le dijo:
– Por haber pedido esto y no haber pedido para ti larga vida ni riquezas ni la vida de tus enemigos, cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti.

Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 1ª LECTURA

Salomón es consciente que tiene que gobernar un pueblo que no es suyo sino de Dios. Se siente incapaz de llevar adelante esa tarea que sobrepasa sus fuerzas.

Por ello, acude a la oración a Dios para encontrar la sabiduría que le lleve a gobernar al pueblo discerniendo entre el bien y el mal.

Su confianza en Dios le lleva, no sólo a acudir a Él en la necesidad, sino a pedirle aquello que necesita para orientar al pueblo que le ha sido confiado.

Sal 118, 57 y 72. 76-77. 127-128. 129-130

R. Cuánto amo tu voluntad, Señor.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,28-30

Hermanos:
Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio.

A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó los llamó; a los que llamó los justificó; a los que justificó los glorificó. Principio del formulario

Palabra de Dios

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA     

El proyecto salvador de Dios está abierto a todos los que quieran acogerlo; nadie queda excluido de él.

Lo importante es saber que se trata de un ofrecimiento gratuito de Dios y no de algo alcanzado por la fuerza de cada uno de nosotros y venido casualmente sobre nosotros.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,44-52

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
– El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra.

[El Reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.

Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?
Ellos le contestaron:
– Sí

Él les dijo:
– Ya veis, un letrado que entiende del Reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.]

Palabra de Dios

      COMENTARIO SOBRE EL EVANGELIO

        Las parábolas que nos narra Jesús en el Evangelio ponen de relieve la alegría de quien encuentra un tesoro. Jesús invita a sus seguidores  a que descubran el Reino y vivan con coherencia y alegría ese hallazgo, pues todas las demás cosas pierden valor comparado con el Reino.

La Buena Noticia de Jesús se ofrece como el tesoro que toda persona desea encontrar y una vez encontrado se desprende de todo lo que hasta entonces había poseído para vivir la alegría de lo nuevo.

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

UN DIOS SIN ATRACTIVO           

         Jesús trataba de comunicar a la gente su experiencia de Dios y de su gran proyecto de ir haciendo un mundo más digno y dichoso para todos y lo hacía con parábolas para sacudir su indiferencia, para despertar en las personas que lo escuchaban el deseo de Dios, para que entendieran que el descubrimiento inesperado de Dios podía ser una gran sorpresa y quien se encuentra con Él se siente tocado en lo más hondo de su ser.

A partir de ese momento ya nada puede ser como antes, empieza a sentir que Dios le atrae de verdad, empieza a creer en Dios de manera diferente.

         A nuestra religión le falta el «atractivo de Dios». Muchos cristianos se relacionan con él por obligación, por miedo, por costumbre, por deber…, pero no porque se sientan atraídos por Él.

A muchos cristianos se les ha presentado una imagen tan deformada de Dios y de la relación que podemos vivir con Él, que la experiencia religiosa les resulta inaceptable. Estamos acostumbrados a escuchar en las Eucaristías dominicales la predicación del Evangelio, pero, ¿qué experiencia de Dios se comunica?, ¿qué imagen se transmite del Padre y de su Reino?


XVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO/CICLO C

¡¡ PADRENUESTRO !!

Del Padrenuestro se ha dicho que es la oración por excelencia, que es el mejor regalo que nos ha dejado Jesús, que es la invocación más sublime a Dios. Sin embargo, repetida una y otra vez por los cristianos puede convertirse en rezo rutinario, palabras que se repiten mecá­nicamente sin elevar el corazón a Dios. Por eso es bueno que nos detengamos de vez en cuando a re­flexionar sobre esta oración en la que se encierra toda la vida de Jesús. Pronto nos daremos cuenta de que solo la podemos rezar si vivimos con su Espíritu.

«Padre nuestro». Es el primer grito que brota del corazón hu­mano cuando vive habitado por una confianza plena en su amor creador. Una invocación que nos arraiga en la fraternidad universal y nos hace responsables ante todos los demás.

«Santificado sea tu Nombre». Con esta primera súplica le pedimos a Dios nuestro Señor que su «nombre», es decir, su misterio insonda­ble, su amor y su fuerza salvadora se manifiesten en toda su glo­ria y su poder y esto dicho desde nuestro compromiso de colaborar con nuestra propia vida a esa aspira­ción de Jesús.

«Venga tu reino». Pedimos a Dios que sea Él y su justicia quienes reinen en el mundo y no los poderosos sobre los débiles, pedimos a Dios que se adueñe del mundo la verdad, que se abran caminos a la paz, al perdón y a la verdadera liberación.

«Hágase tu voluntad». Que no encuentre tanto obstáculo y re­sistencia en nosotros hacer lo que Dios quiere, que estemos atentos a la lla­mada de Dios que nos invita constantemente a que trabajemos por la verdadera salvación del mundo.   

«Danos el pan de cada día». El pan y lo que necesitamos para vivir de manera digna, no solo nosotros, sino todos los hombres y mujeres de la Tierra y esto dicho desde la voluntad de compar­tir más lo nuestro con los necesitados.

«Perdónanos». El mundo necesita el perdón de Dios. Los seres humanos solo podemos vivir pidiendo perdón y perdonando. Quien renuncia a la venganza desde una actitud abierta al perdón se asemeja a Dios, el Padre bueno y perdonador.

«No nos dejes caer en la tentación» de abandonar a Dios, olvidar el Evangelio de Jesús y seguir un camino errado.

LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA

1ª LECTURA

Lectura del libro del Génesis 18,20-32 
En aquellos días, el Señor dijo: 
– La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte y su pecado es grave: voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la acusación; y si no, lo sabré. 
Los hombres se volvieron y se dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abrahán. 
Entonces Abrahán se acercó y dijo a Dios: 
– ¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás al lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de todo el mundo ¿no hará justicia? 
El Señor contestó: 
– Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos. 
Abrahán respondió: 
– Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad? 
Respondió el Señor: 
– No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco. 
Abrahán insistió: 
– Quizá no se encuentren más que cuarenta. 
– En atención a los cuarenta, no lo haré. 
Abrahán siguió hablando: 
– Que no se enfade mi Señor si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta? 
– No lo haré, si encuentro allí treinta. 
Insistió Abrahán: 
– Me he atrevido a hablar a mi Señor, ¿y si se encuentran veinte? 
Respondió el Señor: 
– En atención a los veinte no la destruiré. 
Abrahán continuó: 
– Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez? 
Contestó el Señor: 
– En atención a los diez no la destruiré. Palabra de Dios.

  COMENTARIO A LA 1ª LECTURA      El diálogo entre Abrahán, humilde y a la vez audaz, y Dios manifiesta la justicia del Señor y el poder de la oración. Dios no castiga a todos por el pecado de algunos, sino que salva y perdona a todos por la bondad y fidelidad de algunos, porque la justicia del Dios de la Biblia se manifiesta, no en el castigo de los culpables, sino en el perdón por amor de los inocentes. Así se ve que la actitud de Dios es «salvadora» y no «punitiva».        

Sal 137, 1-2a. 2bc-3. 6-7ab. 7c-8 
R. Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.
 

2ª LECTURA

De la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 2,12-14 
Hermanos: 
Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo y habéis resucitado con él, porque habéis creído en la fuerza de Dios que lo resucitó. Estabais muertos por vuestros pecados, porque no estabais circuncidados; pero Dios os dio vida en Cristo, perdonándoos todos los pecados. Borró el protocolo que nos condenaba con sus cláusulas y era contrario a nosotros; lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz. Palabra de Dios.  

COMENTARIO A LA 2ª LECTURA

      El apóstol Pablo les dice a los cristianos de Colosas y nos dice a nosotros que todos hemos sido salvados, porque nuestro pecado ha sido perdonado por la muerte de Cristo Jesús. El que ha sido bautizado en nombre de Cristo, ha alcanzado la «nueva vida de Dios», porque ha sido perdonado de todos sus pecados.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,1-13 
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: 
– Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos. 
Él les dijo: 
– Cuando oréis, decid: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación». 
Y les dijo: 
– Si alguno de vosotros tiene un amigo y viene durante la medianoche para decirle: «Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle». Y, desde dentro, el otro le responde: «No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados: no puedo levantarme para dártelos». Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. 
Pues así os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. 
¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? 
¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? 
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden? Palabra del Señor.  

COMENTARIO AL EVANGELIO

    El evangelista Lucas presenta a Jesús en oración y a sus discípulos pidiéndole que les enseñe a orar, es decir, a hablar con Dios, a dialogar con Él, a confiar en Él, a darle gracias, a pedirle ayuda y rogarle que venga su Reino y se haga su voluntad.    

PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL

ORAR COMO DIOS MANDA

      Orar es ponerse a disposición de Dios y no sólo pedir, la mayoría de las veces  beneficios temporales, con plegarias, promesas y votos: Tú me concedes a cambio de…

      Orar no es pedir que Dios se ponga a nuestra disposición sino ponernos nosotros a disposición de Dios. La gran plegaria que hemos de hacer es la de Jesús: “Padre, que no se haga mi voluntad sino la tuya”. Él nos enseñó a orar: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. Nuestra oración ha de ser siempre condicionada como la de Jesús: “Padre, que pase de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya”

       Cuando elevamos nuestra oración al Padre nunca nos vamos con las manos vacías. El don supremo que nos puede conceder Dios es fuerza para realizar su voluntad en nuestra vida. Es mucho más importante que nos conceda la gracia de hacer su voluntad que el que Él haga la nuestra.

        La
oración bien hecha es salida de uno mismo para ponerse en las manos de Dios y
esto eleva el espíritu. Siempre saldremos reanimados de la oración.     

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