Fe y razon
Luis Fernando Valdez
Periódico AM Querétaro, 18/mzo/2010
El Papa celebró su cumpleaños 83 entre el acogimiento de los católicos y la dura campaña de desprestigio de algunos medios. Este fin de semana, Benedicto XVI inició un viaje apostólico a la Isla de Malta, y no faltaron protestas y manifestaciones de algunos lugareños. ¿Qué hay en el fondo de esta crisis mediática?
Atravesamos por una “histeria mediática” (Diego Contre-ras), que consiste en sacar en la prensa únicamente los casos de pederastia atribuidos a sacerdotes, de modo que se relacione en la mente del lector o espectador a la Iglesia con los abusos sexuales a menores.
Los sociólogos llaman “pánico moral” a la presentación de problemas sociales existentes desde hace decenios como si fueran nuevos, con datos exagerados que se repiten sistemáticamente (Massimo Introvigne).
Estos fenómenos de comunicación de masas producen un efecto casi invisible: la desconfianza en la religión, la cual es la principal fuente de esperanza de los seres humanos. Los causantes de esta crisis están -consciente o inconscientemente- reproduciendo lo que la Alemania nazi o la Rusia comunista intentaron por todos los medios: eliminar a Dios.
Estos sistemas totalitarios persiguieron a la religión para que el hombre se olvidara de Dios, y pusiera su esperanza en el Tercer Reich o en el Paraíso del proletariado. Hoy sucede lo mismo, pero con una nueva versión: que la esperanza se ponga en la ciencia, en la riqueza, en una vida placentera…
En una homilía reciente, el Santo Padre puso de relieve que las dictaduras siempre han sido contrarias a la obediencia a Dios:”La dictadura nazi, así como la marxista, -dijo- no pueden aceptar a un Dios por encima del poder ideológico”.
Y explicó que hoy existen formas sutiles de dictaduras: “Un conformismo, por lo que se vuelve obligatorio pensar como piensan todos, actuar como actúan todos, y las agresiones sutiles o menos sutiles contra la Iglesia, demuestran cómo ese conformismo puede realmente ser una verdadera dictadura”.
El Papa explicó que la causa de estas dictaduras consiste en que el hombre toma el lugar de Dios y termina por eliminar al hombre. Recordó que se habla a menudo de la plena autonomía del hombre y, por tanto, de liberarse de Dios. “Pero esta autonomía -afirmó- es una mentira. Una mentira ontológica, porque el hombre no existe por sí mismo y para sí mismo. Es una mentira política y práctica, porque la colaboración y el compartir libertades son necesarios y si Dios no existe, si Dios no es una instancia accesible al hombre, queda como suprema instancia sólo el consenso de la mayoría”.
Pero esa opinión mayoritaria se convierte en un instrumento contra el hombre. El Pontífice advirtió que entonces “el consenso de la mayoría se vuelve la última palabra a la que debemos obedecer y este consenso -lo sabemos por la historia del siglo pasado- puede ser también un consenso del mal. Así vemos que la denominada autonomía no libera al hombre”.
Esta crisis mediática busca desprestigiar a la Iglesia, para que su peso moral no siga denunciando los grandes crímenes de nuestra civilización: aborto, eutanasia, corrupción, hedonismo… Como lo intentó Hitler, como lo buscó Stalin.
La lección de la Historia es importante. Cuando el ser humano pone su esperanza de plenitud, de felicidad, de superar el mal y de encontrar sentido, únicamente en un sistema intramundano, el resultado siempre es el mismo: el hombre atropella al hombre. La esperanza que no falla es la fe sobrenatural, pues es la única que libera al hombre al unirlo a Dios.
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