Día de la Iglesia Diocesana «Somos una gran familia contigo»
Queridos diocesanos:
Todos tenemos sueños, y los sueños pueden ser buenos y hasta necesarios si no nos alejan de la realidad. Si los sueños, además, son la expresión de algo real, de la vida misma, entonces soñar es el signo de esperanza que nos lanza a una realidad mejor y posible.
Digo todo esto porque sueño cada día con una Iglesia, también con una iglesia diocesana, que sea trasparencia de lo que Dios quiere y espera de ella. Una Iglesia que sea más familia que oficina, más hogar que lugar de reuniones.
Que la Iglesia es una gran familia lo atestigua el hecho de que Dios es nuestro Padre, el Padre de todos, por lo que, en consecuencia, nosotros somos hermanos. La Iglesia es la familia de los hijos de Dios, de aquellos que hemos nacido a una nueva vida por el bautismo y cada día vivimos esta experiencia, que es reto al mismo tiempo, de ser hijos y hermanos.
Por eso, no sería bueno ni justo mirar a la Iglesia desde fuera, sintiéndola en tercera persona –la Iglesia dice, la Iglesia hace, piensa…-; esta mirada lejana y falta de compromiso es una tentación que nos lleva a distorsionar la verdadera naturaleza e imagen de la Iglesia. La Iglesia también eres tú, somos un nosotros. Hemos de hablar y sentir, por tanto, la Iglesia como algo propio, en primera persona, como una realidad de la que yo formo parte.
Así como en una familia todos somos necesarios, y cada uno aporta sus dones por pequeños que sean, para una convivencia sana y rica, también en la Iglesia todos somos necesarios y estamos llamados a aportar los talentos que el Señor nos ha regalado para servicio de los demás y enriquecimiento de la comunidad.
Si la Iglesia es una gran familia, este hecho se ve con más claridad en cada una de las comunidades parroquiales, y en la misma Diócesis. No somos comunidades aisladas que puedan vivir sin la riqueza del encuentro con los demás.
Por eso os decía al comienzo de esta carta que sueño con una Iglesia que sabe abrirse y compartir lo que es y lo que tiene con los demás. Esta apertura debe realizarse entre nosotros, pero también con los que se acercan tocando a nuestras puertas, e incluso, saliendo nosotros para llegar a los que nunca han venido ni tienen intención de venir.
Como veis la tarea es grande, pero también apasionante, y nuestro testimonio ha de ser el de una fe firme asentada en el Señor, una esperanza alegre y un caridad imaginativa y diligente, vivida en comunión, con la convicción de que todos somos necesarios, también tú. Somos una gran familia contigo.
Formamos parte de una Diócesis, Guadix, que ha recorrido un largo camino en la historia, por el que damos gracias, que vive un presente apasionante que no queremos que se nos escape sin anunciar el Evangelio, y miramos al futuro, que esperamos mejor para nuestra tierra y nuestra gente, con la esperanza puesta en Dios. Por eso, los retos pastorales que tenemos, y son muchos, los acogemos como una gracia.
Encomiendo a esta Iglesia que camina en Guadix a la protección maternal de la Virgen Madre, que ella no deje nunca de mostrarnos el fruto bendito de su vientre, Jesús.
Con mi afecto y bendición.
+ Ginés, Obispo de Guadix