Despiertos y Vigilantes
“Estén en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengan fuerza y escapen de todo lo que está por venir”. Lucas 21:24.
¡Despiertos y vigilantes! Así nos invita el Señor a que empecemos este nuevo año litúrgico con el tiempo de Adviento que nos prepara a la Navidad.
Despiertos y vigilantes, porque se nos va apagando la esperanza casi de manera silenciosa, sin darnos cuenta. Y, poco a poco todo se va siendo pesado y aburrido, haciendo más o menos lo que tenemos que hacer, pero la vida “no nos llena”.
Comprobamos que la alegría verdadera ha desaparecido de nuestro corazón y no saboreamos la vida y la naturaleza. A veces ya no esperamos nada de nadie, y hasta podemos llegar a no creer ni a nosotros mismos; todo parece inútil y sin sentido.
Entonces la amargura y el mal humor se apoderan de nosotros cada vez con más facilidad. Nos hacemos incapaces de acoger y escuchar a quienes encontramos día a día en nuestro camino, y sólo sabemos quejarnos, condenar y criticar. Sin darnos cuenta vamos cayendo en la indiferencia, en no creer de nadie o la pereza total. Cada vez le ponemos menos ganas a todo lo que nos exige esfuerzo superación, ya no queremos correr nuevos riesgos. No vale la pena. Preocupados por muchas cosas que nos parecen importantes la vida se nos ha ido escapando. Hemos envejecido interiormente y algo está a punto de morir dentro de nosotros.
¿Qué podemos hacer?
Despertar y abrir los ojos. Todo lo anterior es signo de que tenemos la vida mal planteada. El malestar que sentimos es la llamada de alerta dentro de nosotros. Hemos de preguntarnos qué es lo que hemos descuidado hasta ahora, que tenemos que cambiar, a que tenemos que dedicar más tiempo y atención.
Reflexionar la Palabra del Señor siempre nos dará la mejor “pista” a seguir con nuestro camino. ¿Gustas?
Textos Bíblicos: Apocalipsis 22:1-7; Lucas 21:34-36. Pg. 21