En estos tiempos de celebraciones, fiestas y regalos, es casi habitual escuchar hablar del Señor Jesús. Es cierto que también se mezcla con Papá Noel, los renos, los reyes magos, los regalos, celulares o tablets, juguetes, comidas, bebidas y fuegos artificiales. Pero a pesar del bombardeo mediático que tenemos para comprar, comer y beber, el nombre de Jesucristo sigue presente en esta semana.
Era realidad, no es universal. Es solo para quienes vivimos en occidente. Aunque parezca una obviedad, hoy me hizo pensar un mail que recibí de una iglesia de Buenos Aires, donde decían:
Menos del 1% de los obreros cristianos a tiempo completo trabajan en la franja del planeta donde viven 3.000.000.000 que no conocen al Señor Jesús como Salvador, que no saben que la historia de Belén comenzó para terminar en la cruz. Tres mil millones de personas que no escucharon el Evangelio.
Me hizo sentir nuevamente culpable, al pensar que puedo sintonizar varias radios cristianas en mi casa o en el auto y elegir la que más me gusta para escuchar sobre el Señor Jesús. Que puedo ir a librerías cristianas y comprar libros (o el DevocionalPC), música y Biblias que hablan de Jesucristo sin inconvenientes. Y que es muy fácil ir a la iglesia el domingo con mi Biblia abajo del brazo para dar un sermón.
Pero que en el mismo momento, hay millones de personas del otro lado del planeta que no tiene idea para que vino Jesucristo. Y que solo el 1% de los obreros cristianos dedicados a tiempo completo están trabajando en un tercio del planeta donde su trabajo es extremadamente más complicado, difícil y peligroso. El 99% restante lo está haciendo en un territorio mucho más amigable, socialmente aceptados y sin tantas complicaciones.
Este mail me hizo dar cuenta que en Argentina estamos dormidos, en el sueño de la comodidad y de la ignorancia. No escuchamos, no queremos saber, no nos queremos involucrar porque eso demanda trabajo. Pero Jesucristo fue bien claro cuando nos mando a todos los lugares del planeta a predicar. No lo hacemos en nuestra familia o en nuestro bario. ¡Mucho menos lo vamos a hacer en Mozambique!
Creo que es tiempo de despertar y de aceptar del desafío de Dios de ayudar, orar, colaborar, ofrendar y hasta salir del sueño de la comodidad para involucrarnos en llevar el mensaje de Dios a todos lados.
REFLEXIÓN – Despertá hoy.
Un gran abrazo y bendiciones
Dany