[Descargar] Hoja parroquial para el VI Domingo de Pascua
EL AMOR FRATERNO FUNDAMENTO DEL SEGUIDOR DE JESÚS
Jesús, al despedirse de sus discípulos, quiere recordarles algunos rasgos fundamentales que no deben olvidar si quieren ser fieles a su persona y a su proyecto.
Lo primero que les dice es: «Permaneced en mi amor», que es vivir en el amor con que nos ama Jesús, el amor que recibe del Padre.
Ser cristiano no es en primer lugar un asunto doctrinal, sino una cuestión de amor. Lo importante será siempre no desviarse del amor. Permanece en el amor de Jesús quien pone en práctica el mandamiento fundamental del amor fraterno.
En cualquier época y situación, lo decisivo para el cristianismo es no salirse del amor fraterno. Jesús no presenta este mandato del amor como una ley que ha de regir nuestra vida haciéndola más dura y pesada, sino como una fuente de alegría.
Sin amor no es posible dar pasos hacia un cristianismo más abierto, cordial, alegre, sencillo y amable donde podamos vivir como «amigos» de Jesús.
A nuestro cristianismo le falta, con frecuencia, la alegría de lo que se hace y se vive con amor. A nuestro seguimiento a Jesucristo le falta el entusiasmo de la innovación, y le sobra la tristeza de lo que se repite sin la convicción de estar reproduciendo lo que Jesús quería de nosotros.
LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA DEL DOMINGO
1ª LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 10,25-26. 34-35. 44-48
Aconteció que cuando iba a entrar Pedro, Cornelio salió a su encuentro y se echó a sus pies. Pero Pedro lo levantó diciendo: Levántate, que soy un hombre como tú.
Y, tomando de nuevo la palabra, Pedro añadió: Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.
Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras.
Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles.
Pedro añadió: ¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?
Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Le rogaron que se quedara unos días con ellos.
Palabra de Dios
COMENTARIO A LA 1ª LECTURA
Para Dios todos somos iguales y a todos nos ha salvado. El Espíritu Santo vino sobre todos los oyentes: judíos y paganos, y por tanto, confirma que Dios no hace distinción.
Desde el principio la Iglesia abrió sus puertas a personas de toda raza, cultura y condición. La única condición es creer en Jesús y bautizarse.
SALMO
Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4
R. El Señor revela a las naciones su justicia.
• Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R:
• El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R:
• Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad. R:
2ª LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 4,7-10
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación para nuestros pecados.
Palabra de Dios
COMENTARIO A LA 2ª LECTURA
Dios nos manifestó su amor, ante todo al enviarnos a su Hijo para que tengamos vida en Él. El amor de Dios consiste en que Él nos amo primero enviando a Jesús, su Hijo, que nos trajo la salvación.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 15,9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.
Palabra de Dios
COMENTARIO AL EVANGELIO
Permanecer en el amor a Jesús, amar a los hermanos y hacerlo con el sacrificio de la propia vida, si fuera necesario, es el mensaje de Jesús antes de dejarnos. La única manera de saber si somos discípulos de Jesús, sus seguidores y amigos, es si cumplimos el mandamiento del amor a los demás, en especial a los más necesitados.
PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL
VIVIR AL ESTILO DE JESÚS
Jesús al despedirse de sus discípulos les dio un solo mandato: “que os améis unos a otros como yo os he amado». Jesús no quería que su estilo de amar se perdiera entre los suyos. Si un día lo olvidaban, nadie los podría reconocer como discípulos suyos.
Las primeras generaciones de creyentes en Jesús resumían así su vida: «Pasó por todas partes haciendo el bien». Jesús buscaba siempre el bien de las personas, ayudaba a vivir, su estilo de amar era inconfundible, era muy sensible al sufrimiento de la gente, no podía pasar de largo ante quien estaba sufriendo.
Quien ama como Jesús, vive aliviando el sufrimiento y secando lágrimas. Quien ama como Jesús, aprende a mirar los rostros de las personas con compasión, está atento a cualquier llamada, está dispuesto siempre a hacer lo que pueda.
Los seguidores de Jesús, como Él, tenemos que estar junto a los más desvalidos, tenemos que hacer lo que podamos por curar sus dolencias, liberar sus conciencias o contagiar confianza en Dios, sabiendo que no podemos resolver todos los problemas, pero sí algunos.