DEFENSOR DE LAS PROSTITUTAS – XI Domingo del Tiempo ordinario
Jesús se encuentra en casa de Simón, un fariseo que lo ha invitado a comer.
Inesperadamente, una mujer interrumpe el banquete. Los invitados la reconocen enseguida. Es una prostituta de la aldea. Su presencia crea malestar y expectación. ¿Cómo reaccionará Jesús? ¿La expulsará para que no contamine a los invitados?
La mujer no dice nada. Está acostumbrada a ser despreciada, sobre todo, en los ambientes fariseos.
Directamente se dirige hacia Jesús, se echa a sus pies y rompe a llorar. No sabe cómo agradecerle su acogida: cubre sus pies de besos, los unge con un perfume que trae consigo y se los seca con su cabellera.
La reacción del fariseo no se hace esperar. No puede disimular su desprecio: “Si este fuera profeta, sabría quién es esta mujer y lo que es: una pecadora”. El no es tan ingenuo como Jesús. Sabe muy bien que esta mujer es una prostituta, indigna de tocar a Jesús. Habría que apartarla de él.
Pero Jesús no la expulsa ni la rechaza. Al contrario, la acoge con respeto y ternura. Descubre en sus gestos un amor limpio y una fe agradecida. Delante de todos, habla con ella para defender su dignidad y revelarle cómo la ama Dios: “Tus pecados están perdonados”.
Luego, mientras los invitados se escandalizan, la reafirma en su fe y le desea una vida nueva: “Tu fe te ha salvado. Vete en paz”. Dios estará siempre con ella.
Hace unos meses, me llamaron a tomar parte en un Encuentro Pastoral muy particular. Estaba entre nosotros un grupo de prostitutas.
Pude hablar despacio con ellas. Nunca las podré olvidar. A lo largo de tres días pudimos escuchar su impotencia, sus miedos, su soledad…
Por vez primera comprendí por qué Jesús las quería tanto. Entendí también sus palabras a los dirigentes religiosos: “Os aseguro que los publicanos y las prostitutas entrarán antes que vosotros en el reino de los cielos”.
Estas mujeres engañadas y esclavizadas, sometidas a toda clase de abusos, aterrorizadas para mantenerlas aisladas, muchas sin apenas protección ni seguridad alguna, son las víctimas invisibles de un mundo cruel e inhumano, silenciado en buena parte por la sociedad y olvidado prácticamente por la Iglesia.
Los seguidores de Jesús no podemos vivir de espaldas al sufrimiento de estas mujeres. Nuestras Iglesias diocesanas no pueden abandonarlas a su triste destino. Hemos de levantar la voz para despertar la conciencia de la sociedad.
Hemos de apoyar mucho más a quienes luchan por sus derechos y su dignidad. Jesús que las amó tanto sería también hoy el primero en defenderlas.
José Antonio Pagola
Red Evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Contribuye a defender a las mujeres
más indefensas.
Pásalo.
11 Tiempo ordinario (C)
Lucas 7,36-8,3
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SEMBREMOS LA BUENA NUEVA CON HUMILDAD Y CONFIANZA
A Jesús le preocupaba mucho que sus seguidores terminaran un día desalentados al ver que sus esfuerzos por un mundo más humano y dichoso no obtenían el éxito esperado.
Para Jesús lo más importante era que sus discípulos extendieran su mensaje con realismo, con paciencia y con una confianza grande, no de cualquier manera.
Lo primero que debían de saber era que su tarea era sembrar, no cosechar, no tendrían que vivir pendientes de los resultados, no les tendría que preocupar la eficacia ni el éxito inmediato, su atención tendría que centrarse en sembrar bien el Evangelio.
Después de siglos de expansión religiosa, los cristianos hemos de recuperar en la Iglesia el gesto humilde del sembrador, olvidar la lógica del cosechador que sale siempre a recoger frutos y entrar en la lógica paciente del que siembra un futuro mejor, porque la fuerza del Evangelio no es nunca algo espectacular o clamoroso.
El Proyecto de Dios de hacer un mundo más humano lleva dentro una fuerza salvadora y transformadora que ya no depende del sembrador, sino que depende exclusivamente de Dios.
En la actualidad lo que la Iglesia necesita es buscar caminos nuevos con la humildad y la confianza en Jesús que ha prometido que estará con nosotros hasta la consumación de los siglos. Sólo la fuerza de Jesús puede regenerar la fe en la sociedad descristianizada de nuestros días.
LECTURAS PARA LA EUCARISTÍA
1ª LECTURA
Lectura del libro del profeta Ezequiel 17,22-24
Esto dice el Señor Dios:
– Arrancaré una rama del alto cedro y la plantaré. De sus ramas más altas arrancaré una tierna y la plantaré en la cima de un monte elevado; la plantaré en la montaña más alta de Israel, para que eche brotes y dé fruto y se haga un cedro noble.
Anidarán en él aves de toda pluma, anidarán al abrigo de sus ramas. Y todos los árboles silvestres sabrán que yo soy el Señor, que humilla los árboles altos
y ensalza los árboles humildes, que seca los árboles lozanos y hace florecer los árboles secos. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré.
Palabra de Dios
COMENTARIO A LA 1ª LECTURA
El profeta Ezequiel quiere infundir en el pueblo de Israel que vive en el exilio la actuación liberadora de Dios que es capaz de dar vida abundante y de devolver la esperanza que brota de la fe en Él, a pesar de las contrariedades y del sufrimiento cotidiano.
SALMO
Sal 91, 2-3. 13-14. 15-16
R. Es bueno dar gracias al Señor.
2ª LECTURA
Lectura de la 2ª carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5,6-10
Hermanos:
Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que, mientras vivimos, estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe.
Y es tal nuestra confianza, que preferimos desterrarnos del cuerpo y vivir junto al Señor. Por lo cual, en destierro o en patria, nos esforzamos en agradarlo.
Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir premio o castigo por lo que hayamos hecho en esta vida.
Palabra de Dios
COMENTARIO A LA 2ª LECTURA
El apóstol Pablo recuerda a los cristianos de Corinto y también a nosotros que debemos tener confianza en la vida futura, porque sabemos que al final de nuestra vida nos encontraremos definitivamente y de forma plena con el Señor Resucitado, aunque este deseo de encontrarnos con el Señor no nos debe eximir de nuestras responsabilidades como seguidores de Jesús en este mundo.
La fe en Jesucristo nos orienta cada día, en el trato con Dios y con los hermanos.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 4,26-34
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
– El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.
La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.
Dijo también:
– ¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos?
Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
Palabra de Dios
COMENTARIO AL EVANGELIO Jesús el Señor, nos habla, mediante parábolas, del Reino de Dios que se va mostrando poco a poco con unos inicios sencillos. Dios mismo es el que hace crecer este Reino en nosotros, en cada persona. Como discípulos de Jesús somos presencia de su Reino en este mundo. |
PARA NUESTRA REFLEXIÓN PERSONAL
NO TODO ES TRABAJAR, LA VIDA ES UN REGALO DE DIOS
Acostumbrados como estamos a valorar casi exclusivamente la eficacia y el rendimiento, hemos olvidado que el Evangelio habla de fecundidad, de acogida de la vida que vamos recibiendo de Dios.
La sociedad actual nos empuja con tal fuerza hacia el trabajo, la actividad y el rendimiento que ya no percibimos hasta qué punto nos empobrecemos cuando todo se reduce a trabajar y ser eficaces.
La “lógica de la eficacia” está llevando a las personas de nuestro tiempo a una existencia tensa y agobiada, a un deterioro creciente de sus relaciones con el mundo y las personas, a un vaciamiento interior y a ese “síndrome de inmanencia” donde Dios desaparece poco a poco del horizonte de la persona.
La vida no es solo trabajo y productividad, sino regalo de Dios que hemos de acoger y disfrutar con corazón agradecido.
Para que nuestra vida sea humana necesitamos aprender a estar en la vida no solo desde una actitud productiva, sino también contemplativa, aprender a vivir atentos a todo lo que hay de regalo en la existencia; despertar en nuestro interior el agradecimiento y la alabanza; liberarnos de la pesada “lógica de la eficacia” y abrir en nuestra vida espacios para lo gratuito.
Hemos de agradecer a tantas personas que alegran nuestra vida, y no pasar de largo por tantos paisajes hechos sólo para ser contemplados.
Saborea la vida como gracia el que se deja querer, el que se deja sorprender por lo bueno de cada día, el que se deja agraciar y bendecir por Dios.