De la cuaresma y la carne
Acabo de leer un trabajo de Don José Antonio Méndez en el que se dice: En Cuaresma es típico dejar de comer carne durante algunos días (miércoles de ceniza y los viernes). Lo cual es, en mi modesta opinión una solemne idiotez; (sic). No trato de polemizar, sino de derivar esta materia a otros puntos sobre la praxis cristiana, ya que este señor se explaya bastante razonablemente en que se debe explicar a los seglares y no seglares la necesidad de hacerlo; pues si no se instruya convenientemente, los cristianos más ignaros no sabrán porque lo hacen, o dejarán de hacerlo por muy preceptivo que esta práctica sea en las Iglesias Cristianas.
Ninguna clase de rito o costumbre es de calificar así, por muy descuidada que sea la explicación de estas y otras prácticas en la Iglesia Cristiana. Nada de esto es una solemne idiotez, porque todo está destinado a incrementar la piedad de todos. Si hay cristianos tibios o descuidados y hasta despreciativos de estas cosas, es también cosa de ellos que no desean saber nada de estas prácticas. Se puede ser no practicante, pero todas las reglas tienen una orientación de edificación muy bien pensada y mejor reglamentada en tiempo y modo.
Yo, personalmente, no como normalmente carne por otras razones, pero si en tiempo de celebración del misterio pascual se orienta a todos a practicar un ayuno o cualquier otra clase de restricción, que permita vivir la celebración de estos misterios de una forma más encarada a la comunión con Dios y a la memoria de Jesucristo, no creo que sea una idiotez.
La gente que cree, y que acude a las iglesias no ignora que tiene mucho que ver con la conmemoración de la muerte, y posterior celebración de la resurrección de Jesús; el abstenerse de carne, de bebida, o de otra clase de deseo, para estar siempre vigilante y consciente de lo que representa La Pascua, no es ninguna idiotez. Aunque algunos no tengan una idea muy exacta de porqué se hace.
Y esta opinión no deja de ser lo mismo que el Sr. Méndez quiere decir, aunque sin arrojar la palabra idiotez sobre la práctica de la costumbre mencionada. Creo que aparte de la necesaria instrucción, es necesaria la participación activa de los indoctos, por causa de su indiferencia ante la posición de su iglesia ante estas materias. No se puede achacar la indiferencia de muchos, a la necesaria enseñanza de la iglesia en cualquier materia de culto. Simplemente las gentes (en general) no ponen mucho interés en los cultos y en las actividades eclesiales, que consideran cosa de especialistas y dirigentes.
A mi modo de ver, eso tiene más que ver con la flojedad de los creyentes y no con la inactividad de la enseñanza por medio de los responsables de las catequesis. En un mundo venal, y envuelto en llamamientos continuos al placer indiscriminado, es difícil obtener una replica a los siglos anteriores que transcurrían con menos llamadas a la dispersión del alma y del espíritu de las gentes. Las enfermedades, las muertes prematuras, la corta esperanza de vida, la epidemias, todo esto y más, hacían que los pueblos tuvieran más presentes las postrimerías del hombre, y menos las dispersiones de las mentes, provocadas por la técnica, las comunicaciones y las oportunidades y solicitaciones a una vida inmoral.
Coincidiendo en que es necesaria una mayor catequesis por parte de los responsables de las iglesias, ya muy sobrecargados de trabajo y de oposición, estimo que hablar de idiotez por hacer las celebraciones sin mucho dominio de lo que significan por parte de muchos, tampoco creo que sea para decir que cumplir con estas normas sea algo merecedor de ese epíteto. No lo es ni mucho menos. Pienso que ese exceso del sr. Méndez viene generado por celo, y por un profetismo exagerado en la expresión y así creo que se debe reconocer.
Rafael Marañón