Cristo Rey – Oración y reflexión
PARA NUESTRA ORACIÓN
¿Quién es el rey de mi vida? ¿Quién o qué reina en mí?. «Los reyes de las naciones los oprimen… «¿Qué soberanos opresores oprimen mi libertad? ¿El consumo desenfrenado? ¿La falta de compasión? ¿Dios juez?
Hay muchos reyes, muchos dioses dispuestos a impedir que las personas sean hijos, conscientes, libres, queridos, solidarios, comprometidos. ¿Soy libre como un rey o agobiado como un esclavo?
Hemos optado por Jesús. Hemos elegido un Rey que es libertad, dignidad, ambición de hijos. Un rey libertador de todos, que invita a una guerra santa contra todos los ídolos, contra todas los opresiones, contra todo lo que humilla a las personas, a los hijos.
Un rey cuyos enemigos son el pecado y la muerte, cuyo poder es lavar los pies a todos. Un rey a cuya mesa están invitados todos, sobre todo los pobres, los tullidos, los ciegos, los endemoniados, las prostitutas, los pecadores. Ése, sólo ése, es mi rey.
Desde que le conocemos, le hemos oído hablar del Reino. Nos ha invitado al Reino, nos ha enseñado que esta vida puede ser el Reino, nos ha anunciado que llegará la plenitud del Reino.
Y, desde el fondo de nuestros anhelos más profundos, hacemos propias sus palabras y pedimos a Dios, para cada uno y para todos, para las personas y para la humanidad, lo que Él mismo nos enseñó a pedir: «Venga tu Reino».
Hoy sí que no podemos orar juntos más que recitando la oración de Jesús, la oración de los hijos, la oración del Reino. Que todos le conozcan y le alaben, que el reino se realice, que se cumpla el sueño de Dios, que haya pan y perdón y libertad.
Por encima de todas nuestras pequeñas peticiones de cada día, ahora expresamos el más íntimo deseo del que sigue a Jesús, los mismos deseos del mismo corazón de Jesús.