Concluye el Mes del Sagrado Corazón con San Pedro y San Pablo en el Seminario (29 junio)
Fin del mes del Sagrado Corazón de Jesús y celebración de San Pedro y San Pablo en el Seminario (29 de junio) como comienzo de la preparación directa a la apertura del “Año de la Fe” y tratamiento en la “Mesa pastoral” y en el “Consejo presbiteral” de los temas de las Jornadas pastorales del clero acerca de la “Nota con indicaciones pastorales para el Año de la fe”.
El primer “Año de la Fe” fue proclamado por el Siervo de Dios Papa Paulo VI en 1968 (que culminó con “el Credo del Pueblo de Dios”) y éste, convocado por S.S. Benedicto XVI, tendrá apertura solemne en Roma el 11 de octubre del corriente, y en la diócesis el 12 de octubre, con ocasión de la solemnidad de Nuestra Señora del Pilar.
Con la solemnidad de San Pedro y San Pablo, patronos del Seminario diocesano y la celebración eucarística de las 11 (que presidirá nuestro Obispo Mons. Oscar Sarlinga), culmina el mes del Sagrado Corazón de Jesús con un renovado fervor a este “misterio de fe”(y no sólo “devoción” aunque también) el cual ha sido visto y celebrado en y desde la Eucaristía, razón por la cual se está dando cada año mayor importancia pastoral al Corpus Christi, el cual en iglesia catedral de Santa Florentina de Campana y en la iglesia concatedral de la Natividad del Señor de Belén de Escobar adquieren particular realce, pero que se extiende a otras parroquias. El 9 de mayo de 2009 (con ocasión de las Fiestas patronales diocesanas de la Virgen de Luján) nuestra diócesis se consagró al Sagrado Corazón de Jesús, y desde este “misterio de fe” quiere tomar fuerzas para celebrar el “Año de la Fe” el cual tendrá su apertura solemne en diócesis el 12 de octubre, en la ciudad de Pilar, con motivo de las festividades de Nuestra Señora del Pilar, uno de los hitos de la evangelización en la entera región, desde el siglo XVIII.
Tanto el consejo presbiteral, en reunión especial del 28 del cte. como la Mesa pastoral (o Junta pastoral diocesana) tienen como cometido el tratar los puntos y acciones destacados en las recientes Jornadas del clero acerca de la Nota con indicaciones pastorales para el Año de la fe”de la Congregación para la doctrina de la Fe, la cual fue leída, estudiada y comentada durante las citadas Jornadas. En especial se nos ha pedido que se tuviera en cuenta “el ámbito diocesano” y “el ámbito de parroquias, asociaciones, comunidades, movimientos” de la mencionada Instrucción, que trasunta un gran sentido pastoral. Muchas de sus proposiciones ya se realizan en la pastoral ordinaria de la diócesis y están contenidas en nuestro Plan Pastoral diocesano, cuyo eje es la “nueva evangelización”pero será la ocasión para realizarlas en el “Año de la Fe” con nuevo ardor, nuevos métodos legítimos y nuevos modos de expresión, en tanto expresen mejor el esplendor de la verdad de la fe, nos muevan a la esperanza y nos afirmen en vivir en la caridad de Cristo. Veamos ahora en el texto de la “Instrucción” puestos en destacado “el ámbito diocesano” y el ámbito de las parroquias, asociaciones y movimientos, y luego se ofrece para la lectura el texto completo, con el link de www.vatican.va
(Para ver el texto completo de la Nota con indicaciones pastorales para el Año de la fe, hágase en:
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20120106_nota-anno-fede_sp.html )
-El resaltado es propio de las indicaciones que se han profundizado en la diócesis de Zárate-Campana)
En el ámbito diocesano
1. Se auspicia una celebración de apertura del Año de la fe y de su solemne conclusión en el ámbito de cada Iglesia particular, para «confesar la fe en el Señor Resucitado en nuestras catedrales e iglesias de todo el mundo».
2. Será oportuno organizar en cada diócesis una jornada sobre el Catecismo de la Iglesia Católica, invitando a tomar parte en ella sobre todo a sacerdotes, personas consagradas y catequistas. (…).
3. Cada obispo podrá dedicar una Carta pastoral al tema de la fe, recordando la importancia del Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica, teniendo en cuenta las circunstancias específicas de la porción de fieles a él confiada.
4. Se espera que en cada Diócesis, bajo la responsabilidad del obispo, se organicen eventos catequísticos para jóvenes y para quienes buscan encontrar el sentido de la vida, con el fin de descubrir la belleza de la fe de la Iglesia, aprovechando la oportunidad de reunirse con sus testigos más reconocidos.
5. Será oportuno verificar la recepción del Concilio Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia Católica en la vida y misión de cada Iglesia particular, especialmente en el ámbito catequístico. En tal sentido, se espera un renovado compromiso de parte de los departamentos de catequesis de las diócesis, que sostenidos por las comisiones para la catequesis de las Conferencias Episcopales, tienen en deber de ocuparse de la formación de los catequistas en lo relativo a los contenidos de la fe.
6. La formación permanente del clero podrá concentrarse, particularmente en este Año de la fe, en los documentos del Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia Católica, tratando, por ejemplo, temas como “el anuncio de Cristo resucitado”, “la Iglesia sacramento de salvación”, “la misión evangelizadora en el mundo de hoy”, “fe e incredulidad”, “fe, ecumenismo y diálogo interreligioso”, “fe y vida eterna”, “hermenéutica de la reforma en la continuidad” y “el Catecismo en la atención pastoral ordinaria”.
7. Se invita a los Obispos a organizar celebraciones penitenciales, particularmente durante la cuaresma, en las cuales se ponga un énfasis especial en pedir perdón a Dios por los pecados contra la fe. Este año será también un tiempo favorable para acercarse con mayor fe y frecuencia al sacramento de la Penitencia.
8. Se espera la participación del mundo académico y de la cultura en un diálogo renovado y creativo entre fe y razón, a través de simposios, congresos y jornadas de estudio, especialmente en las universidades católicas, que muestren «cómo entre la fe y la verdadera ciencia no puede haber conflicto alguno, porque ambas, aunque por caminos distintos, tienden a la verdad».
9. Será importante promover encuentros con personas que «aun no reconociendo en ellos el don de la fe, buscan con sinceridad el sentido último y la verdad definitiva de su existencia y del mundo», inspirándose también en los diálogos del Patio de los Gentiles, iniciados bajo la guía del Consejo Pontificio de la Cultura.
10. El Año de la fe será una ocasión para dar mayor atención a las escuelas católicas, lugares privilegiados para ofrecer a los alumnos un testimonio vivo del Señor, y cultivar la fe con una oportuna referencia al uso de buenos instrumentos catequísticos, como por ejemplo el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica o el Youcat.
En el ámbito de las parroquias / comunidades / asociaciones / movimientos
1. En preparación al Año de la fe, todos los fieles están invitados a leer y meditar la Carta apostólica Porta fidei del Santo Padre Benedicto XVI.
2. El Año de la fe «será también una ocasión propicia para intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía». En la Eucaristía, misterio de la fe y fuente de la nueva evangelización, la fe de la Iglesia es proclamada, celebrada y fortalecida. Todos los fieles están invitados a participar de ella en forma consciente, activa y fructuosa, para ser auténticos testigos del Señor.
3. Los sacerdotes podrán dedicar mayor atención al estudio de los documentos del Concilio Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia Católica, recogiendo sus frutos para la pastoral parroquial –catequesis, predicación, preparación a los sacramentos, etc.– y proponiendo ciclos de homilías sobre la fe o algunos de sus aspectos específicos, como por ejemplo, “el encuentro con Cristo”, “los contenidos fundamentales del Credo” y “la fe y la Iglesia”.
4. Los catequistas podrán apelar aún más a la riqueza doctrinal del Catecismo de la Iglesia Católica y, bajo la responsabilidad de los respectivos párrocos, guiar grupos de fieles en la lectura y la profundización común de este valioso instrumento, con la finalidad de crear pequeñas comunidades de fe y testimonio del Señor Jesús.
5. Se espera por parte de las parroquias un renovado compromiso en la difusión y distribución del Catecismo de la Iglesia Católica y de otros subsidios aptos para las familias, auténticas iglesias domésticas y lugares primarios de la transmisión de la fe. El contexto de tal difusión podría ser, por ejemplo, las bendiciones de las casas, el bautismo de adultos, las confirmaciones y los matrimonios. Esto contribuirá a confesar y profundizar la doctrina católica «en nuestras casas y con nuestras familias, para que cada uno sienta con fuerza la exigencia de conocer y transmitir mejor a las generaciones futuras la fe de siempre».
6. Será conveniente promover misiones populares y otras iniciativas en las parroquias y en los lugares de trabajo, para ayudar a los fieles a redescubrir el don de la fe bautismal y la responsabilidad de su testimonio, conscientes de que la vocación cristiana «por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado».
7. En este tiempo, los miembros de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica son llamados a comprometerse en la nueva evangelización mediante el aporte de sus propios carismas, con una renovada adhesión al Señor Jesús, fieles al Santo Padre y a la sana doctrina.
8. Las comunidades contemplativas durante el Año de la fe dedicarán una particular atención a la oración por la renovación de la fe en el Pueblo de Dios y por un nuevo impulso en su transmisión a las jóvenes generaciones.
9. Las Asociaciones y los Movimientos eclesiales están invitados a hacerse promotores de iniciativas específicas que, mediante la contribución del propio carisma y en colaboración con los pastores locales, se incorporen al gran evento del Año de la fe. Las nuevas Comunidades y Movimientos eclesiales, en modo creativo y generoso, encontrarán los medios más eficaces para ofrecer su testimonio de fe al servicio de la Iglesia.
10. Todos los fieles, llamados a reavivar el don de la fe, tratarán de comunicar su propia experiencia de fe y caridad, dialogando con sus hermanos y hermanas, incluso de otras confesiones cristianas, sin dejar de lado a los creyentes de otras religiones y a los que no creen o son indiferentes. Así se espera que todo el pueblo cristiano comience una especie de misión entre las personas con quienes viven y trabajan, conscientes de haber «recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos»