Comparte lo que importa – Campaña Manos Unidas
Queridos hermanos y hermanas:
Muchas veces he escuchado a padres comprometidos con la educación de sus hijos decir que uno de los pilares de la formación de los más pequeños de la casa ha de ser enseñarlos a compartir.
Compartir es salir de uno mismo y ofrecer de lo que es nuestro; es desinstalarnos del egoísmo para mirar más allá de nosotros mismos y de nuestros intereses.
El concepto de posesión absoluta de lo que es mío es empobrecedor; de lo mío puedo dar a los demás y hacer que el disfrute de los bienes esté repartido. El compartir nos enriquece y nos hace crecer.
¿Podemos decir que vivimos en la cultura del compartir? Pues según qué. Hoy compartimos muchas cosas. De hecho el mundo de las redes sociales son un espacio para compartir. Lo que recibimos a través de estos nuevos medios de comunicación lo compartimos rápida y eficazmente.
Da miedo abrir el wasap y descubir la cantidad de mensajes, fotografías y vídeos que no somos capaces de digerir. Además, en internet podemos encontrar de todo porque es un gran almacén donde todos comparten todo. Incluso en la época de las leyes por la protección de la intimidad, en la pantalla de un televisor abierto a todos, podemos conocer, no sin frivolidad, las mayores intimidades de las personas.
Sin embargo, basta detenerse un momento para descubrir que bajo la apariencia de ese compartir, vivimos encerrados con poca decisión para compartir lo esencial, lo que importa. Es facil compartir lo accesorio, mucho más difícil compartir lo esencial.
Por eso, un año más, Manos Unidas, con acierto, llama nuestra atención con una auténtica provocación. Todos podemos compartir más, y, sobre todo, podemos compartir lo que importa. Podemos compartir el objetivo de acabar con el hambre en el mundo, lo que esta organización católica viene haciendo desde hace más de 50 años.
La tarea de concienciación sobre las situaciones de pobreza que exiten en el mundo provocadas por la falta de alimentos y de todo aquello que es verdadermente esencial al hombre, ha sido y es un objetivo constante de Manos Unidas; mediante los proyectos humanitarios que cada año financia en las zonas más deprimidas del planeta está dando respuesta a problemas urgentes y crónicos, pero, mediante esto, está tocando nuestra conciencia muchas veces adormecida.
Miles de voluntarios, hombres y, sobre todo, mujeres, en cualquier rincón de España trabajan cada día, desinteresadamente, por este objetivo. Iba a decir que sin hacer ruido, pero no es verdad, hacen mucho ruido, aunque lo hacen con humildad y con la mayoría del trabajo y la entrega que no se ven sino por sus frutos. Cómo no recordar las palabras del Evangelio: “Por sus frutos los conoceréis”.
He de decir que me siento orgulloso del trabajo de Manos Unidas en esta diócesis de Guadix. Durante ocho años he sido testigo de la abnegación con que trabaja el grupo de voluntarios de Manos Unidas, y de lo que han sabido sacar de la pobreza para compartir con los que son muchos más pobres que nosotros. Siempre venían con la misma letra: este año no podremos sacar adelante los proyectos que nos hemos comprometido a finaciar, al final, los proyectos salían. Claro que salían, cómo no iban a salir con tanto amor y dedicación. Gracias Manos Unidas de la diócesis de Guadix por estar ahí, por lo que sois y por lo que hacéis.
Os animo a seguir trabajando y luchando por construir un mundo donde el hambre sea una plaga del pasado; a no cansaros en el trabajo de concienciación de una sociedad que se mira a sí misma y que cree que comparte haciéndolo sólo con lo superfluo.
Invito a los fieles de la diócesis y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad de nuestra tierra a colaborar con Manos Unidas, ya sea como voluntarios, ya con la ayuda económica.
Este año Manos Unidas nos recuerda unas palabras de San Juan Pablo II en su carta encíclica Sollicitudo Rei Socialis: “Una de las mayores injusticias del mundo contemporáneo consiste precisamente en esto: en que son relativamente pocos los que poseen mucho, y muchos los que no poseen casi nada. Es la injusticia de la mala distribución de los bienes y servicios destinados originalmente a todos”.
Esa es la tarea de la Campaña contra el Hambre en el mundo, procurar que se restituya el plan original de Dios Padre sobre el hombre y sobre el mundo.
Con mi afecto y bendición.
+ Ginés, Obispo electo de Getafe y
AA de Guadix