¿Cómo deben entenderse los ciclos A, B y C, y pares e impares? ¿se mantienen cada año o varían de fecha?
En este vídeo nos aclara muy bien el año liturgico por ciclos
El ciclo litúrgico abarca un año entero, aunque ese año no coincide del todo con el año calendario:
-Se inicia cuatro domingos antes de la Navidad, por tanto en los últimos días de noviembre o primeros de diciembre, según, precisamente, qué día de la semana caiga la Navidad.
-Se divide en grupos de días litúrgicos que forman un «tiempo litúrgico», que puede ser Adviento, Navidad, Ordinario, Cuaresma y Pascua.
-Cada uno de esos tiempos se relaciona con una fecha del calendario, sea con la Pascua, la principal, o sea con la Navidad. Así,
+el tiempo de Adviento y el de Navidad se relacionan estrictamente con la Navidad, tienen esa fecha como centro, y miden su inicio y su final de acuerdo al día de la semana en que haya caído la Navidad.
+los tiempos de Cuaresma y Pascua se relacionan con la Pascua, que se define como «el domingo inmediatamente posterior a la primera Luna llena tras el equinoccio de primavera», lo que puede caer entre el 22 de marzo, como fecha más temprana, y el 25 de abril, como fecha más tardía (en este mismo sitio puede verse una tabla de los días en que cae la Pascua entre el 1800 y el 2199.)
+el Tiempo llamado Ordinario comprende todas las demás semanas que no son ninguno de esos tiempos «fuertes». Aunque no es un «tiempo fuerte», el tiempo Ordinario abarca la mayor parte del año, unas 33 o 34 semanas, según cada año. El tiempo Ordinario se mide en relación al inicio y al fin del año litúrgico y, por lo tanto, indirectamente se relaciona con el día de la semana en el que caiga la Navidad.
A todas estas fechas, que por la combinación de las dos distintas formas de establecer los tiempos dan lugar a un calendario muy variado, se suma aun otra variación más: el calendario santoral, que es fijo, es decir que cada santo va a una fecha determinada.
La interacción de cada una de esas fechas determina en qué día litúrgico nos encontramos.
En cuanto a las lecturas de la misa, el Concilio Vaticano II estableció que se reformara el calendario litúrgico de tal modo que en poco tiempo el fiel que asiste a la liturgia tuviera contacto con la mayor cantidad posible del texto de la Biblia, así que se adoptó un esquema que puede parecer complicado, pero que es muy útil:
-Los domingos se dividieron en tres ciclos, que se denominan A, B y C; terminado un año C, se vuelve a A. Qué letra le corresponde a cada año se saca del calendario litúrgico, este año, 2017, toca la letra A.
Durante los años A se leen unas lecturas, en los mismos domingos del año B se lee otro juego de lecturas, y durante los mismos domingos del año C se lee otro juego de lecturas, por ejemplo, supongamos los domingos de Pascua:
-En los tres ciclos se lee de primera lectura Hechos de los Apóstoles, de modo que en tres años, yendo sólo a las misas de domingo del tiempo Pascual, hemos escuchado al menos una vez prácticamente todo Hechos de los Apóstoles.
-En el ciclo A se lee de segunda lectura la Primera Carta de Pedro
-En el ciclo B la Primera de Juan
-En el ciclo C partes del Apocalipsis
-En cuanto a los Evangelios, en los tres ciclos se lee Juan (pero no las mismas lecturas cada año)
-Durante el año, se sigue el orden de los evangelios sinópticos: en el ciclo A se lee Mateo, en el B Marcos y en el C Lucas, y vuelta a empezar; Juan se va leyendo intercalado en los tres.
De este modo, quien participe de la misa dominical, en tres años ha escuchado leer (caso de que el lector vocalice y se le entienda algo, cosa que de por sí requeriría una especial y milagrosa intervención de Dios en las parroquias del Orbe) casi todo el Nuevo Testamento y partes sustanciales del Antiguo.
Los días de la semana llevan un ritmo propio y distinto: se divide en dos años, par e impar, tomándose como tal el de la mayor parte del año; por ejemplo, este año, que comenzó en noviembre de 2016, es, sin embargo, año impar, porque 2017, es decir, la mayor parte del año, lo es.
En los tiempos «fuertes» no se diferencian las lecturas, sino que siguen todos los años el mismo leccionario; pero en el tiempo Ordinario (que, recordemos, son unas 33 semanas de todo el año), hay dos leccionarios que se alternan entre año impar o par (también llamados respectivamente I y II).
En los tiempos fuertes también se puede diferenciar entre par e impar, pero esa diferencia es optativa; existen los leccionarios diferenciados, pero no son obligatorios.
Para saber qué lectura corresponde un determinado día del año, lo único que se puede hacer es consultar un calendario litúrgico, no hay forma de «calcular» qué lectura toca. Sí hay forma de calcular qué día del año litúrgico es, aplicando el algoritmo para la fecha de la Pascua, y haciendo otros complicados cálculos, pero una vez determinado en qué día litúrgico se está, sólo el calendario litúrgico, que publica cada año la conferencia episcopal de cada país, nos dirá en concreto qué lecturas tocan.
El calendario de ETF sigue al calendario de la Conferencia Episcopal Española, igual al de toda la Iglesia, por supuesto, pero con algunas diferencias en cuanto a las fechas de los santos, que pueden variar un poco de país a país. En nuestro caso tenemos almacenada una base de datos con el calendario «prototipo», y cada año lo ajustamos al oficial cuando se publica, hacia fines de noviembre, generalmente.